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viernes, 19 de septiembre de 2014

EVERYBODY WANTS TO RULE THE WORLD

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El mundo, por obra y gracia de la mano invisible, se convierte todos los días en un lugar peor. Tiende a lo deforme, al horror de la fealdad en serie, a la plaga del lugar común camuflado como inteligencia. La belleza apenas logra asomar la cabeza de vez en cuando, asolada por los nichos de mercado y la rentabilidad a ultranza.
No somos mejores, apenas hemos sofisticado el instinto de caza y sus instrumentos.
En medio de este ominoso presente vale la pena una caricia, al menos una, pequeña, para que el cuerpo que es también alma todo junto y al mismo tiempo, se vaya de la semana con las orejas agradecidas.
Veamos y escuchemos "Everybody Wants to Rule the World" de Tears for Fears en la exquisita versión de The Bad Plus.
Buen fin de semana.
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jueves, 23 de enero de 2014

ABSURDOS Y CANALLAS

A continuación, algunas frases canallas, absurdas o ambas dos por el mismo precio, ya que de eso hablamos.
Disfrútenlas:
1.- “Otro de los puntos cuestionados es uno de los pilares del modelo económico del kirchnerismo: el incremento de los costos laborales, que funcionó como ancla del consumo y de la producción doméstica durante los últimos 10 años.” (fuente)
Una de las frases que comparten el rótulo de absurdas y a la vez, canallas. Ningún economista, ni siquiera los dinosaurios estilo Friedman, es capaz de demostrar semejante sanata. ¿De qué forma el “costo laboral” ancla el consumo y la producción? Por el contrario, que el salario sea mayor y que tenga mejor poder adquisitivo motoriza el consumo y la producción. Porque, verdad obvia, el asalariado tiene medios para poder consumir. Si el salario se contrajera, ahí sí el consumo quedaría anclado y la producción también.
¿Entonces?
La frase esconde una de las estrategias del empresariado, más que nada el argentino: ganar más sin invertir un peso. ¿Cómo se logra? Bajando el salario para disminuir los “costos” y a su vez, aumentar el precio de los bienes. El viejo combate a la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Nada nuevo bajo el sol, excepto por los dislates absurdos y canallas.
Es llamativo cómo ningún reportero (se supone que saben de economía capitalista) puso en duda la temeridad de la afirmación comentada. Parece que no les interesó un soto.
2.- “Un precio más cercano a realidad, ayudaría además a un consumo más racional del lado de la demanda y evitaría la saturación en el sistema.“(fuente)
Una frase canalla por naturaleza. Proferida por esos voceros semiautorizados que salen a marcar agenda en los medios serios a los que les interesa el país. Es una derivación directa de la anterior. En la lógica de rapiña de las empresas energéticas no existe la palabra “inversión”, excepto que la guita la ponga el estado. Solo reconocen la palabra “ganancia”. Y desean incrementar sus ganancias sin, como hemos señalado, poner un mango. Entonces, recurren a la fórmula mágica: para ganar más sin invertir deben incrementar el precio de la tarifa. De esta forma, dicen estos virtuosos, el consumo “se racionalizará”. O sea, como la energía será más cara, desalentará el consumo, por lo que podrán quedarse tal como están hasta ahora, pero logrando una mejora en sus ganancias mediante el aumento de tarifas. El viejo esquema montado por Dromi y compañía. Ganar más sin poner un peso. Y si hay que ponerlo, que lo ponga el estado.
Canallas diciendo canalladas.
3.-“Vengo a defender los valores de la libertad. Libertad para ir de vacaciones y ahorrar en la moneda que uno quiera"(fuente)
Esta frase matadora deja en evidencia la inconsistencia teórica del proclamado liberalismo libertario. Su mayor dolencia, pese a los denodados esfuerzos que ejecutan sus adherentes, es la supina confusión entre el concepto de libertad del liberalismo y el del anarquismo (no otra cosa invoca el remoquete de “libertario”).
La respuesta viene de la mano de este artículo, del que extraigo este párrafo, que a mi juicio, aniquila las pretensiones de los liberales libertarios (el artículo completo es digno de una atenta lectura)
“Como ya se ha insistido numerosas veces, la libertad anarquista nada tiene que ver con la preconizada por el liberalismo, más propia del individuo aislado y necesitado para ejercerla de la explotación de sus semejantes y del privilegio económico. Recordemos, una vez más, las palabras de Bakunin: "La libertad sin socialismo es el privilegio, la injusticia. El socialismo sin libertad es la esclavitud y la brutalidad". Antes de eso, el propio Proudhon ya dijo que la libertad aislada, sin vida social, produciría "aun menos sociedad que bajo cualquier otro sistema". La libertad del anarquismo va estrechamente unida a la solidaridad, al apoyo mutuo; la libertad personal, la autonomía individual, no se relega nunca, se elude toda coerción, pero se recuerda constantemente la necesidad de la vida comunitaria.”
Por lo antedicho entonces, el liberalismo libertario encubre un recio conservadurismo, que de todas formas, asoma en cada acción que los feligreses de esta nueva religión llevan a cabo.
También esta frase es absurda, y por otro lado, canalla.
Linda colección para incrementar el repertorio de insultos ¡no?

