Mostrando entradas con la etiqueta inseguridad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta inseguridad. Mostrar todas las entradas

martes, 2 de junio de 2015

SOMOS LOS MÁS PEORES DEL MUNDO, JUNTO A VENEZUELA, CLARO

Qué costumbre
...
...
Me iba a mandar flor de editorial pero estoy con vagancia.
Y una gráfica acerca de lo que "mide" la ONG.
Andá llevando.
...

viernes, 21 de noviembre de 2014

LOS LADRONES ENTRAN POR UN LADO Y SALEN POR EL OTRO Y A VECES NI SIQUIERA ENTRAN POR UN LADO

Como es costumbre, Susana Gimenez se despacha contra la "inseguridad" esgrimiendo el "así no se puede vivir, cuchame" en la CNN mientras la entrevistaba el periodista independiente Ismael Cala.
Eso no es noticia.
Entre los prístinos conceptos que descerrajó dijo "O las leyes están obsoletas o los jueces están a favor de los criminales". Y lo lanzó así, sin despeinarse y olvidando (supongo que por exceso de trabajo) que un poco de ese favoritismo que denuncia le fue simpático una década atrás cuando estafó al estado y no fue ni un solo minuto presa.
Además está ese molesto asunto que ligaba a Susana Gimenez con el Padre Grassi en torno a ciertos sorteos telefónicos presuntamente fraudulentos. 
Sospechamos, dado que la justicia es ciega pero se levanta un poquito la venda de tanto en tanto, que la ex-diva obtuvo cierta clemencia y vista gorda acerca de sus hazañas.
Pero claro, quién va a recordar esos episodios tan enojosos. Menos aún Ismael Cala, hombre probo y lleno de buenas intenciones.
Maldita memoria la nuestra.
...

viernes, 11 de octubre de 2013

A INSEGURO SE LO LLEVARON PRESO V: UNA MANO ATA A LA OTRA Y LAS DOS HACEN NEGOCIOS

El zorro en el gallinero
...
Circula una frase que repite el sentido común: “la policía tiene las manos atadas”. Por supuesto, el uomo qualunque atribuye esas ataduras a los “jueces garantistas”, esos “zurdos de los derechos humanos", esas “viejas de mierda madres de subversivos”, etc.
Diremos que sí, que la policía tiene las manos atadas pero no por la ley (ojalá) sino por todo lo contrario, por su profunda y estrecha relación con el mundo del delito.
Como no nos gusta hablar al flato, indicaremos que desde hace más de dos décadas las penas no han hecho más que endurecerse y la ley no detiene a los policías cuando actúan como escuadrones de la muerte o como sicarios de alquiler, o cuando masacran civiles en medio de una lucha entre bandas de uniformados, etc. (las estadísticas del CELS y de varios organismos internacionales que analizan estos asuntos son contundentes, y acá algunos ejemplos como éste o éste o éste). Se ve a las claras que no tienen las manos atadas por la ley. Mucho menos por la justicia, que no les ata las manos excepto que haya un negocio en puerta (manos que se desatan por lo general mediante una buena cantidad de bonos contribución en moneda extranjera)
Pretender que no pueden intervenir porque la justicia los limita, no les da espacio, no los respalda, es una fantochada inmensa. Simular que no saben cuánto cuesta entrar por una puerta y salir por la otra, que no tienen idea de cómo se negocian esas cosas, que ellos no tienen nada que ver es el colmo del cinismo.
Las fuerzas de seguridad invocan esta excusa - tener la manos atadas- cuando buscan mayor impunidad aún de la que tienen. Cada vez que alguien intenta controlarlos, ponerlos en caja, recordarles que están del lado de la ley y no del delito se plantan frente a una cámara de televisión (que siempre está dispuesta a escuchar esas quejas) y dicen que no pueden hacer nada porque tienen las manos atadas por la justicia.
Y con eso basta para que un clamor de analfabetos políticos reclame para estos desamparados mayor libertad de acción (a casi nadie se le ocurre reclamar que los policías actúen dentro de la ley, porque ni siquiera piensan o no quieren pensar que por lo general actúan fuera de la ley en beneficio propio con el consiguiente perjuicio que causan sus ilícitos en la sociedad en su conjunto y en la institución que dicen representar)
Mal podrá lucharse contra el delito (descartaremos el nebuloso universo de la “inseguridad” dado que como objetivo a combatir es incierto y brumoso) si no se comprende el verdadero papel que cumplen las fuerzas de seguridad en la administración del delito en beneficio propio, con protección política y cobertura judicial.
No entender cómo funciona esa articulación, cómo se trama ese universo paralelo que los mencionados ocultan bajo la amplificación y multiplicación de delitos menores impide cualquier abordaje eficaz de la lucha contra el delito.
En definitiva, montar el escenario de la “inseguridad” es un engañapichanga que oculta el verdadero mundo del delito y enmascara a sus protagonistas reales.
Y por ahora, gran parte de la sociedad ha caído en la trampa.
Lamentablemente.
...

