Mostrando entradas con la etiqueta 8N. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 8N. Mostrar todas las entradas

viernes, 19 de abril de 2013

KNOW HOW

Estuve reflexionando sobre la manifestación de ayer, el 18A. Quienes transitan este blog de cuando en vez sabrán que acá no le hacemos asco a las manifestaciones. Digamos, nada de "me coartan la libertad de circular" o "esos tres muertos de hambre que cortan la calle" o "mirá quién salió a protestar". Todas las proposiciones anteriores son variantes de la falacia ad hominem que consiste en descalificar al oponente. No haremos éso, puedo asegurarles. Mitad porque acudir a semejante artilugio discursivo implica cancelar cualquier diálogo o debate. Y obturar un posible debate implica falta de argumentos o debilidad de los mismos.
Tampoco admitiremos aquí la absurda refutación: "Es una manifestación política". Chocolate por la nueva ¡obviamente es política! ¿Qué otra cosa va a ser una marcha que pide cambios a nivel político? Cuchame.
En principio considero que está muy bien que hayan salido a la calle a protestar. De alguna forma la manifestación es la reivindicación, por fin, de la política. Aunque gran parte de los manifestantes indique que su reclamo no es político, justamente lo es por poner sobre el tapete sus censuras y aspiraciones, o sea, su propia mirada del país. No hay que tenerle miedo a la palabra "política". Hay que ponerla en movimiento. Una de las formas de hacerla caminar es salir a la calle a decir ésta boca es mía y dice ésto y no aquello.
Que también implica hacerse cargo de la ideología que uno profesa y actuar en consecuencia.
Me parece muy positivo, un paso adelante, dejar en el olvido aquello de "yo no tengo banderías políticas" o "yo soy un ciudadano común que sale a la calle a decir lo que piensa". Es sano y deseable que hayan decidido participar, reconociendo que tienen preferencias políticas distintas y que deseen mostrar que las tienen y que van a luchar por ellas.
En eso consiste. A nadie se le va a correr la peluca por eso.
Quizás ahora, luego de tres marchas, hayan entendido algunas cosas que los que hemos salido a lo largo de décadas a las calles conocemos por viejos más que por diablos. Una de ellas es que la calle es un espacio que se toma, y se toma en contra de otros. Porque hay otros en ese espacio y al salir a la calle a protestar uno desplaza a los que comparten ese espacio cotidiano. Como ninguna protesta es unánime, ni siquiera una que reuna millones de individuos, siempre alguien resultará desplazado y ese desplazamiento le ocasionará al desplazado alguna molestia, mayor o menor. Es inevitable. Espero que lo hayan comprendido.
También espero que ahora entiendan que salir a la calle a protestar genera una doble responsabilidad: por uno mismo como parte de la protesta y por los otros que no la comparten. El cuidado de ambos debe ser minucioso dado que ni unos ni otros tienen que ser lastimados por participar o por no participar. Es una enorme responsabilidad y hay que asumirla en ambos sentidos.
Hay más sobre este tema, pero con esto basta por ahora.
No hay, por otra parte, una protesta más legítima que otra. Tres que gritan frente a tribunales o un millón que recorre las calles tienen pesos estadísticos distintos pero el motivo de ambas, reclamar por situaciones que lesionan a los protagonistas, es el mismo. La coincidencia que reune más o menos personas en torno a un tema o temas en particular no hace que una protesta sea "buena" o "mala". Es una protesta. La moralidad de lo reclamado, su pertinencia, es una discusión que la protesta misma intenta hacer visible. Pero la protesta en si, el derecho a protestar, a expresarse, tiene que ser preservado. Por eso no hay protestas mejores o peores. Hay protestas. Eso también hay que entenderlo.
Y lo último para no cansarles las neuronas: cuando uno protesta posiblemente ese reclamo reciba una respuesta, que puede asumir muchas formas. Una respuesta que, en tanto no consista en reprimir, prohibir o coartar la posibilidad de expresarse, también es legítima. Una respuesta que tampoco debe ser descalificada por su origen. La respuesta a la respuesta también debe asumir la condición de una respuesta política.
Nadie debe asustarse: la confrontación política es necesaria.
Como sociedad somos un producto de esa dialéctica política. Nuestros peores momentos tuvieron lugar cuando no hubo esa praxis cotidiana por ausencia u omisión de uno o ambos términos. Por eso, entendiendo que somos y hemos asumido nuestra condición de sujetos políticos(zoon politikon decía Aristóteles) tenemos que celebrar la posibilidad de debatir en la diversidad y luego decidir en los foros que la democracia define para dirimir las diferencias.
Asi que, bienvenidos a la calle.
Nos estamos viendo.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

