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viernes, 24 de marzo de 2017

"PABLITO"

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"Pablo Míguez es un adolescente de 14 años, secuestrado en 1977 de su casa de Avellaneda, a la madrugada, por una patota de la última dictadura. Se lo llevaron junto a su madre, Irma Sayago, y a su compañero. Pablo pasó varios meses en el centro clandestino El Vesubio. Era flaquito, alto y delgado. Vio cómo torturaban y violaban a su mamá. También a él, a Pablito -como lo llamaban allí otros prisioneros-, lo torturaron delante de su madre para que ella diera los datos de una hipoteca de la casa que tenían. Al chico lo hicieron deambular por diferentes centros de tortura. Hasta que llegó a la ESMA, su último destino. Allí, en Capuchita, donde lo tiraron sobre una cucheta, pudo tomar contacto durante un mes con Lila Pastoriza, periodista y sobreviviente, que en juicios de lesa humanidad y en artículos de prensa evocó en más de una oportunidad aquella historia de horror. Pablo –dijo Lila– pedía que lo lleven con su papá, que no era militante político. “A la gente la matan”, cuenta Lila que Pablo le dijo en la penumbra de ese submundo de la Marina, sobre los crímenes que vio en El Vesubio. “Era un chico alegre y vivaz. Tenía pesadillas, soñaba con su mamá, de quien no se pudo despedir”.
No sabían qué hacer con él. Un día de varios traslados, se lo llevaron. Pablo "había visto demasiado" en ese derrotero de infierno. Estaba condenado. Ni los sicarios de la ESMA se atrevían a cumplir la condena. Continúa desaparecido. Se cree –en un final plagado de silencios impunes– que fue “trasladado” en un vuelo de la muerte.
La imagen muestra una escultura flotante de acero inoxidable, sobre el río. La construyó la artista Claudia Fontes (de la misma edad de Pablo, cuando éste fuera secuestrado). Está ubicada en el Parque de la Memoria. Se llama “Reconstrucción del retrato de Pablo Míguez”. Un niño que flota en el Río de la Plata, a tamaño real, mirando el horizonte (que le birlaron), de espaldas al espectador. Es un ejercicio de memoria colectiva, representando en Pablo a los más de 500 niños secuestrados junto a sus padres durante la última dictadura."
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Héctor Rodríguez

jueves, 24 de marzo de 2016

LA MEMORIA Y LOS MONSTRUOS

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El director de cine Oliver Hirschbiegel y Bruno Ganz, actor que encarnó a Hibler, recibieron un aluvión inmenso de críticas por la película "La caída". 
Los mayores cuestionamientos se centraban en el Hitler que el filme había mostrado. Lejos de construir un personaje malvado, demonio de los infiernos, súcubo e íncubo, el retrato de Hitler era inquietantemente humano. Humano en el sentido de cotidiano: Hitler no era un tipo que desayunaba pollitos vivos, sino un señor achacoso que acariciaba un perro. Esta humanización del mito demoníaco era profundamente inquietante, porque esa humanidad era similar a la humanidad de los espectadores. Y ahí estaba el problema. Ahí está el problema: los monstruos se parecen mucho a nosotros. Tanto que cualquiera podría serlo. El mal abandona las figuras aterradoras y se encarna en un Adolf Eichmann, un oscuro funcionario burocrático alemán que ejecutó la política de exterminio de Hitler como un problema burocrático (Hannah Arendt trazó la mejor definición de este mal cotidiano, al definir la banalidad del mal "Comprendo –escribió– que el subtítulo de la presente obra (Un informe sobre la banalidad del mal) puede dar lugar a una auténtica controversia, ya que cuando hablo de la banalidad del mal lo hago solamente a un nivel estrictamente objetivo, y me limito a señalar un fenómeno que, en el curso del juicio, resultó evidente. Eichmann no era un Yago ni era un Macbeth, y nada pudo estar más lejos de sus intenciones que ‘resultar un villano’. Eichmann carecía de motivos, salvo aquellos demostrados por su extraordinaria diligencia en orden a su personal progreso”.
Eichmann, culpable de crímenes ominosos, era un hombre común, cuya “normalidad es mucho más aterradora que todas las atrocidades reunidas”, como subraya Arendt. La autora sostiene que eran muchos los “terriblemente normales” y que los crímenes cometidos por Eichmann no fueron consecuencia de una mente diabólica y enferma, o la pintoresca encarnación del mal sobre la tierra, sino de algo más rutinario y banal: la mediocridad absoluta de un burócrata incapaz de desobedecer las órdenes de sus superiores.")
¿Por qué cuento todo ésto?
Porque estamos de nuevo otra vez, ante la banalidad del mal. El triunfo de Mauricio Macri lo indica. Las políticas que Macri promueve y el apoyo que recibe de parte de la mayoría de sus votantes así lo indican. Políticas de exclusión, políticas de negación, políticas de segregación. Que reciben el aplauso de sus votantes.
Luego, cuando la historia se escriba, algunos tendrán la tentación de tildar a Macri de monstruo, intentaran diluir su responsabilidad apelando a la figura de Macri. Tratando de demostrar que el señor en cuestión era un monstruo. Pero no. Al igual que Hitler, los Macri de este mundo son emergentes de una sociedad que los forma, contiene y alienta.
Una sociedad en donde todos y cada uno pueden convertirse en psicópatas. 
Por eso, a cuarenta años de un golpe de estado en donde tampoco hubo monstruos, la memoria sigue siendo imprescindible. Entendiendo que la memoria es además un acto de voluntad.

