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jueves, 1 de septiembre de 2016

LA INDIGNIDAD COMPARADA

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Ayer en Brasil Dilma Rousseff fue destituida mediante un golpe de estado institucional. El primer gobierno de la región que "reconoció" al golpista Temer fue, como dudarlo, el argentino, de la mano de los sociópatas de Cambiemos. Hoy nos enteramos que el comunicado fue redactado por Marcos Peña (dado que Malcorra, que dice ser canciller argentina, anda por el mundo juntando figuritas a ver si puede mojar en la ONU). Decir que fue escrito por Marcos Peña al menos me exime de cualquier comentario.
Mientras países como Ecuador, Bolivia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, retiran sus embajadores de Brasil, Mauricio Macri se estrechará en un abrazo con el otro empleado del mes en la cumbre del G20 en donde ya va agachadito y con los pantalones en los tobillos (declaró que "No vamos a ir más a esas reuniones a decirles qué tienen que hacer ellos, sino con humildad a decirle qué queremos trabajar junto a ellos" o sea, ya pidió disculpas por el "pasado" y se inclinó a besar el piso desde acá hasta bajar del avión). 
Mientras todo eso pasaba los tipos del ¿grupo esmeralda? se juntaban a decir que ellos eran la "renovación" (que raro es el lenguaje, le llaman renovación a la restauración conservadora) y que el kirchnerismo es caca, caca, caca. Porque ellos son la oposición moderna, llena de ideas y propuestas y esos eran solo fanáticos ideologizados. 
Además Pichetto se daba besos con Massa y varios periodistas que hasta hace dos días decían defender la causa de los orejones del tarro entrevistaban a CFK ejecutando en medio de su alocución sugestivos "mmmmmmmm" chicaneando lo que no se atrevían a decir o preguntar.
Hay una especie de clamor, con un fuerte olor a mierda, respecto a la "necesidad" de que Massa sea el hombre para las elecciones del 2017.  ¿Massa? ¿Qué les pasa? ¿Ya se olvidaron lo que hizo y lo que hace Massa? Ahhh, perdón, es una opción "estratégica". Nos ha ido muy bien dándole pelota a las opciones "estratégicas". Ahí lo tenés al Chino Navarro y sus decisiones estratégicas, ponele. Ahí está Bossio y sus opciones "estrategia sanguchito". ¿Me están cargando?
Mientras quedamos sumergidos entre dos fuegos: el del gobierno y el de los tipos que ahora nos miran y dicen "-hay que moderar el discurso", "-el camino no es la agresión", como si la violencia fuera obra de nuestras acciones; la economía se va a la mierda, la cultura se va a la mierda, el futuro se va a la mierda. 
Cada acción de resistencia es calificada como terrorismo, palos en la rueda. Es más, hasta la palabra "resistencia" es considerada un exceso por parte de figuras tan señeras como Patricia Sosa, Oscar Mediavilla, Peter Robledo, Leando López y Oscar Martínez, entre otros.
La egregia Patricia Bullrich mete presos a tipos que dicen, amenazaron al presidente. Carrió nos miente diciendo que la inflación bajó porque ella lo comprobó, María Eugenia Vidal informa que las obras que están haciendo "se notan en el corazón", Prat Gay anoticia a los boludos que los desempleados están chochos porque saben que "no quedaba otra".
Y los analfabetos políticos que votaron a Cambiemos han seguido tres caminos, todos asquerosos: 1.-Se volvieron monstruos al todo y piden muerte, degollados y cabezas en picas en las plazas públicas 2.-Se hacen los boludos, manteniendo un silencio culposo dado que comprendieron la cagada que se mandaron 3.-Le piden a los boludos lo de siempre: "¿Y, cuándo lo sacan?" delegando la responsabilidad de sus acciones para no poner el cuerpo.
La palabra "dignidad" ha sido proscripta y desterrada. 

lunes, 15 de agosto de 2016

"¿PA´QUÉ LE SIRVE A USTÉ LA DIGNIDAD? ¿ESA PALABRA NO EXISTE O QUÉ?"