jueves, 10 de octubre de 2013

A INSEGURO SE LO LLEVARON PRESO IV: LA GRAN ESTAFA

Mono con navaja
...
El dispositivo de control basado en la inseguridad (temor extendido al delito) funciona sobre el miedo de los sujetos. El miedo oscurece el análisis, desvía la mirada y propicia situaciones de excepción.
Quienes usan la inseguridad como plataforma de lanzamiento explotan este miedo, azuzándolo, configurando escenarios futuros en donde el miedo es la norma dadas las circunstancias actuales.
Indican que “de no reaccionar”, la situación –de temor generalizado- será cada vez peor, más profunda.
En ese momento postulan la necesidad de establecer, dada la emergencia, un estado de excepción que contiene una notable disminución de las libertades individuales y una cesión de derechos y garantías (si si, es lo que están pensando, los proponentes reactualizan el Leviatán de Thomas Hobbes).
Una vez alumbrada esta coyuntura, las herramientas legales y punitivas se vuelven contra los que supuestamente debían proteger. Las excepciones operan sobre otras situaciones (que no eran las descriptas originalmente) y las definiciones nebulosas encuadran por polisemia hechos que se buscaba suspender o coartar definiéndolos como un delito o contravención fuerte (el caso de la Ley Antiterrorista sirve como ejemplo, acá y en varios países, como Chile). En ese punto aparece con claridad la verdadera naturaleza e intenciones del endurecimiento legal y punitivo, que no buscaba disminuir la sensación de indefensión sino avanzar sobre los derechos y garantías individuales.
La paradoja es que el endurecimiento legal y punitivo no sirve para combatir el delito, ni siquiera el delito que pretende combatir. Esa pelea no tendrá lugar porque los delitos menores y sus efectos psicológicos son funcionales al estado de temor generalizado. A lo sumo serán administrados y reguladas sus dosis para causar el efecto deseado (parece un escenario de ciencia ficción, pero no lo es. Recomiendo leer a Ragendorfer).
La delincuencia mayor, que implica relaciones estrechas y complejas entre las fuerzas de seguridad, el poder judicial y el mundo de la política, permanecerá a buen resguardo mientras la atención de los sujetos se concentra en los delincuentes de poca monta que no por violentos son menos intrascendentes. Sujetos que con gusto habrán renunciado a una buena porción de su autonomía, motivados por el miedo extendido al delito.
Esa renuncia los deja expuestos a represalias del poder político, toda vez que sus probables acciones de resistencia pueden ser caratuladas, por ejemplo, como actos de terrorismo o sedición y recibir castigos impensables en otras circunstancias.
En el fondo, o no tan al fondo, subyace la intención de blindar la propiedad privada concentrada de forma tal de evitar cualquier escenario en donde la legitimidad de la misma pueda ser cuestionada.
No hay que cruzar ríos engalanados con botas. Mejor, antes de cruzar cualquier río habría que, por prudencia, verificar la necesidad de ese cruce.