LA MALA PALABRA

¿Les pido un favorcito? A todos, a propios y ajenos, pero más que nada a los propios: dejen de criticar el paro del 20 de noviembre diciendo que fue “un paro político”. Por favor, pongan en esto el mayor esmero. Abandonen el argumento que indica que el paro no fue legítimo porque fue “político”.
Habrá, hay, otros motivos, puntuales, legibles, verificables, que se pueden explorar para refutar el carácter del paro. Claro que señalarlos requiere mucha mayor elucidación y análisis. Más laburo intelectual bah.
¿Los motivos de este pedido, de este ruego, de esta oración elevada a los feligreses de ambos bandos, si es que hubiera dos aunque ya sabemos que la realidad no se divide en mitades ni siquiera con Sofovich fungiendo como conductor?
Todo paro, toda toma, toda protesta, toda movilización, de dos, tres, cuatro o ciento veinte millones de tipos es “política”. ¿Qué otra naturaleza va a tener? Desde la Marcha del Orgullo Gay hasta el Día de la Resistencia pasando por la movilización al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de los traductores de gringos turistas que no saben pedir muzza con fainá. Las tomas de colegios secundarios en Buenos Aires, las protestas de pueblos originarios en el norte, la movilización de bañeros de hace algunos días, el cacerolazo del #8N, todos tienen carácter político. ¿Son menos legítimas por eso? De ninguna manera.
La discusión no está ahí. Muevan el tarro que están errando el chorro.
Los cortes de ruta de los ruralistas tenían carácter político, pero no era por eso que los discutíamos. Más bien el debate se daba en torno a otras características de las protestas por la 125, por su legitimidad de origen, por el país que imaginan e imaginaban. No estábamos de acuerdo con la mirada política que expresaban y con el país que anhelan todavía como escenario para perpetuar sus privilegios de clase.
No es, repito, el carácter político como condición inmanente de un hecho de esta naturaleza (una protesta de cualquier tipo) lo que uno debe discutir, sino el modo, la cosmovisión, la concepción política que defiende y propone esa protesta (porque una protesta tiene un fuerte componente prospectivo, le guste a quien le gustare).
Es de por sí evidente que una protesta es además una protesta contra una determinada política, sea esta cual fuere. Una política que motiva la resistencia. Una resistencia que tiene, no puede ser de otra manera, una indubitable condición política. O sea, una mirada alternativa que se hace visible. Nos agrade o no esa forma de pensar el futuro a partir del rechazo del presente.
No es otra cosa lo que hemos hecho en la calle desde hace décadas: refutar in situ un presente que considerábamos espantoso para proponer a los gritos, desde las paredes, mediante cantos, banderas y multitudes otro tipo de futuro.
En este blog hemos señalado hasta la náusea el desatino que compone desvirtuar una protesta diciendo que es “política”. Le hemos dicho a una manada de políticos que no pueden atacar una protesta diciendo que es “política”. Tienen que precisar los términos e identificar cuáles son las condiciones que no la hacen deseable, exponerse, que sería además una forma de exponer sus ideas al respecto. No se puede ser político y decir, sin que se te mueva un pelo, que algo es “político” como si fuera el “caca caca” con el que uno pretende desalentar la exploración que hacen los infantes de lugares u objetos francamente deleznables.
Lo seguimos pidiendo: no destruyan la política, esta vez a unos y a otros, dado que parecen estar de acuerdo oficialistas y opositores en lanzar al aire esta falacia descalificadora.
Decir que algo es malo porque es “político” significa en primera instancia atacar a la política como medio de construcción. Decir que algo está teñido de nulidad porque es “político” equivale a decir que la política carece de legitimidad para proyectar y ejecutar, restarle su potencia prospectiva. Decir que algo no debe ser tenido en cuenta porque es “político” implica empujar a la sociedad fuera del campo en donde se tienen que discutir ideas, propuestas y en el que los disensos son el motor y no el obstáculo de cualquier proceso.
Así que, ¡basta para mi basta para todos!.
Por suerte el paro de ayer fue político. Si quieren refutarlo o apoyarlo, a esforzar la neurona, abandonando los lugares comunes que sirven para hacer como que uno piensa.