martes, 26 de noviembre de 2013

A TODOS LOS CHANCHOS LES LLEGA

El capitalismo mata en todas partes. Y no tiene que venir un Papa a recordanos la naturaleza letal de un sistema económico que denunciamos desde hace mucho tiempo. Más que nada porque la Iglesia Católica apoyó espiritualmente el crecimiento de ese sistema económico y, si me permiten el escepticismo, no creo que haya cambiado demasiado. Pese a las altisonantes palabras que portan la sustancia de las épicas "flatus vocis".

jueves, 6 de junio de 2013

LA ÉTICA DE LA COMPETENCIA


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Un comentario Rob K sobre este post en donde jugaba con la idea de la invisibilidad como causa de una serie de pisotones, codazos y otras delicias, me lanzó de nuevo en la persecución del motivo de esas conductas (que se han vuelto cotidianas y recurrentes) en donde un sujeto decide que el otro no tiene entidad alguna más que como obstáculo inanimado y en consecuencia, le pasa por arriba sin mediar siquiera una disculpa, o al menos, una imprecación que indique que el otro está ahí y se interpone en el camino. Simplemente se lo empuja, pisotea o agrede como si fuera nada más que una cosa que estorba.
Y, por esas asociaciones libres que me asolan como pulgas, recordé un dibujo animado de cuando era un niño. Un dibujo que ya era viejo cuando yo era pibe, calculá. Aviso que no recuerdo el nombre de los protagonistas por lo que, si alguno lo tiene en la memoria, dígalo nomás. Estoy casi seguro que era de la Warner, eso sí.
En esa animación, decía,  un perro y un zorro marchaban al trabajo juntos, charlando. Los dos llevaban la clásica cajita de lata con la vianda y departían amablemente sobre el día, el clima, etc. Llegaban al lugar, dejaban sus cosas, sonaba el silbato e inmediatamente el perro comenzaba a perseguir al zorro que se empecinaba en robar ovejas. Había golpes, explosiones, caídas, etc. Al final de muchas peripecias, volvía a sonar el silbato marcando el fin de la jornada laboral y el perro y el zorro abandonaban su papel de perseguidor y perseguido y volvían a retomar el diálogo anterior al trabajo. La última imagen eran ellos dos, de espaldas, con el sol cayendo en el horizonte, caminando abrazados hacia el hogar de cada uno.
Si, seguro que era de la Warner. Disney nunca se hubiera animado a tanto.
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(Se llamaba Sam  y El Coyote, aporte de Moscón)
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Veamos ¿por qué me acorde de esos dibujos? La respuesta es "relaciones sociales". Dije que la serie era vieja, por lo que reflejaba la ética de la era industrial fuerte de post-guerra, si no me equivoco. Era de algún modo un "business are business" que intentaba dejar claro que una cosa es la amistad y otra el trabajo. O sea, que son dos relaciones distintas, y que una no anula a la otra, aún cuando en el ámbito laboral, el papel a desempeñar sea el de enfrentarse al otro, competir hasta eliminarlo si es posible. Si al final del día los dos estaban vivos, entonces podian retomar la amistad. No había nada personal, solo negocios. La competencia no estaba basada en la antipatía sino en el lugar que cada uno tenía en la cadena productiva: al perro le tocaba ser perro y al zorro, zorro. Luego eran dos trabajadores que comentaban, como si nada hubiera pasado, las condiciones del día "-¿Qué tal tu día?" preguntaba el perro a un zorro las más de las veces maltrecho por los golpes. Y el zorro, con la misma deferencia, respondía.
Se puede ver cómo la ética capitalista regía el ámbito laboral, pero no el de las relaciones interpersonales fuera de el.
Ese dibujo era una foto del estado de las relaciones sociales bajo el capitalismo de una época en particular, en donde los valores asociados a la competencia y la colonización de todos los espacios de la vida (públicos y privados) no era tan potente todavía. Se podía, era deseable, separar ambas instancias: competir en lo laboral no era óbice para destruir a un sujeto fuera de esta particular forma de relación.
Pero ese estado de cosas cambió (vía revolución tecnológica, hay que decirlo): ahora las relaciones sociales promovidas por el capitalismo, la ética de la competencia y la moral que deriva de ella, han impregnado casi todos los espacios de la vida social, pública y privada. En casi todos los ámbitos se ponen en juego los parámetros de competencia a ultranza: ya no hay sujetos, hay individuos que, a lo sumo, a veces conforman grupos de trabajo, equipos de interés común.
Señalemos que esos valores y esa moral chocan de frente con la solidaridad, la cooperación, la ayuda desinteresada, etc. No es posible competir con todas nuestras fuerzas si al final del día volvemos al plano personal y el competidor es un amigo, o al menos, es alguien. Por lo tanto, se extiende la competencia también a ese espacio: la lucha debe ser completa y total, involucrando la vida del sujeto desde que se despierta hasta que se duerme. No puede perder el tiempo con miramientos o remilgos humanistas: debe competir.
Calculo que ahora ven para dónde va mi cerebruto.
A medida que el mercado invade y coloniza la totalidad de la vida social, también impone su ética y moral de mercado desplazando y haciendo estallar los lazos sociales que conforman el entramado de una sociedad de intereses mancomunados, reemplazándolos por los de una sociedad de la competencia.
En ese tipo de sociedad, la agresión es la regla, no la excepción. Una agresión que no necesariamente es física, pero que se vuelve más virulenta a cada momento.
Sospecho que en esa invasión se encuentra la razón de la creciente lucha que uno puede advertir cuando anda por la calle. Y también el fundamento del proceso de constante anonimización que convierte "otros" en objetos burocráticos (algo de lo que hablé alguna vez) que pueden ser manipulados, dado que se vuelven fungibles ad infinitum.
Y ya que estamos, esta mutación antropológica que sofistica la agresividad del instinto, está enmarcada en la condición fundamental del capitalismo: ser un dispositivo de cerco, creciente y continuo, condición que es un pilar de su funcionamiento.
Pero esto último será motivo de otro panegírico.
PD:
Decir "capitalismo salvaje" es una redundancia. El capitalismo es salvaje, por definición.