miércoles, 9 de octubre de 2013

A INSEGURO SE LO LLEVARON PRESO III: LA AMENAZA FANTASMA

Bad
...
Al promover el miedo al delito, llamado genéricamente “inseguridad”, se apunta a dos objetivos centrales: por un lado obtener consenso en torno a medidas de corte punitivo y por el otro, centrar el foco de la atención sobre un determinado objeto punitivo.
El primer objetivo implica un achicamiento de perspectivas en torno a la política de lucha contra el delito: el estado de alarma permanente que se promueve tiende a buscar en los sujetos –dominados por el temor- consenso en torno a la pérdida de derechos y libertades que deberían sacrificar para recuperar la tranquilidad, esto es, no sentirse amenazados. Indirectamente (o no tanto) se sugiere que la libertad y las políticas que la incrementan aumentan la “inseguridad”, puesto que opera el concepto de libertad parcelada en vez de sumada. Se asocia derecho humano (con todos los límites que tiene el concepto) a delito, estableciendo una cadena de causas y consecuencias sin sustento ni evidencias.
El individuo se repliega y abandona los lazos colectivos que le proporcionaban sentido a su existencia social. Ese repliegue permite obtener control político efectivo, mediante la administración del miedo, que delimita y reconfigura los espacios colectivos.
El segundo objetivo, establecer un objeto punitivo excluyente, sirve para ocultar el amplio espectro de la actividad delictiva. Nombrar (que es hacer aparecer) al delito como “inseguridad” y señalar un culpable (antes de cualquier proceso judicial) esconde al resto de los actores, y, más que nada, las relaciones en donde se mezclan fuerzas de seguridad, organizaciones delictivas muy sofisticadas, cobertura política y legal, etc. Establecer como blanco de castigo y coerción a una sola de las porciones en las que el delito se despliega, hace que el sujeto amenazado concentre su atención sobre ese punto y no vea, no pueda ver, las verdaderas dimensiones y estructura del universo del delito. Si pudiera observar sin esas anteojeras, quizás por primera vez comprendería que las fuerzas de seguridad más que combatir el delito lo administran.
Y para tal fin, desvían la mirada de la sociedad (con la complicidad de los medios masivos de comunicación) centrándola en delincuencia menor (que tenga objetivos económicamente menores y que no tenga una estructura logística compleja no implica que no sea violenta, de hecho, la violencia de estos delitos menores logra el efecto de aumentar el temor del sujeto y de esta forma refuerza el imaginario en donde estos delitos son todo el delito),
En definitiva, la política fundada en el miedo al delito, la “inseguridad”, propone recortar derechos y garantías individuales en pos de obtener tranquilidad. Aumentar penas, endurecer leyes, limitar el despliegue de los sujetos en el espacio público. En esas propuestas subyace la amenaza a la sociedad en su conjunto, dado que cada vez que se reduzca el espacio individual y colectivo la explicación y justificación será “la inseguridad”, situación que legitimará cualquier medida que se tome, por más dañina que pueda ser.
Estigmatizar a una parte de la sociedad como culpable y objeto de castigo ejemplar refuerza el escenario anterior. El desvío de la mirada se acentúa con cada imagen de televisión que repite hasta la náusea la ocurrencia del delito (un solo delito multiplicado por cientos de exposiciones). Y, como dice el refrán oriental, mientras el dedo señala la luna, el imbécil mira el dedo. Y (sigo amontonando refranes) no hay peor imbécil que aquel que no quiere ver, ni peor sordo que el que tiene las orejas tapadas por los anuncios con música trágica.
Como consecuencia de lo anterior, y dado el escenario distorsionado, no hay políticas e control del delito de amplio espectro (como algunos antibióticos) sino modalidades punitivas dirigidas a una parte del mismo que se postula como un todo. Visto de esta forma comprobaremos azorados que la existencia de estos delitos menores (violentos, llamativos, dignos de titulares catástrofe) es imprescindible para poder dejar en la sombra todo el resto del mundo delictual, protegiendo de esa forma a los administradores y sus alianzas.
No es moco de pavo el asunto. Cuando uno cambia de perspectiva la cosa se vuelve mucho peor, pero al menos, más lógica.

