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Roberto Navarro inció ayer su programa con un editorial filoso contra el gobierno de Cambiemos. Entre otras cosas criticó a los periodistas que le habían hecho
la famosa nota en donde Macri contestó que las offshores son "
cosas de su vida privada". Con razón, Navarro indicaba que Juan Miceli y Dolores Cahen D'Anvers ante esta respuesta no repreguntaron nada, la dejaron pasar y siguieron tirándole centros a Macri para que balbuceara excusas.
Un poco más tarde en el programa
Navarro entrevistó a Fernando alias "El Chino" Navarro. El reportaje comenzó con un clip casi de propaganda del espacio que ¿está armando? el Movimiento Evita (un poco antes Navarro había mostrado dos encuestas en donde Massa aparecía como ganador en la provincia de Buenos Aires) y luego Navarro informándonos que "
había gente trabajando para la unidad del peronismo" invitó al Chino Navarro a que expusiera su parecer. Navarro fiel a su estilo no dijo nada, solo generalidades. Entre las que se cuenta describir cómo debería ser un movimiento para oponerse a Macri y por supuesto, el pedido de autocrítica (que no lo incluye, claro está).
Recordando las recientes hazañas del Chino Navarro, por ejemplo el alejamiento del bloque del FPV, los rosqueos con Vidal, su viaje como "observador" a las elecciones en EE.UU. pagado vaya a saber por quién, etc., hubiera sido muy bueno que Roberto Navarro lo confrontara con todas esas acciones concretas que no tuvieron nada que ver con su reciente y discursivo espíritu combativo (pero no tanto). Era una excelente oportunidad para sondearlo, para indagar sus motivos, para consultarle si la autocrítica que reclamaba lo incluía. Por ejemplo, preguntarle cómo se podía oponer a Macri al mismo tiempo que firmaba la paz con María Eugenia Vidal.
Pero nada de eso ocurrió porque Roberto Navarro no repreguntó. Cada vez que el Chino Navarro decía una gansada que se llevaba de patadas con lo que había hecho, se la dejaba pasar como si tal cosa y además, cada tanto le tiraba un centro para clarificar el partido.
O sea, unos minutos antes había criticado a Juan Miceli y Dolores Cahen D'Anvers y ahora él repetía la pasividad y tolerancia de ambos al entrevistar al Chino Navarro (al que varios que solemos ver el programa del otro Navarro tenemos ganas de pedirle al menos algunas explicaciones, por lo de la autocrítica ¿vistes?)
Navarro puede llevar agua para el molino que quiera, pero la honestidad intelectual es la honestidad intelectual. Y anoche, Roberto Navarro no fue intelectualmente honesto. O sea, nos tomó por boludos.