viernes, 17 de mayo de 2013

RESORTES OXIDADOS

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Dice Castoriadis que para el capitalismo "la herramienta más formidable fue la destrucción de todas las significaciones sociales precedentes y la incentivación, en el alma de todos o de casi todos, de esta compulsión de adquirir lo que, en la esfera de cada uno, es o parece accesible, y para lo cual se acepta practicamente todo. Esta enorme mutación atropológica puede ser dilucidada o comprendida, pero no explicada." (Cornelius Castoriadis, "Figuras de lo Pensable", pag.88)
Semejante mutación funda una ética en donde lo bueno y lo malo está bastante lejos del decálogo que muchos sujetos proclaman como deseable, en tanto los valores que guían su propia vida responden a la ética capitalista, con todo lo que eso implica.
La contradicción flagrante entre valores dichos y practicados queda en evidencia en el quiebre que poco a poco recorre a la sociedad: la trama social fundada en la consideración del otro como un sujeto con existencia autónoma que comparte el espacio social y a su vez lo recrea en esa relación horizontal ha sido reemplazada por el mandato capitalista de la competencia, la maximización de la producción y la reducción del costo de esa producción en términos de intercambio.
En ese marco, por ejemplo, la solidaridad no tiene espacio más que como una manifestación momentánea, cuasi orgásmica. No es deseable que esa conducta se extienda a la vida cotidiana porque pondría en riesgo el nudo gordiano capitalista. La solidaridad cuestiona la actividad humana orientada a la obtención de ganancias materiales en términos de acumulación.
Ese resorte, uno de los tantos que el capitalismo oxida dìa a día, tiene que ser refutado, usando una justificación circular. Ser solidario por un instante disculpa al sujeto en su escisión entre lo que dice que son sus valores y los que realmente son los valores que guían su existencia. Siendo solidario por algunos segundos, minutos, días, se puede luego, seguir propendiendo a la acumulación en tanto ya nos hemos excusado ayudando por un rato, por lo general un rato libre no dedicado a la producción. Ahora podemos ocupar todo el resto del tiempo en la maximización de la producción, como explotador o como explotado.
Ser solidario más allá de ese umbral se considera ingénuo, utópico, irracional.
Dice Georg Lukács que el capitalismo congela el conjunto de la vida social. La oxidación de los resortes de esa vida social es una instancia de ese congelamiento.
Si ya no podemos actuar en forma solidaria, no sólo en la vida económica, lo que tenemos es una sociedad en donde los lazos que crea la ayuda hacia el otro ya no están. Una sociedad basada en la competencia a ultranza no es compatible con una sociedad solidaria.
Sería bueno comprenderlo.
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jueves, 21 de febrero de 2013

EN EUROPA TAMBIÉN HAY

Como decía El Chavo, a todos les toca el ocho.
El capitalismo es una catástrofe que no deja a nadie afuera.
Ni allá, ni acá, ni más allá.
Así cualquiera tiene un milagro alemán.

FILS DE PUTE

Dejo los comentarios de esta nota a cargo de los lectores.
Sepan disculpar mi abstención, que, evidentemente obedece al asco.
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Así que el capitalismo es civilización.
Haceme reir con una pluma de chancho.

