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Se está poniendo de moda "desmentir" el número de los desaparecidos. Tal como en este caso, en donde el tipejo éste, Ceferino Reato, descerraja sus remanidos argumentos en torno al número de los desparecidos, incluso indicando que "él mismo contó". Una mente brillante.
Vamos a contestarle a esta lumbrera: primero y principal, siempre supimos que el número que este energúmeno pone en duda es una estimación. Chocolate por la noticia Reato, se estiman 30000 desaparecidos. ¿Y por qué una estimación? Son varios los motivos: los "
nombres" a los que alude el periodistoide del artículo corresponden a las denuncias presentadas con nombre y apellido ante la CONADEP y otros organismos de derechos humanos. En estas listas hay 10000 detenidos-desparecidos y 2400 muertos, y según el proyecto
www.desaparecidos.org. la secretaría de derechos humanos tendría un listado que alcanzaría a 14000 nombres.
¿Entonces por qué 30000? Las listas contienen los nombres de los que recibieron una denuncia. Pero hubo una enorme cantidad de casos en los que no hubo una denuncia. Por ejemplos, la ruptura del vínculo del desaparecido con su familia, la falta de parientes o amigos que hicieran la denuncia, la represión contra grupos familiares, sociales y laborales que fueron exterminados de forma tal que no quedó nadie para hacer la denuncia, el miedo de los que quedaron lo que les impidió hacer la denuncia, la ausencia de organismos en donde hacer la denuncia etc. Es más, y de acuerdo a lo indicado, es probable que el número de 30000 sea bastante conser vador.
Cuando el prócer de pantalones cortos, Ceferino Reato, funda sus argumentos sobre "contar" nombres, lo que hace es escamotear la verdad en dos sentidos: no hay una denuncia por cada desaparecido por las razones expuestas y además, contar nombres que sí fueron denunciados oculta la inmensa mayoría de los casos que no lo fueron pero que efectivamente están desaparecidos.
Por otro lado, Reato sabe que los únicos que podrían confirmar estos datos son los amigos a los que él mismo quiere defender. Los militares nunca entregaron los listados de desaparecidos, pese a que llevaban una ominosa contabilidad de esos casos. Si hubiera que pedirle precisiones a alguien, pero Reato jamás lo hará, habría que solicitárselas a los genocidas. Ellos sí tienen la posta. Y permítanme que sospeche: si realmente el número de desaparecidos fuera el que dice Ceferino (de muy mala fe por otra parte) hace rato que los documentos se hubieran filtrado a modo de alegato morigerante. Pero la cifra es inconfesable. Y eso lo sabe Reato y sus simpatías. Por eso juega con la temible incertidumbre de no conocer el nombre de todos los desaparecidos. De todas formas, los datos duros dan por tierra con la estimación de Reato (con la "cuenta", un gran investigador, como se puede ver).
Por último: Reato juega la carta del dolor de los que quedaron, víctimas, familiares, etc. Esta es una muestra de perversidad profunda y lamentable. Primero, porque juega con los sentimientos de esas personas intentando fundar sobre él algún tipo de olvido. Segundo, porque usa ese dolor para intentar clausurar la búsqueda de verdad y justicia que sigue siendo acuciante, más que nada para los que no han podido tener voz, ni rostro, ni denuncia, que son silencio. Un silencio que Reato aprovecha para declarar con unánime y arbitrario criterio, que no existen.
Es cierto que los 30000 desaparecidos son una bandera. Que nadie lo dude. Y que son una bandera política. Que tampoco haya dudas sobre esto. Una bandera política que intenta fundar una sociedad sobre la necesidad de esclarecimiento y castigo del horror y todos sus responsables: militares y civiles.
Y pese a que Reato y tipos de su calaña (que hay varios y por suerte hablan y no desaparecen) procuren obturar esa búsqueda, no habrá ni un paso atrás.
Para cerrar diré que siempre se perseguido la justicia. No la venganza. Por eso ningún genocida fue atacado, golpeado, etc. No hubo atentados contra ellos. Dieron cuenta de sus actos en instancias judiciales. Y pagarán sus culpas en la cárcel. Con todas las garantías que la democriacia establece para cualquier ciudadano.
No es moco de pavo, si me lo preguntás. Tipos como Reato y sus amigos no serían tan benévolos, dado que la democracia y la república les interesan como excusas, nada más.
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Nota: quiero agradecer a Eduardo, comentarista habitual de este blog, por alcanzarme el artículo de Reato. Por lo general no suelo leer La Nación. No tengo un estómago tan resistente.