PRESENTE CONTINUO

...

lunes, 12 de noviembre de 2012

LA LISTA DE JACK

Como decía el famoso Jack, vamos por partes:

1.-Dicen que los que participaron en el 8N no tienen representación política. Yo creo que sí, que la tienen. Sabemos y conocemos cuáles son sus candidatos. Pasa que ninguno de los candidatos a los que pueden apelar juntaría los votos suficientes para ganar una elección. Entonces, sería más acertado decir que no tienen representantes políticos que conciten la adhesión necesaria para imponerse en una elección.
2.-También se ha señalado que los que participaron del 8N no tienen propuestas. Yo creo que sí, que las tienen. En unos casos son inconfesables y se recubren con algún disfraz para que el gato parezca liebre y en otros son de orden general y señalan escenarios que consideran deplorables, sugiriendo, exigiendo reemplazarlos por otros más amigables con sus convicciones. Pero algo tienen en común, un punto de encuentro en donde todas esas propuestas coinciden: la exclusión. Tal como se ha señalado con acierto las propuestas del 8N apuntan al recorte de derechos como mecanismo compensatorio.
3.-Decían algunos carteles del 8N que “eran de la mitad que mantiene a la otra mitad”. Nada más falso que ese argumento. Ya lo hemos desguazado en otro momento pero agrego: pensar de esa forma es ignorar que existe una brecha nada despreciable entre los que tienen mayores ingresos y los que reciben una porción ínfima de la torta. La famosa brecha entre ricos y pobres. Este índice significa en la práctica que quienes acumulan más riqueza la obtienen a costa de los que tienen menos ingresos. No hace falta explicar los vericuetos de la plusvalía y la producción social de la riqueza ¿no? Eso de que el capital acumulado es en realidad sobretrabajo apropiado ¿no? Entonces, sería más acertado decir “Soy de la mitad mantenida por la otra mitad, yo la junto con pala dada la existencia de una mitad que suda para abultarme los bolsillos” invirtiendo el sentido del signo. Los señores pueden apelar indicando que la mitad que supuestamente ellos mantienen “no labura”, “vive de los planes”, etc. Entonces responderé que necesitan interiorizarse sobre el concepto de ejército de reserva y aplicar esas pretendidas leyes de oferta y demanda con las que encandilan a los ingenuos.
4.-Muchos carteles indicaban que “la inseguridad no es una sensación”. Más allá de estadísticas y análisis rigurosos que podrían iluminar algo tan oscuro y nebuloso debo recordarle a los señores caceroleros que sí, que la “inseguridad” es una sensación. Y que, si ellos están en la calle es porque tienen esa “sensación”. Si señores. Se “sienten” inseguros. O sea, tienen la “sensación” de no tener seguridad. Más allá de que esa sensación sea acertada o no, la tienen. No tienen la certeza, tienen la sensación. Pueden aducir que han sido asaltados y entonces no es una sensación. El asalto no lo es, pero tener la percepción de que pueden volver a ser asaltados es una sensación. Y el asalto es algo concreto, un dato duro, que es parte del delito, como singularidad y como parte de una estadística.
Me dirán que el análisis es más bien rebuscado. De ninguna manera. Hablar de “inseguridad” es hablar de una sensación porque no hace referencia a hechos, aunque los hechos aparentemente la disparan: hace referencia a la percepción de una posibilidad, o sea, una sensación.
5.-Muchos de los que protestaron en el 8N adherían a la solicitud del periodista Jorge Lanata que propuso, con alguna teatralidad, hace algún tiempo la consigna “Queremos Preguntar”. Pero, tal como se pudo verificar en la cobertura que le dieron los medios concentrados a la protesta, ese derecho es una solicitud unilateral. Todos, sin excepción, descalificaron al equipo de 6,7,8 que fue al 8N a ¡preguntar! No les ha caído bien que los caceroleros hayan sido interrogados. Los epítetos van desde “soberbia” hasta “elitismo”, pasando por “provocación”. O sea, la solicitud de Lanata era unidireccional: preguntar sin ser preguntado, interrogar sin ser interrogado. Mirando con la paciencia necesaria se descubre que el pedido de “Queremos Preguntar” en realidad significa “Queremos ser los únicos que preguntan y no queremos responder”. Simplificándolo “Queremos ser la única voz, interrogadores e intérpretes”. Por tanto, únicos administradores de un discurso que no admite preguntas, eficaz y evidente por sí mismo. La objeción puede ser que los caceroleros respondieron a los entrevistadores a lo que diré que estábamos hablando de los medios concentrados no de los participantes en la protesta que hablaron y se los escuchó fuerte y claro.
6.-La protesta misma echa por tierra los argumentos de “falta de libertad de expresión” y “falta de libertad”. Porque si ese hecho se verificara en la práctica la marcha no hubiera existido, o, como nos ha pasado en muchos casos, la represión hubiera intentado disuadir a los que protestaban. Y bueno, las expresiones vertidas en carteles, consignas y otros soportes indican con meridiana claridad que tuvieron libertad de expresión, amplia y sin restricciones.
Hay más, pero por hoy se me acabaron las fuentes de plagio.
Ah, me olvidaba: se admiten objeciones argumentales, las descalificaciones personales no tendrán respuestas, aunque pueden insultar a gusto si les apetece.