miércoles, 26 de diciembre de 2012

DERECHOS Y HONESTOS

Ayer, por circunstancias que aún se tratan de establecer, tuve que viajar en una combi desde Capital hasta Adrogué. El camino de vuelta a casa estaba bastante liviano, cosa que contrastaba con la frenética huida de ciudadanos que volvían a la ciudad de la furia luego de una feliz natividad del señor, etc.
Por tanto, la demanda de un lugar en una combi desde donde fuera hacia la ciudad era alta, perseverante y desesperada.
La evidencia de esa demanda insatisfecha era la velocidad que desarrollaba el móvil en el que viajaba, presteza que obedecía a la muy humana necesidad de llegar de nuevo a la base y volver a salir con una carga completa de atribulados festejadores. Por eso, en menos de treinta minutos, ya habíamos llegado a Lomas de Zamora.
Justo a esa altura, en una esquina, dos damas, jóvenes ellas, hicieron señas al transporte que frenó y por supuesto, las cargó a toda velocidad. Se veía que las señoritas estaban nerviosas por algo. Incómodas es la palabra.
El motivo de esa inquietud se reveló antes de entrar a Adrogué. Una de las mujeres le comentó al señor conductor que ellas habían abordado el vehículo en dirección hacia Adrogué en tanto los que pasaban en la dirección contraria no se detenían dada la ocupación total de los mismos. Ante esta coyuntura habían conjeturado que podían subir en una combi vacía y luego volver en ella, como quien se toma el subte B en Uruguay, llega hasta Alem y se vuelve en el mismo vagón para bajarse en Medrano.
El conductor, un “jubilado de SEGBA” según sus propios dichos, fue comprensivo y dijo que buscaría alguna solución para que pudieran volver en ese vehículo, evitando la bronca de las personas que esperaban en Adrogué en una paciente y larga fila.
A partir de este diálogo la charla entre chofer y pasajeras se tornó animada. El conductor, con esa preferencia por las peticiones de principio que aqueja a muchos sostuvo que “son una manga de vagos” porque no trabajan en navidad. En esta oración incluía a los choferes que no trabajaban ese día y a todos ya que estamos. Luego desgranó una perorata previsible acerca del valor del esfuerzo y “si querés algo tenés que laburar”, ensalzando su propio ejemplo como parte de las guardias rotativas de SEGBA: “¡Shabé la cantidad de navidades y años nuevos que me la tuve que pasá laburando!”. Y luego “-Lo quieren todo fácil, todo regalado, en mi época había que pelarse el culo”.
La verborragia del caballero se vio reflejada en la respuesta de una de las damas: “-Lo que pasa es que no quieren hacer las cosas bien, es eso nada más, con hacer las cosas bien y como se debe alcanzaría”.
Y más: “-Es una cuestión de honestidad y comprensión con los que usan el servicio, no se puede poner el interés individual por encima de la necesidad de todos”.
El tamaño de mis ojos ya había sobrepasado el del mítico huevo frito dada la flagrante contradicción entre el discurso y las acciones emprendidas por las pasajeras con la anuencia del jubilado.
Pero todo se cerró como en un paso de comedia cuando llegamos a la parada. Una de las señoritas le preguntó al chofer: “-¿Nos bajamos nosotras?”
“-No no” –dijo el conductor- “-Hablo yo, porque vamos a tener que mentir...” y afirmó “-Yo invento algo...”
Las pasajeras entonces se quedaron en la combi mientras una larga fila crecía delante del parador. Lo correcto, huelga decirlo, hubiera sido pagar el viaje, bajarse e ir a ubicarse al final de la cola en espera de un nuevo turno y volver a pagar el viaje de vuelta. Pero no: en oposición a lo que proclamaban “primerearon” a los que esperaban con la ayuda del autoproclamado honesto conductor, con lo que pensaron en ellas antes que en los demás, no hicieron lo correcto, no fueron honestas y quisieron y supongo, lograron, usar el camino fácil, cagando en ese acto a un montón de sus semejantes.
Lo peor, pensé para mi coleto, es que tanto las pasajeras como el chofer creen pertenecer a la mitad virtuosa del planeta, y obviamente por oposición, el resto de los mortales es una mierda que debería imitar su virtud.
Y lo seguirán pensando, pese a lo actuado. Y yo me seguiré preguntando los motivos de semejante contradicción, aunque los sospecho.
Pero dejo el interrogante abierto, quizás Uds. tenga alguna idea que no se me haya ocurrido.