martes, 8 de octubre de 2013

A INSEGURO SE LO LLEVARON PRESO II: EL CLUB DEL MIEDO

...
Ojos que no ven corazón que no siente, indica el refrán popular que pretende refutar los efectos de una traición. Nosotros lo aplicaremos en otro contexto.
Siendo la inseguridad efectivamente una sensación (miedo al delito), es necesario que el objeto que produce ese temor sea conocido por los atemorizados. Dicho de otra manera, si el sujeto no se entera de los delitos que lo pueden afectar no tendrá miedo y no se postulará como potencial víctima amedrentada.
Por tanto, si la inseguridad (considerando inseguridad como temor extendido) se ha vuelto un tema central en la agenda de los ciudadanos, debemos inferir necesariamente que los citados se han enterado de que pueden ser víctimas de un delito.
Pero esto no basta. Para que el miedo haya recubierto las relaciones sociales es imprescindible construir un escenario de tensión insoportable en torno al delito. Pongo por caso, en tiempos no tan pasados, también había ilícitos, y también los sujetos se enteraban de ellos, pero no se suscitaba la sensación de desamparo que implica el miedo visceral a un potencial victimario. Los medios de comunicación tenían una sección (casi en desuso) llamada “policiales” en donde se alojaban las noticias de ese rubro.
El nombre de “policiales” indicaba de alguna forma una situación fuera de lo normal, una excepción, algo que no ocurría todos los días. Al leer, por ejemplo, que alguien había robado tal o cual cosa, el lector sabía que el asalto había quebrado la rutina del asaltado y que, efectivamente, era una ruptura del ritmo cotidiano de esa persona o personas. Y comprendía que el asalto no continuaba en el tiempo, y, aunque compartía con los delitos que ocurrían la condición de ilícito, la relación culminaba en ese factor común.
Esta situación mutó a nivel informativo cuando los delitos comenzaron a ser encuadrados en la categoría de “inseguridad”. Colocar como rótulo la palabra “Inseguridad” indica que hay un marco más amplio para describir y definir al delito. Y más que nada, implica construir en el imaginario la idea de que existe una relación que sobrepasa la ocurrencia de cada hecho particular, que los une y les da un nuevo sentido.
Esta situación en donde cada asalto u homicidio adquiere relevancia como singularidad pero también como parte de una supuesta red de actividades delictivas es la novedad.
Se podrá argumentar que ese cambio refleja un aumento del delito. No es el objetivo de estas reflexiones analizar esa relación, pero podemos decir que si los delitos no son enhebrados en una cadena de sentido que les de la unidad de un relato, mal podrían causar temor. Las páginas policiales tendrían más incidencia en un diario, pero aún así, seguirían siendo delitos.
Pero cuando el delito es una muestra de la “creciente inseguridad” la cosa cambia.
Porque en ese momento el miedo es posible, dado que la ola nos puede alcanzar a todos, según sugiere el discurso mediático dominante.
Ahora solo resta conformar un escenario plausible para ese fenómeno, una taxonomía que describa con claridad quiénes son los protagonistas y qué papel cumplen, dónde están, qué aspecto tienen, a quién hay que tenerle miedo.
De eso nos ocuparemos mañana.