miércoles, 6 de enero de 2016

NO SOLO ES BLITZKRIEG: ADEMÁS ES LA DOCTRINA DEL SHOCK EN ACCIÓN

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A ver, leamos:
“Solo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo depende de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable”
Esto lo dijo Milton Friedman, el padre de todos estos hijos de un neoliberal que tenemos ahora con el culo en el sillón de la Avenida Rivadavia.
¿Les suena conocido?
"Así es como creo que debería hacerse: en lugar de recortes residuales, un poco por aquí, otro poco por allá, yo eliminaría trescientos programas en un día, este verano, todos los cuales cuestan cada uno mil millones de dólares o menos. Quizá no sean reducciones muy sustanciales, pero vaya si queda claro que las cosas van a cambiar. Y esto se puede hacer ya.", David Frum, redactor de los discursos de George Butch.
¿Algo en el aire les recuerda ciertas cosas?
"Ese día corría la voz en el refugio de que Richard Baker, un destacado congresista republicano de Nueva Orleans, le había dicho a un grupo de presión: «Por fin hemos limpiado Nueva Orleans de los pisos de protección oficial. Nosotros no podíamos hacerlo, pero Dios sí». (2) Joseph Canizaro, uno de los constructores más ricos de Nueva Orleans, también había expresado una opinión parecida: «Creo que podemos empezar de nuevo, pasando página. Y en esa página blanca tenemos grandes oportunidades». (3) Durante toda la semana, por el parlamento estatal de Luisiana en Baton Rouge habían desfilado grupos de presión, y gente de toda ralea con influencias y ganas de aprovechar esas grandes oportunidades: menos impuestos, menos regulaciones, trabajadores con salarios más bajos y «una ciudad más pequeña y más segura», lo que en la práctica equivalía a eliminar los proyectos de pisos a precios asequibles y sustituirlos por promociones urbanísticas. Al escuchar frases y expresiones como «empezar de nuevo» y «pasar página», casi se le olvidaba a uno el hedor nocivo de los escombros, las mareas químicas y los restos humanos que se amontonaban a unos pocos kilómetros, en la autopista."
Esto por favor, muy por favor, léanlo con suma atención:
"LA TORTURA COMO METÁFORA
De Chile a Irak, la tortura ha sido el socio silencioso de la cruzada por la libertad de mercado global. Pero la tortura es más que una herramienta empleada para imponer reglas no deseadas a una población rebelde. También es una metáfora de la lógica subyacente en la doctrina del shock.
La tortura, o por utilizar el lenguaje de la CIA, los «interrogatorios coercitivos», es un conjunto de técnicas diseñado para colocar al prisionero en un estado de profunda desorientación y shock, con el fin de obligarle a hacer concesiones contra su voluntad. La lógica que anima el método se describe en dos manuales de la CIA que fueron desclasificados a finales de los años noventa. En ellos se explica que la forma adecuada para quebrar «las fuentes que se resisten a cooperar» consiste en crear una ruptura violenta entre los prisioneros y su capacidad para explicarse y entender el mundo que les rodea. (36) Primero, se priva de cualquier alimentación de los sentidos (con capuchas, tapones para los oídos, cadenas y aislamiento total), luego el cuerpo es bombardeado con una estimulación arrolladora (luces estroboscópicas, música a toda potencia, palizas y descargas eléctricas). En esta etapa, se «prepara el terreno» y el objetivo es provocar una especie de huracán mental: los prisioneros caen en un estado de regresión y de terror tal que no pueden pensar racionalmente ni proteger sus intereses. En ese estado de shock, la mayoría de los prisioneros entregan a sus interrogadores todo lo que éstos desean: información, confesiones de culpabilidad, la renuncia a sus anteriores creencias. Uno de los manuales de la CIA ofrece una explicación particularmente sucinta: «Se produce un intervalo, que puede ser extremadamente breve, de animación suspendida, una especie de shock o parálisis psicológica.