miércoles, 31 de octubre de 2012

A DESALAMBRAR

El capitalismo es un proceso de cerco creciente y continuo. La obtención de rentas, que equivale a la apropiación de plusvalía, requiere la colonización permanente de todos los espacios de existencia (o sea, todas las secuencias espacio temporales del aparecer del ser en el mundo como ente), retirándolos del dominio colectivo y limitando su uso, para obtener por ello una porción creciente de los bienes socialmente necesarios. Un chantaje, en donde se solicita plusvalía a cambio del uso de esos bienes que son negados en virtud del cerco, bienes que fueron obtenidos mediante trabajo social acumulado.
En ese sentido se ejecuta una sustracción. No es un robo en términos legales, dado que el derecho como dispositivo de objetivación y legitimación del proceso de cerco indica que el robo es intentar reapropiarse de los bienes cercados. La sustracción original, la violencia primera, queda recubierta por el proceso de constitución de un cuerpo de leyes que amparan ese primer escamoteo.
Para perpetuar el proceso de cerco se requiere el uso de la violencia para desalentar o combatir la resistencia a la violencia del cerco en continuo crecimiento. Las dos formas de violencia son imprescindibles dado que sin ellas el cerco perdería eficacia. También esta violencia queda recubierta por las leyes que están ahí para defender el cerco y la violencia que conocemos como tal, que en la mayoría de los casos es la reacción a la ampliación del cerco, se condena. Pensamos que las leyes nos "defienden" de la violencia y en realidad perpetúan el tipo de violencia que posibilita el cerco que sustrae bienes colectivos. Las leyes están ahí para que cualquier resistencia al cerco sea castigada.
¿A qué viene todo ésto?
Hablemos de la "sensación de inseguridad".
Dado que los planteos sobre "inseguridad" evitan tocar el espinoso tema de la propiedad privada en los términos en los que la hemos abordado al comienzo, equivocan las respuestas al "fenómeno".
Incluso los que indican que la inseguridad es en última instancia "fruto" de las desigualdades sociales, que arriman el bochín pero se quedan al borde del arroyo sin meter las patas en la corriente.
Nada de éso. Quizás (y ésto habrá que laburarlo mucho) la "sensación de inseguridad" sea la conciencia del despojo. Quizás, sólo quizás, la "sensación de inseguridad" sea el aviso sobre la inevitable reacción ante el cerco creciente de quienes están del todo fuera de él. Quizás, sólo quizás, la "sensación de inseguridad" sea el ethos de cerco que informa sobre el ataque de los despojados al dispositivo de cerco en el que muchos están dentro, otros con una pata adentro y otra afuera y otros pugnando por entrar.
Sólo quizás.
Y si lo miramos desde este punto de vista, el "crecimiento" no terminará con ningún problema porque el cerco crece y expulsa. Pero ése es otro tema.
Ampliaremos.

lunes, 15 de octubre de 2012

PREMIO NOBEL A LA RELIGIÓN DE MERCADO

Cuando uno lee lo que "premiaron" con el Nobel de Economía advierte lo lejos que estamos de superar la teología de mercado. Y también comprende lo mucho que habrá que laburar para desterrar mitos tan absurdos como "la ley de la oferta y la demanda" o "la optimización de las asignaciones entre oferta y demanda" cuya pretensión es "a partir de la teoría de los juegos cooperativos, Shapley estudió y comparó distintos métodos de emparejamiento para lograr asignaciones estables, desarrollando varias herramientas específicas, en particular el denominado algoritmo de Gale-Shapley. Los métodos diseñados por Shapley limitan los motivos de los agentes para manipular el proceso de emparejamiento, aparte de lograr siempre una asignación estable.".
Pero no contentos con pensar que la matematización es una panacea, también sin decirlo postulan que la economía es como es y más que nada hay que entenderla. A lo sumo inventarse un "método" para optimizar las asignaciones.
Lo que pasa es bien otra cosa y si no quieren verlo los señores académicos es por su ceguera teórica o sus opciones políticas que se fundan en el axioma del mercado todopoderoso, o sea, teología ramplona y simplista, a pesar de los vericuetos algebráicos.
Y encima "tomando como base el algoritmo de Gale-Shapley, al que introdujo distintas modificaciones, Roth rediseñó con éxito los métodos usados por instituciones para emparejar por ejemplo a médicos con hospitales, estudiantes con escuelas o donantes de órganos con pacientes que necesitan un trasplante."
Una delicia.
Pensar que pueden matematizar motivos, obtener un algoritmo que los combine más o menos, y que como resultado "optimizarán las asignaciones entre oferta y demanda". ¿Me están cargando? Eso sacan estos tipos por pensar que los axiomas son verdades reveladas. Hay demasiadas concepciones que estos señores dan por hechas. La discusión no es cómo funcionan. La verdadera controversia, la más profunda y necesaria es si las cosas son como los pibes estos creen que son, cosa que está antes de "estudiar" cómo cuernos funcionan.
Cuando premian barbaridades teóricas como la premiada legitiman académicamente el despojo y la explotación.
Aunque la parafernalia académica pueda parecer abrumadora, estos señores no están tan lejos de Broda y Melconian. A lo sumo son un poco más sofisticados para formular sus dogmas.
No se dejan engañar, no es ciencia, es teología.

lunes, 27 de agosto de 2012

"¡PA´LA DIGNIDAD NUESTRA!"