lunes, 7 de octubre de 2013

A INSEGURO SE LO LLEVARON PRESO I: NEW SENSATION

Vamos a meternos esta semana con un tema que es el caballito de batalla de la derecha reaccionaria, los renovadores que buscan la restauración conservadora, los medios de comunicación sumamente serios que riegan con nafta los incendios y así.
Dado que se habla mucho, mal y con alarma de “inseguridad” arriesguemos el pellejo y pensemos sobre el asunto tratando de desmenuzar lo que hay debajo, encima, atrás y delante de ese fenómeno que asola las pantallas y marca agendas y produce encuestas.
Vamos por parte, como dijo Jack el Destripador.
New Sensation
Aunque parezca una pavada decirlo, Inseguridad no es lo mismo que delito. ¿Cómo cómo?
El delito es el hecho mismo, la violación de una ley que implica el famoso ilícito. Un robo, un asalto, pero también una estafa, el ataque a una persona con fines de abuso sexual, y tantos otros etcéteras.
La inseguridad entonces, no es el delito sino el temor a ser víctima de un delito. ¿Me van siguiendo? O sea, no es el hecho mismo sino la representación del hecho. Y no cualquier representación, sino una representación prospectiva que presupone en el sujeto la percepción de que existe una alta probabilidad de ser víctima de un ilícito.
Ergo, la Inseguridad es una sensación. No podría ser de otra manera. Es la sensación de vulnerabilidad ante el delito. Los políticos de campaña insisten con que la inseguridad es “una realidad”. Tienen razón en un sentido, o sea, la “inseguridad” existe como el fenómeno descripto anteriormente.
Pero no tienen razón (o se hacen los boludos) en otro sentido: la inseguridad como percepción puede o no estar relacionada con el aumento del delito. No hay, repito, no hay, una relación directamente proporcional entre aumento o disminución del delito con aumento o disminución de la inseguridad, que como hemos señalado, es efectivamente una sensación.
No vamos a meternos con estadísticas del delito, de ninguna manera. No es ése el propósito de esta nueva serie (tiembla Lost). Lo que buscamos es desmantelar el sentido común instalado y naturalizado e impulsar el análisis, para aportar uno que otro elemento a la hora de soportar el bombardeo mediático sobre el asunto.
Decía entonces, la relación entre delito e inseguridad no es directa. De hecho, hay muchos factores que pueden provocar sensación de inseguridad, con lo que tenemos entonces que inseguridad no solo implica miedo al delito sino además otros temores que acechan en el imaginario del sujeto. De lo que se deduce que cuando se habla de inseguridad como temor a un ilícito se escamotean el resto de las causas que pueden producir sensación de inseguridad.
Además, al establecer esta delimitación taxativa se ocultan extensos campos de la vida social que se vuelven invisibles, opacos, impermeables al análisis.
Hablar de inseguridad y presuponer que un aumento de la misma implica necesariamente el aumento del delito es una petición de principio sin sustento empírico.
Sobre esta confusión teórica, sobre este recubrimiento discursivo se montan los dispositivos de control, que actúan, en ese sentido, como aparatos ideológicos de estado.
Mañana, si Tutatis lo permite, seguiremos tirando del ovillo.

martes, 17 de septiembre de 2013

METEME MIEDO

 ...
...
...
...
Entonces ¿cuántos murieron?
...
...
Así funciona.
Más claro echale lavandina.

miércoles, 8 de mayo de 2013

CHANTONOMICS


...
"La inseguridad tiene un condimento real y otro de ficción. El primero, nos complica; con el segundo, salimos ganando, afirma a Seguros el director General de una aseguradora líder. Habla en off the record porque nadie quiere hacer negocios con la desgracia ajena, pero, reconoce que, aunque en términos menores en relación a otros sectores, la inseguridad termina siendo un gran negocio para el mercado de seguros.
Delitonomics, o la economía basada en la inseguridad, para las aseguradoras, tiene una doble cara. Por un lado, el aumento de robos a comercios, viviendas y de automotores incrementa la siniestralidad y los costos administrativos, al tener que incorporar medidas de seguridad extra. Pero, en la otra acera, el creciente temor de los ciudadanos a ser asaltados está impulsando seguros clásicos, al tiempo que inspira a las empresas a lanzar nuevos productos alusivos al problema.
Una decena de firmas reconocieron a Seguros que la inseguridad, tanto la real como su sensación, los impulsa a hacer nuevos negocios".
...
¿Quedó claro o les hago un planito?
En todo caso, pasen por acá y háganse un stock.
Menos mal que no quieren hacer negocios con la desgracia ajena.