Esto se debe a una experiencia traumática o subtraumática que hace estallar, por así decirlo, el mundo que al individuo le es familiar, así como su propia imagen dentro de ese mundo. Los interrogadores experimentados saben reconocer ese momento de ruptura y saben también que en ese intervalo la fuente se mostrará más abierta a las sugerencias, y es más probable que coopere, que durante la etapa anterior al shock». (37)
La doctrina del shock reproduce este proceso paso a paso, en su intento de lograr a escala masiva lo que la tortura obtiene de un individuo en la sala de interrogatorios. El ejemplo más claro fue el shock del 11 de septiembre, día en el cual para millones de personas el «mundo que les era familiar» estalló en mil pedazos, y dio paso a un período de profunda desorientación y regresión que la administración Bush supo explotar con pericia. De repente, nos encontramos viviendo en una especie de Año Cero, en el cual todo lo que sabíamos podía desecharse despectivamente con la etiqueta de «antes del 11-S». Aunque la historia jamás había sido nuestro fuerte, Norteamérica se había convertido en una tabla rasa, una verdadera «página en blanco» sobre la cual se podían «escribir las palabras más nuevas y más hermosas», como Mao le decía a su pueblo. (38) Un nuevo ejército de especialistas se materializó rápidamente para escribir nuevas y hermosas palabras sobre el tapiz receptivo de nuestra conciencia postraumática: «choque de civilizaciones», grabaron. «Eje del mal», «fascismo islámico», «seguridad nacional». Con el mundo preocupado y absorto por las nuevas y mortíferas guerras culturales, la administración Bush pudo lograr lo que antes del 11 de septiembre apenas había soñado: librar guerras privadas en el extranjero y construir un conglomerado empresarial de seguridad en territorio estadounidense.
Así funciona la doctrina del shock: el desastre original —llámese golpe, ataque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán— lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Las bombas, los estallidos de terror, los vientos ululantes preparan el terreno para quebrar la voluntad de las sociedades tanto como la música a toda potencia y las lluvias de golpes someten a los prisioneros en sus celdas. Como el aterrorizado preso que confiesa los nombres de sus camaradas y reniega de su fe, las sociedades en estado de shock a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza. Jamar Perry y sus compañeros de evacuación en el refugio de Baton Rouge tuvieron que sacrificar los pisos de protección oficial y las escuelas públicas. Después del tsunami, los pescadores de Sri Lanka tenían que abandonar su valiosa tierra frente al mar y cederla a los constructores de hoteles. Los iraquíes, si todo iba según lo planeado, tenían que caer en tal estado de shock que cederían el control de sus reservas petrolíferas, sus compañías estatales, y toda su soberanía nacional al ejército estadounidense y sus bases militares y zonas verdes."
Por decir lo menos, creo que uno debería asustarse un poco y luego reflexionar.
Nada de lo que está haciendo este señor es un accidente.
Detrás de su figura de alcahuete educadito, hay gente de verdad peligrosa.
Con ellos y en los términos indicados por Naomi Klein tenemos que pelear.
Pelear.
Batalla cultural le habíamos llamado. Lo seguirá siendo. Aún cuando cambie de forma. 
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lunes, 21 de septiembre de 2015

PERO CLARO, MANUEL CONTRERAS ERA UN TIPO BÁRBARO

Sin duda Felipe.
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Un gran saludo a Manuel Contreras Felipe
Ojala los dos se pudran en el mismo infierno
Seguro los familiares de los desaparecidos en Chile te aplauden

viernes, 7 de agosto de 2015

¿CASARETTO O REARETTO?