"Periodista: -Está bien Don Gustavo, lo que no entiendo es todo ésto ¿para qué?
 Don Gustavo: - ¿Para qué? ¿Cómo pa´qué?...pues pa´...pa´que le sirve a Usted la dignidad ah!? Que esa palabra no existe...o qué...¿o no la usan ya en televisión?..¿cómo pa´qué? ¡Pa´la dignidad hombre! ¡Pa´la dignidad nuestra!"
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El título y el diálogo de acá arriba pertenecen a "La Estrategia del Caracol" de Sergio Cabrera, hermosa y conmovedora película colombiana que no pueden dejar de ver.
Y el interrogante lo asalta a uno en plena cara.
La dignidad de la que se habla aquí no es el pundonor ombliguista de la clase media o el gesto de asco de los que miran las secuelas de la pobreza untándose las manos con alcohol en gel.
La dignidad de la que hablamos, de la que se ocupa "La Estrategia del Caracol" es la dignidad del hombre en tanto sujeto humano. La dignidad que, ante todo, entraña un profundo respeto por la condición humana, por la integridad del hombre en tanto tal. Un respeto que asume la forma de reconocimiento.
Esa dignidad es la que está en entredicho, en la película y en este mundo tan contemporáneo que nos rodea y disuelve en una miríada de relaciones económicas. Que recubre con su lógica al sujeto, transformándolo en un objeto más, en una mercancía.
El dolor del que ni siquiera es considerado explotable, al que la sociedad considera un desecho. La herida que deja en el laburante el abuso constante, el bastardeo de su tiempo. Esa libertad acotada pagada con vida y más vida. De esa dignidad habla "La Estrategia del Caracol", de esa dignidad hablamos.
De esa dignidad que parece sobrar, que estorba, porque "con la dignidad no se come", cínica frase forjada por los que transforman la existencia en una carrera de supervivencia en la que tendríamos que poner en juego un darwinismo social que nos transformara en los más aptos.
Por eso la respuesta ante el cuestionamiento "-¿Pa´qué le sirve a Usted la dignidad?" es crucial.
Si la dignidad dejó de servir, entonces, pa´qué...

lunes, 13 de agosto de 2012

REMEDIO MILAGROSO: MEJORES SALARIOS

 El titular del Cronista indica alegremente: "Los empleados argentinos están estresados pero poco comprometidos con sus trabajos". Más abajo el texto indica algunos aspectos que permiten, dicen los pibes, que el empleado se comprometa más: "la voluntad y deseo de los empleados de realizar esfuerzos por su empleador, "habilitacion”, contar con las herramientas, recursos y soporte para poder realizar el trabajo de manera eficiente, y la “energía”, un ambiente de trabajo óptimo para el bienestar fí­sico, emocional e interpersonal. Un alto nivel de compromiso depende de los tres elementos y solamente se mantendrá a lo largo del tiempo si los tres están presentes."
A mi modesto entender se les olvidó el elemento más importante, esto es, el vil metal. En una economía capitalista en donde la empresa gana guita por el laburo de sus empleados y pone toda su energía en la obtención de ganancias, la mejor motivación para que el empleado se comprometa es que su sueldo sea más alto.
Todos los subterfugios anteriores son chicanas para que el empleado labure más por menos guita, toyotismo para más datos. Engañapichangas.
Poné más guita en los sueldos y lograrás más compromiso. Porque, que yo sepa, la empresa no labura gratias, pero pretende que el empleado sí lo haga.
He dicho.

jueves, 2 de agosto de 2012

¿QUE QUIÉN DIJO QUÉ?

-."La actual crisis financiera en Estados Unidos ha sido sin duda causada por la desregulación. La desregulación permitió una enorme concentración en el sector bancario, la mezcla de la actividad de la banca de inversión con la banca comercial, alentó un masivo apalancamiento y fomentó la creación de nuevos productos financieros de alto riesgo, convirtiendo a Wall Street en un gran casino."
-."Los bancos demasiado grandes para caer significa que tenemos bancos privados subsidiados por el Gobierno. Al final son los contribuyentes los que financian la desmesurada compensación que se pagan los ejecutivos de estos bancos. También significa que el capitalismo ya no funciona, ya que es imposible que estos bancos caigan. Por lo tanto, la tesis de que el capitalismo asigna eficientemente los recursos al eliminar aquellas empresas que pierden dinero deja de ser válida."
-."Sólo un ciego incapaz de ver la realidad puede pensar que los mercados financieros no deben ser regulados. Sin embargo, la crisis iniciada en 2007 es más que una burbuja especulativa tradicional. Es la historia de un fraude gigantesco y una especulación irresponsable para lograr ganancias de corto plazo. Los ejecutivos de los bancos que provocaron la crisis se enriquecieron gracias a ella. Las ganancias de los bancos ya no provienen de financiar la inversión privada productiva, sino que son el resultado de la especulación en mercados y de la manipulación de las tasas de interés, como lo demuestra el escándalo Libor.".
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¿Sabe Ud. querido lector, quién dijo todas estas cosas? ¿Acaso sospecha que fue un economista zurdoso y troscovita? ¿O uno de esos imberbes investigadores progresistas? ¿Quizás conjetura que tales declaraciones sólo puede provenir de ese costado de la vereda en donde todos hablan mal del capitalismo?
Bueno, debo decirle que, si pensó en alguna de las alternativas anteriores, se equivocó.
El autor de esas declaraciones es Paul Craig Roberts, que fue subsecretario de Polí­tica Económica del Tesoro de Estados Unidos durante la administración Reagan.
A ver Broda, Melconian, De Pablo, Cavallo, cómo hacen para desmentir a uno de su propio palo.