miércoles, 31 de octubre de 2012

A DESALAMBRAR

El capitalismo es un proceso de cerco creciente y continuo. La obtención de rentas, que equivale a la apropiación de plusvalía, requiere la colonización permanente de todos los espacios de existencia (o sea, todas las secuencias espacio temporales del aparecer del ser en el mundo como ente), retirándolos del dominio colectivo y limitando su uso, para obtener por ello una porción creciente de los bienes socialmente necesarios. Un chantaje, en donde se solicita plusvalía a cambio del uso de esos bienes que son negados en virtud del cerco, bienes que fueron obtenidos mediante trabajo social acumulado.
En ese sentido se ejecuta una sustracción. No es un robo en términos legales, dado que el derecho como dispositivo de objetivación y legitimación del proceso de cerco indica que el robo es intentar reapropiarse de los bienes cercados. La sustracción original, la violencia primera, queda recubierta por el proceso de constitución de un cuerpo de leyes que amparan ese primer escamoteo.
Para perpetuar el proceso de cerco se requiere el uso de la violencia para desalentar o combatir la resistencia a la violencia del cerco en continuo crecimiento. Las dos formas de violencia son imprescindibles dado que sin ellas el cerco perdería eficacia. También esta violencia queda recubierta por las leyes que están ahí para defender el cerco y la violencia que conocemos como tal, que en la mayoría de los casos es la reacción a la ampliación del cerco, se condena. Pensamos que las leyes nos "defienden" de la violencia y en realidad perpetúan el tipo de violencia que posibilita el cerco que sustrae bienes colectivos. Las leyes están ahí para que cualquier resistencia al cerco sea castigada.
¿A qué viene todo ésto?
Hablemos de la "sensación de inseguridad".
Dado que los planteos sobre "inseguridad" evitan tocar el espinoso tema de la propiedad privada en los términos en los que la hemos abordado al comienzo, equivocan las respuestas al "fenómeno".
Incluso los que indican que la inseguridad es en última instancia "fruto" de las desigualdades sociales, que arriman el bochín pero se quedan al borde del arroyo sin meter las patas en la corriente.
Nada de éso. Quizás (y ésto habrá que laburarlo mucho) la "sensación de inseguridad" sea la conciencia del despojo. Quizás, sólo quizás, la "sensación de inseguridad" sea el aviso sobre la inevitable reacción ante el cerco creciente de quienes están del todo fuera de él. Quizás, sólo quizás, la "sensación de inseguridad" sea el ethos de cerco que informa sobre el ataque de los despojados al dispositivo de cerco en el que muchos están dentro, otros con una pata adentro y otra afuera y otros pugnando por entrar.
Sólo quizás.
Y si lo miramos desde este punto de vista, el "crecimiento" no terminará con ningún problema porque el cerco crece y expulsa. Pero ése es otro tema.
Ampliaremos.

domingo, 7 de octubre de 2012

SPACE INVADERS

Si claro, hablando de inseguridad.
Abrís la puerta y te ataca la inquisición.
Que lindura.
...

...
No pierden la oportunidad de sembrar miedo.
Porque serán santos, pero más que nada reaccionarios.
Y sin miedo no existen.
Aumenta la inseguridad cultural.
Sépanlo.