No estás pidiendo "reconciliación" Casaretto. Estás pidiendo impunidad. Impunidad porque los que tienen que rendir cuentas acerca de su complicidad obscena con la dictadura de Videla, MaSSera y Agosti son los curas de "la iglesia".
Y como no quieren, como se niegan en todos los idiomas, se disfrazan de misericordiosos y se acuerdan de la justicia que no practican (porque el famoso Von Wernich está preso pero estos justicieros han tenido la misericordia de no echarlo a la mierda de su benemérita institución de idem).
Andá a cagar Casaretto.
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La única reconciliación que conozco nace de la justicia y la verdad. No del olvido. Y vos lo sabés muy bien Casaretto (parezco Hubris). Y quiero decir además, que el diálogo está sobrevalorado. Y con un asesino genocida no tengo nada que dialogar. Y con un tipo que busca la impunidad de ese tipo y de los cómplices de ese tipo mucho menos. "Verdad completa". Comprate un pequinés Casaretto.

lunes, 16 de septiembre de 2013

MUCHO PERDÓN PERO SIGUEN EN LA MISMA

Lo que deberían hacer es pedir justicia.
Y renunciar al verso de la "reconciliación".
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Casualmente, las heridas son de los desaparecidos.
Casualmente, las heridas son de los asesinados.
Casualmente, las heridas son de los torturados.
Esas heridas se curan con justicia.
Esas heridas se curan con memoria.

sábado, 31 de agosto de 2013

APENAS 8000, FIJATE VOS...

Ceferino Reato es uno de los férreos defensores que le quedan a la dictadura de 1976. Y le pone empeño, una pasión notable y enfermiza. Un republicano, sin duda.
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Le iba a decir hijo de puta, pero las putas no tienen la culpa.
Este cretino si.

viernes, 22 de febrero de 2013

LA DANZA DE LA VERGÜENZA

Esa sensación de asco, de impunidad amparada por las leyes. Un vómito de bronca que asciende desde el estómago y se estrella con el mundo en donde los señores que dicen defender la civilización amparan y ocultan sus crímenes y los de aquellos que asesinaron y torturaron en nombre de esa misma civilización occidental y cristiana.
Esas ganas de salir a la calle y gritar que de todas formas la justicia se abre paso, como la vida en aquella pelìcula de dinosaurios. Justicia que a veces tiene que ver con las leyes, pero casi nunca.
Dinosaurios que no se han extinguido, que persisten, tal como lo prueba dolorosamente Uruguay en el día de hoy. Los asesinos siguen teniendo cómplices que se regodean en su republicanismo.
Es esa la "reconciliación" que buscan también nuestros propios fósiles. Por ahora no la han conseguido y espero, jamás la obtengan.

sábado, 7 de abril de 2012

CON EL MAZO DANDO

Podría opinar sobre este artículo, pero no hace falta ¿no?
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Así se explica que estos piadosos señores hayan apoyado a casi todos los asesinos de la historia. Una delicia.

viernes, 25 de noviembre de 2011

MEMORIA INCOMPLETA

El problema con los que defienden la memoria completa es justamente, que tienen una memoria incompleta. Cualquier cosa que los obligue a la autocrítica, a repensar qué clase de militares fueron, los pone en trance sacándolos de quicio. Se niegan a lo que solicitan: memoria completa. Si resignificáramos el concepto, el de memoria completa, comenzaríamos a remontarnos al historial casi interminable de asesinatos ejecutado por las fuerzas armadas que tomaron, no una sino miles de veces, las armas en contra de los que tenían que defender.
Asi que sí, juguemos a la memoria completa.
Calculo que no van a salir ganando.
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Lo de Larrabure a esta altura es un clásico de los defensores de la Memoria Completa. Un clásico que menean entre otros Caferino Reato, eminente periodista de las huestes de Fonte. La verdad del caso Larrabure es muy otra, basta revisar un par de archivos.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

jueves, 27 de octubre de 2011

ENTONCES ¿NO HABRÍA QUE CONDENARLOS?

La lógica de Pepito se encuentra al borde del default.
Siguiendo su razonamiento, para ser coherentes, habría que dejar al Tigre Acosta sin condena.
En cuanto a lo del mismo movimiento, supongo que los lectores tendrán sobre ésto mucho que decir.
Todo consiste en descalificar. A como de lugar.
Y no se trata de minimizar el laburo de los jueces en la década de los ochenta. Eran otras épocas. Con otras presiones y otros problemas. Ahora, aunque parezca una verdad evidente, es otra época, otro momento. Al menos éso debería aletar a Pepito para no equiparar un momento con otro.
Ay Tutatis.
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Por otra parte, existe un craso error: la que condena es la Justicia.
Digo, de pronto, me parece.

ALGO HABRÁ HECHO

Algo habrá hecho la Argentina para merecer este tipo de reconocimiento.
Aunque a algunos se les atragante el fin de la impunidad.
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viernes, 14 de octubre de 2011

SI, ES POR ESO

Por eso y por haber salido cagando cuando escuchó los primeros tiros en las Guerra de Malvinas. Un valiente en todo sentido.
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