martes, 31 de julio de 2012

LO IMPORTANTE ES COMPETIR

¿Alguna vez se pusieron a pensar en la palabrita "competitividad"? ¿No? Irresponsables. Resulta que esa palabreja implica una tal rompedera de tujes que mejor nos detenemos un minuto entre el hockey y el badmigton (¿se dice así no?) y tratamos de aprehender los alcances de semejante asunto.
Competitividad, palabra usada casi siempre por empresarios a los que les interesa el país, significa que los productos o servicios que ellos venden sean más baratos que los vendidos en otras partes. Más que nada el término se aplica cuando se mentan las exportaciones.
Por tanto, intentan que sus costos disminuyan hasta casi desaparecer (lo que hacen todos los capitalistas) para que puedan competir en el mercado externo. La novedad es que hay productos o servicios que recurren a mano de obra cuasi esclava o tan barata que parece gratis por lo que la única forma de "competir" es consiguiendo a su vez mano de obra cuasi esclava o tan barata que parezca gratarola. Ahí tenés entonces uno de los motivos por los cuáles las empresas abandonan países y se van a otros, estos segundos, lugares en donde la expresión "derechos laborales" es un exotismo impensable.
Los empresarios entonces, recurren a esa competitividad como excusa para bajar los salarios, dado que, si no pueden competir "afuera" desaparecerán o se trasladarán. No por nada los servicios de call centers se brindan masivamente en países como La India en donde hay mano de obra a precio de liquidación todo el tiempo con reposición asegurada. Aunque la lista de países es amplia y aumenta cada vez que alguna lumbrera adopta como latiguillo aquello de la flexibilidad laboral, que no es más que bajar el precio de la mano de obra para de esa forma "seducir" a los empresarios. Claro que el tujes no lo pone el tecnócrata sino el laburante.
También, cada vez que alguien sugiere que los empresarios tienen que abonar impuestos como cualquier hijo de vecino, éstos reaccionan apelando, ¡como no! a la competitividad que, según ellos, disminuye porque les aumentan sus "costos".
Ni te cuento si a cualquier sensible se le ocurre que las empresas tienen que cumplir ciertas obligaciones para con el trabajador. Verás crecer la ira en las filas empresarias. Por lo mismo, les cagás la competitividad.
Como verán, la única variable que estos patriotas consideran es el precio del laburo y los impuestos que tienen que pagar. Aunque algunas veces piensan en los subsidios que les tienen que dar para mantener la competitividad.
Si si, lector avispado, a esta altura has descubierto que los prohombres sólo piensan en pagarle menos al laburante, al estado y si es posible, recibir guita del estado para sus negocios.
De poner un mango ni hablemos.
Supongo que, sugerirles una mejora sustancial de sus productos para generar valor agregado por innovación tecnológica o novedosos métodos de producción, reducir sus márgenes de ganancia (si si, reducirlos a niveles normales y razonables), conquistar mercados fundados en la mejora de procesos industriales o sostener una producción original que no tenga competencia y otras cosas más, jamás ha rondado sus cabecitas.
Ojo que siempre estoy hablando de un sistema económico como el que tenemos, nada de troscovismo, al menos por ahora.
Por eso, cuando escuche la palabra competitividad, búsquese un calzoncillo de acero y siéntese de espaldas a la pared. Alguien amenaza su buen nombre y honor. 

martes, 10 de julio de 2012

EN EL FONDO

El problema no es que haya un capitalismo bueno y otro malo. Y que los problemas del mundo obedecen a que estamos en un capitalismo malo. Y que sólo con cambiar de modelo de capitalismo todo mejoraría y no habría más hambre en el mundo, ni pobres, ni guerras, ni cualquiera de los horrores a los que esa puta realidad nos tiene acostumbrados.
Pensar de esta forma es poner el carro delante de los caballos. Cuando uno cree en la superchería anterior corre el riesgo de perder de vista el fondo del asunto, que es, ¡chocolate por la noticia!, lo más importante.
El capitalismo es un problema, y es un problema enorme que tendremos que sacarnos de encima porque de lo contrario, nos iremos con todo y maletas derechito a la extinción. Dados los extensos daños que la organización económica dominante ha infringido al medio ambiente (que no es el simple daño a una plantita o un paisaje determinado, sino la destrucción de las condiciones de supervivencia de la especie) el margen de maniobra se estrecha cada vez más. Hay, y es bueno saberlo y no mirar para otro lado, situaciones irreversibles en cuanto al clima, el agua, la tierra y el aire. Todos ellos frutos de la acción humana dirigida por el capitalismo.
La angurrienta búsqueda de ganancias a cortísimo plazo hace que los recursos se agoten a toda velocidad. Pero no solo éso. Además son desperdiciados para satisfacer necesidades de orden secundario. Y hay que añadirle a esta pésima ecuación la creación de necesidades artificiales para multiplicar ganancias que presionan, cuando no, el ambiente biofísico-social.
La panacea (¿el "círculo virtuoso"?) parece ser el consumo: mantenerlo supuestamente sostiene el crecimiento económico y mejora la vida del mundo. ¿Mejora? Permítanme dudarlo. Por otra parte, la lógica más ramplona indica que, si todos los habitantes del mundo consumieran lo que consumen los habitantes de los países del primer mundo, no habría tierra para soportar la presión. Redondamente nos iríamos a la mierda mucho más rápidamente de lo que nos estamos yendo.
No es por ahí el camino.
¿Cuál es el camino?
Profeta no soy, pero tengo la ominosa sospecha que, o cambiamos a tiempo para preservanos como especie o los cambios espantosos derivados de la aplicación a rajatabla del paradigma capitalista nos obligarán a cambiar sin margen de maniobra.
Me dirán alarmista, pariente de la Carrió, utopista, etc. Bueno, qué se le va a hacer.
También los primeros teóricos del capitalismo pensaron que lo suyo era un sueño. Sin embargo estamos en la peor de las pesadillas a causa de aquellos postulados y lo peor del asunto es que no parece haber otra opción en la monolítica concepción del mundo esgrimida por la economía dominante.
Habrá que fundar una nueva mirada, alumbrar el hombre nuevo. Será éso o transformarnos en dinosaurios y compartir su destino.