viernes, 27 de julio de 2012

PARANOID CITY

...
"Señores vecinos de XXXXXX: ante algún hecto extraño, ya sea vehículos estacionados con personas adentro durante mucho tiempo, personas que deambulan sin sentido o aspecto sospechoso, observar seguimientos vehiculares en su vecindario no dude en llamar al: 99999999"
...
Este simpático opúsculo fue entregado en mi casa en forma de panfleto, acompañado con la indicación de a quién tengo que llamar si llego a ver a los descriptos. Informo que, excepto por lo del vehículo, dado que no cuento con el mismo, yo quepo en todas las otras categorías. Deambulo sin sentido y tengo aspecto sospechoso. Asi que, si me ven llamen a los guardianes de la bahía y a los vengadores.
Una profunda paranoia se ha apoderado de la cuadra en donde vivo y de varias a su alrededor. De un día para otro aparecieron alarmas instaladas en los postes de alumbrado (una de ellas apunta a mi casa), resultando que algunos vecinos tienen un botón "antipánico" y si ven alguna de las anomalías anteriores aprietan ese bicho y toda la calle se enciende como un patrullero y resuenan las trompetas del infierno. Se supone que cuando uno escucha esa alarma tiene que llamar las fuerzas vivas. Aja,
Habilitaron este engendro un día sábado y todo esa jornada y el domingo que le siguió la porquería estuvo sonando como si nos hubieran rodeado los hombres de Al Capone.
Para completar el amable panorama en cada poste hay un cartel que le informa a los probables chorros (que salen huyendo despavoridos, claro está) que ésta es una "Zona Vigilada, Alarma Vecinal, Vecinos Solidarios". El susto que se pegan los malvivientes debe ser espléndido che.
Además hicieron talar añosos árboles porque ¡daban sombra! y de esa forma ocultaban a los cacos, que árboles perversos. Los destrozaron. Además se incrementaron las luces de la calle. Las Vegas no brilla tanto te puedo decir. Faltan los comandos en traje de camuflaje y ¡bingo! (mejor no lo digo en voz alta a ver si se me cumple).
Paranoid City.
En este lugar puedo decir sin lugar a dudas que el trabajo de zapa de los medios serios ha dado resultado.
La enfermedad de la "sensación de inseguridad" nos ha tapado. Cada vez que salgo a comprar el pan siento que tengo en la nuca la mirada inquisidora de los vecinos solidarios. Vecinos solitarios les llamo yo.
Para Uds., alarmantes vecinos, Paranoid.
...

jueves, 22 de septiembre de 2011

AYUNOS...DE IDEAS

...
¿Te das cuenta? Estamos viviendo en medio del mismo juzgado final y no nos damos cuenta. Hombres de poca TELEFE. Menos mal que están las iglesias evangélicas (muchas, no sé si todas) para redimirnos y llevarnos de la mano (bueno, de la mano no que hablan los vecinos) al redil celestial. "Seremos la Argentina que Dios quiere" dicen los muchachos. Con una soberbia tamaño obelisco dado que el título indica que ellos conocen la voluntad divina.
¡Tomá pa vos!.
...

...
Se están juntando mucho con Monseñor Aguer, según sospecho.
De eso no puede salir nada bueno.

jueves, 8 de septiembre de 2011

miércoles, 10 de agosto de 2011

QUE COSA GRANDE CHE

No sé qué vamos a hacer.
Vamos, no sean insolidarios.
...

ZONZOS Y MIEDOSOS

Dicen que no es zonzo.
Pero yo tengo mis dudas.
Del miedo estoy hablando, claro está.
...
...
No se pierdan las aventuras en la cueva de Alí Sai Baba.

martes, 1 de marzo de 2011

PRONTUARIO

...
...
Sigue mostrando la hilacha.
Siendo quien es no puede hacer otra cosa que lo que hace.

jueves, 27 de enero de 2011

UNA PENA

¡Así no se puede armar una "Ola"!
No colaboran che. No colaboran.
...
 ...
¿En serio?
No digan.
Entre nosotros: ¿que cornos es un "caso de inseguridad"?

miércoles, 12 de enero de 2011

MENSAJE DESDE "EL INDIGNATORIO"

Esta es una carta de lectores enviada a El Indignatorio, o sea, el Correo de Lectores de La Nación. Una carta paradigmática. Obsérvese el uso de la palabra "libertad" en todo el mensaje. Compruébese en qué se transforma la libertad en determinados contextos. Véase también cómo varios argumentos expuestos por la indignada ciudadana, pueden ser usados para refutar lo que critica, casi sin cambiarles una coma. El cetaceo por la boca fallece, dicen las malas lenguas.
...
...