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El título del post es parte de uno de los diálogos finales de la entrañable película colombiana "La Estrategia del Caracol". No les voy a contar nada que les prive del placer de verla, el diálogo final es más bien un manifiesto: ante la requisitoria de un reportero, el narrador dice (además de la frase ya citada): "¿Cómo que pa´qué? Pa la dignidad, hombre, pa la dignidad nuestra".
Cuando defendemos lo que defendemos, cuando peleamos por lo que peleamos. Cuando discutimos, debatimos, arengamos, cantamos, compartimos, abrazamos, pintamos, etc., antes que todo estamos trabajando por nuestra dignidad.
Dignidad que no es esa pose de barbilla alzada y ojos despectivos que ciertas clases sociales usan como blasón de su desprecio, ni el pundonor que disimula almas mezquinas. Dignidad que no amerita la indignación de los desclasados que creen compartir el valhalla de los ricos y famosos.
Dignidad que es la "cualidad del que se hace valer como persona, se comporta con responsabilidad, seriedad y con respeto hacia sí mismo y hacia los demás y no deja que lo humillen ni degraden."
Dignidad que es "el derecho que tiene cada ser humano, de ser respetado y valorado como ser individual y social, con sus características y condiciones particulares, por el solo hecho de ser persona."
A esa dignidad se refiere el protagonista del diálogo de "La Estrategia del Caracol" y es ésa dignidad la que está en juego cada vez que ponemos en acto nuestra libertad.
Es ésa dignidad la que hemos decidido defender. No ahora, no hace 12 años. Hace mucho tiempo y nos hemos puesto canosos y las várices asolan las piernas que tienen el cansancio de tantas calles y plazas.
Pero aquí estamos.
Y tenemos preguntas, más que nada, una pregunta: "¿Esa palabra no existe o qué?"
En estos días sufrimos ataques constantes a nuestra dignidad: somo sujetos sociales, como sociedad, como país. Nos condenan a vivir sin luz, agua o gas, a no comer todos los días, a no poder reclamar porque llueven los palos y los gases. Entregan el terrotorio y la economía a otros países, negocian soberanía a cambio de dudosas prebendas, nos inmiscuyen en conflictos que discuten la integración de todas las nacionalidades que hasta ahora ha sido un rasgo notable de este país.
Y uno se pregunta, pregunta, les pregunta: "¿Pa´qué le sirve a usted la dignidad?¿Esa palabra no existe o qué?"
Más de la mitad de los habitantes en edad de votar del país eligieron a un gobernante que desprecia la palabra "dignidad". Le parece un lujo innecesario, un concepto de otra época que no se lleva bien con los negocios. A pesar de éso, fue elegido como presidente. Desde que ocupó el sillón del indigno Rivadavia ha derrumbado todos los mecanismos sociales que permitían a gran parte de los ciudadanos del país, existir dignamente. Y sigue haciendo lo mismo cada día de su vida como presidente. Los que reaccionan, los que reaccionamos, somos muchos. Pero no los suficientes. Por el contrario, muchos todavía defienden a un hombre que está destruyendo cualquier futuro digno posible.
Entonces vuelve la pregunta: "¿Pa´qué le sirve a usted la dignidad?¿Esa palabra no existe o qué?"
Las evidencias me dicen que una porción significativa de argentinos decidió que la dignidad no valía gran cosa. Quizás sin saber que la dignidad es eso de lo que hablaba San Martín: "Seamos libres y lo demás no importa nada". No sé si se han vuelto indignos, pero al menos miran hacia otro lado con entusiasmo.
No hablemos de dirigentes, ni funcionarios, ni de líderes de opinión: estamos hablando de nosotros, de los que transitamos el mundo de a pata, con todos los males y pesares.
Vuelvo a preguntar, me pregunto, les pregunto: "¿Pa´qué le sirve a usted la dignidad?¿Esa palabra no existe o qué?".
Algunos ya hemos encontrado una respuesta, que no es la más cómoda, que jode y causa rechazo. ¿Para qué hacemos todo lo que hacemos?: "¿Cómo que pa´qué? Pa la dignidad, hombre, pa la dignidad nuestra."

lunes, 27 de agosto de 2012

"¡PA´LA DIGNIDAD NUESTRA!"

"Periodista: -Está bien Don Gustavo, lo que no entiendo es todo ésto ¿para qué?
 Don Gustavo: - ¿Para qué? ¿Cómo pa´qué?...pues pa´...pa´que le sirve a Usted la dignidad ah!? Que esa palabra no existe...o qué...¿o no la usan ya en televisión?..¿cómo pa´qué? ¡Pa´la dignidad hombre! ¡Pa´la dignidad nuestra!"
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El título y el diálogo de acá arriba pertenecen a "La Estrategia del Caracol" de Sergio Cabrera, hermosa y conmovedora película colombiana que no pueden dejar de ver.
Y el interrogante lo asalta a uno en plena cara.
La dignidad de la que se habla aquí no es el pundonor ombliguista de la clase media o el gesto de asco de los que miran las secuelas de la pobreza untándose las manos con alcohol en gel.
La dignidad de la que hablamos, de la que se ocupa "La Estrategia del Caracol" es la dignidad del hombre en tanto sujeto humano. La dignidad que, ante todo, entraña un profundo respeto por la condición humana, por la integridad del hombre en tanto tal. Un respeto que asume la forma de reconocimiento.
Esa dignidad es la que está en entredicho, en la película y en este mundo tan contemporáneo que nos rodea y disuelve en una miríada de relaciones económicas. Que recubre con su lógica al sujeto, transformándolo en un objeto más, en una mercancía.
El dolor del que ni siquiera es considerado explotable, al que la sociedad considera un desecho. La herida que deja en el laburante el abuso constante, el bastardeo de su tiempo. Esa libertad acotada pagada con vida y más vida. De esa dignidad habla "La Estrategia del Caracol", de esa dignidad hablamos.
De esa dignidad que parece sobrar, que estorba, porque "con la dignidad no se come", cínica frase forjada por los que transforman la existencia en una carrera de supervivencia en la que tendríamos que poner en juego un darwinismo social que nos transformara en los más aptos.
Por eso la respuesta ante el cuestionamiento "-¿Pa´qué le sirve a Usted la dignidad?" es crucial.
Si la dignidad dejó de servir, entonces, pa´qué...

viernes, 19 de agosto de 2011

ESO ME HABÍAN DICHO

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En Latinoamérica por ejemplo: 500 años de igualdad, dignidad y libertad.
¡Ay Esperanza, no tenés idem!