lunes, 2 de julio de 2012

UN PASO PA TRAS, PA TRAS, PA TRAS

¿Asi que "un pequeño avance hacia el humanismo"? O el humanismo ha cambiado mucho o yo no sé nada acerca de humanismo. Porque a mi me parece que el asunto consistió en darle más changüi a la especulación financiera. Pero bueno, Uds. ya saben que en este blog cohabitan el zurdismo más retrógrado y el absurdo desagrado por el capital. Cosas que como bien se sabe me llevan de cabeza al infierno y más allá.
Solo a mi se me ocurre pensar que si le dás más guita a los bancos, los susodichos en vez de ayudar a los tipos de a pata, a la generación de empleos y cosas así, preferirán especular para amultiplicar velozmente su "rentabilidad" sin importarles a quién le pisen la cabeza. Soy un resentido yo.

miércoles, 8 de junio de 2011

GENERACIÓN ESPONTÁNEA

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La riqueza es social. Este hecho básico y verificable es ocultado con minuciosidad por los empresarios a los que les interesa el país a los efectos de solicitar mayores ventajas, subsidios, disminución de impuestos y otras demandas que explicitan con total impunidad desde los espacios que generosamente les ceden los medios serios (a los que también les interesa el país) para amplificar sus palabras.
Esos mismos medios han vendido con precisa mala fe la versión de los empresarios. Mediante un constante bombardeo instalaron el equívoco sentido común que indica que el capital acumulado es fruto de la iniciativa de uno o unos empresarios. La riqueza aparece en ese esquema como el emergente de la inicitativa individual y no como resultado del trabajo de una sociedad en su conjunto, trabajo que luego capitaliza el empresario para obtener "rentabilidad".
Ningún empresario, absolutamente ninguno, podría acumular capital sin la mediación del trabajo de otros sujetos (revisar a Marx y su definición de plusvalía sería util en este punto), sujetos que también son resultado del trabajo de una sociedad (la formación de cada trabajador es producto del sistema social en donde vive), la calificación de cada obrero proviene de los esfuerzos colectivos de un sistema educativo, de un sistema de seguridad social, de un sistema de salud y de justicia. Todo eso invertido en un trabajador que luego le dará valor agregado a los bienes que el empresario mercará. Bienes que también son una objetivación del trabajo colectivo (no es otra cosa un objeto que contiene en sí mismo trabajo acumulado de orden colectivo: materia prima, generación de energía, componentes medios que son trabajo acumulado de otros especialistas, tecnología que es fruto del sistema científico del país, etc.) El "mercado" en donde trafica los bienes que en principio, escamoteó al colectivo, también es una creación social. Ese mercado también es la síntesis de un esfuerzo social.
El empresario goza de todas esas ventajas, pero sólo reconoce una mínima porción de lo que la sociedad aporta para la formación de su capital mediante el pago de salarios e impuestos. Impuestos y salarios que no son fruto de la condescendencia del empresario sino su obligación mínima en tanto obtiene su capital del esfuerzo colectivo de una sociedad. En definitiva, el empresario se apropia de parte del capital social y lo coloca bajo siete llaves, entregando a cambio una porción que no representa en absoluto el esfuerzo que toda una sociedad ha realizado para que la empresa y él mismo sean posibles.
Pensar lo contrario, pensar que el empresario crea riqueza es poner el carro delante de los caballos. A lo sumo concentra y ordena ciertos esfuerzos, recibiendo a cambio una porción más que generosa por esa disposición. Su posición en la sociedad no le genera más derechos sino más obligaciones en tanto que su riqueza proviene de la sociedad (riqueza conformada por trabajo acumulado y colectivo).
Por supuesto, la economía ortodoxa no informa del asunto. Ni informará por cierto.
Es bueno recordar estos asuntos cada vez que un señor empresario salga al ruedo a solicitar que le dejen las manos libres para hacer lo que quiera, como quiera, con quien quiera.