Cuando termine esta pesadilla (porque va a terminar) sus responsables, culpables del desastre económico, social y político que está barriendo el país como uno de esos tornados que persiguen los superyanquis en camioneta, no pueden dejar sus puestos y volver a sus casas tan tranquilos y acá no ha pasado nada.
Porque han pasado cosas, muchas. Los señores de Cambiemos han planificado un robo sistemático e institucionalizado que les ha permitido transferir una ingente cantidad de riqueza de los sectores medios y bajos a los sectores altos, los económicamente concentrados. Y con esto están condenando a la miseria e indigencia a vastos sectores de la población argentina, que ahora tiene problemas para solo sobrevivir. A su vez han entregado la soberanía económica al FMI y los organismos internacionales con lo que han comprometido nuestra capacidad para responder a la profunda crisis que han creado. Están endeudando al país a la velocidad con la que un marinero borracho gasta su sueldo en un puerto eventual, hipotecando el futuro económico del país por generaciones. Están destruyendo las instituciones de las que tanto hablaban, bombardean la cultura, sueltan represores, crean fuerzas de seguridad para atacar a los que sufren el ajuste y le piden a las que ya existen que usen la violencia sin límites con los que protesten, etc. Un largo etc. doloroso y cruel.
Este gente no puede, luego de semejantes hazañas, volver a su casa, a sus actividades, a sus empresas, a sus countrys, a sus refugios exclusivos, a esos barrios presuntuosos de la zona norte, al coqueto Barrio Parque, a la ubicua Recoleta, como si nada. con las manos limpias y prestos a participar en cuanto programa de televisión, radio e internet haya por ahí para explicarnos lo piolas que son y lo pelotudos y populistas que somos nosotros.
No pueden repetir de nuevo sus aventuras.
Esta vez tienen que pagar. Y pagar todo el precio junto. No basta con que sean juzgados e encarcelados. Eso sería casi un premio, porque con las complicidades del caso pueden morigerar sus encierros hasta convertirlos en una temporada en un spa. Además de sus responsabilidades civiles y penales tienen que pagar con su peculio y con el de las empresas que están participando en el saqueo, tienen que reponer con intereses la riqueza que están amarrocando a costa de apretar a los orejones del tarro hasta a los que no les queda casi ningún fluido corporal.
No alcanza con la denuncia, la inhabilitación para ocupar cargos públicos, tampoco deberían tener espacio en academias, universidades, ONGs, fundaciones, clubes de barrio, sociedades de fomento, cooperadoras escolares, etc. Porque en donde estén hacen daño. Tienen que responder con lo que más les duele: el patrimonio personal y el corporativo.
Todos los grupos económicos que se están llenando un poco más los bolsillos tienen que ser juzdados, penados y no solo con multas simbólicas. Hay que expropiar los bienes que obtienen mediante coacción y legislación amañada. Por una vez en la vida tienen que cumplir con la ley.
De la misma forma los legisladores que apañaron la rapiña deberían correr la misma suerte. Y también responder con su patrimonio por los desastres que han propiciado con su anuencia explícita.
Nada más y nada menos que justicia.
Porque luego vienen los discursos conciliadores, los gestos de buena voluntad, pero la fiesta, la orgía diría yo, la garpamos los orejones del tarro. Los piolas se guardan lo choreado y esconden el cuerpo, esperando una nueva oportunidad para asaltar el bolsillo de los boludos.
Hay que romper de una vez por todas ese círculo vicioso.
¿Estalinismo? Ponele, ahora que está de moda decir "troskos".