HABLAR AL PEDO

De eso se trata proclamar escalas de valores que no tienen efecto en la práctica. Si usamos el análisis de Jean Paul Sartre, las cosas son cuando están siendo. Son cuando son. De lo contrario, apenas configuran un decálogo anodino con el que las buenas gentes dejan sus conciencias en paz ante los espejos. 
Algo de eso hubo en el 8N.
Muchas palabras que no tienen otro contenido que el de figurar en una taxonomía ausente, en una escala proclamada pero no vivida, en generalizaciones vaporosas que no definen más que una indefinición sistémica. Indefinición que permite al indefinido, si se me permite la redundancia, evitar cuidadosamente vivir de acuerdo a lo que proclama como sus valores fundamentales.
Por eso pueden odiar y a la misma vez creerse personas buenas, piadosas, bellas y llenas de sensibilidad.
Por eso olvidan, se olvidan, deciden olvidar con tanta facilidad.
Por eso pueden correrse de su responsabilidad y declararse parte de un bando lleno de probos mujeres y hombres apegados a la república y la democracia.
Por eso pueden huir del oprobio que debería causarles su propia sombra en la historia.
Por eso vimos lo que vimos.
Y veremos lo que vendrá.

sábado, 10 de noviembre de 2012

I HATE THEM ALL

...
Basta recorrer los comentarios (y los artículos, aunque ahí disimulan un poco) de los medios serios y amordazados del país para verificar, como en un experimento científico, que ahí nomás, apenas rascas la capa retórica sobre la defensa de la república y las instituciones del 8N, está el odio. Ni te cuento los blogs en donde una marea humana tan intensa como la que marchó el 8N salió a la cancha con un grito de guerra que hace pensar, a los que no compartimos el planteo de la protesta, que nos aguarda un destino de horca y guillotina por ser "lacayos" del gobierno, situación ésta que significa no pensar como los caceroleros.
Vi con mucho agrado carteles en la marcha que decían "Pensar distinto está bien". Pero claro que si. pensar distinto es la esencia de una democracia. Sin esa diversidad no es posible optar por un proyecto político o por otro, por una idea o por otra, por ésto o por aquello. Lo llamativo es que ese "Pensar Distinto" se considera en el bando de la virtud si uno comparte la consigna de los caceroleros. Si no lo hace, no está bien, por lo tanto, el cartel miente: debería decir "Pensar como yo está bien".
¿Por qué digo lo anterior? Un poco por el tema del respeto que intenté analizar hace algunos días en este post. Otro poco porque en algunos comentarios que han dejado también en este humilde pasquín de obviedades han manifestado claramente que el ánimo es de revancha. Se me ha señalado en repetidas oportunidades que me, nos mueve el resentimiento. Eso lo podemos discutir. Pero lo que es obvio, evidente en sí mismo es que a muchos de los que protestaban el 8N también los animaba un sentimiento semejante. No son blancas palomitas republicanas que, con la mayor inocencia, salen a reclamar por su alpiste. De ningunísima manera.
Sobre las frases que prometen venganza lanzadas por los simpatizantes del 8N no hace falta extenderme. Cualquiera puede comprobar el tenor de las mismas. Un detalle: yo me asusto mucho cuando alguien repite tantas veces la palabra libertad y justicia. No sé porqué.
"Si el nombre es arquetipo de la cosa..." indicaba Borges en el poema aquel. El símbolo más acabado de esta marcha, del 8N no son las miles de personas que marcharon, los globos, las banderas argentinas, los cantitos o cosas por el estilo. El arquetipo de la cosa fue la destrucción de la placa en homenaje a Rodolfo Walsh y la vandalización del mural que recuerda al escritor y periodista desaparecido. Ese nombre, ese hecho, resume, de una vez, la naturaleza de la protesta. Podrían haber agregado una frase como "fuera zurdos", pero no querían ahuyentar a los confundidos que estaban ahí, marchando más o menos al lado de sus opresores.
Se me dirá que lo mio es reduccionismo burdo, análisis epidérmico, etc. No lo es. Pero no porque lo digo yo, lo dijeron las personas que fueron entrevistadas durante la marcha. En todas ellas primó un dispositivo de ocultamiento discursivo: recubrían sus intenciones, comenzaban hablando de instituciones, república, independencia de los poderes, libertad y luego, de a poco, comenzaban a revelar eso que traían adentro como un entripado y que sus buenos modales no dejaba salir frente a las cámaras.
La reacción del salame que le pegó al periodista fue mucho más sincera que todas las declaraciones anteriores en donde los entrevistados pretendían defender un supuesto orden institucional pero lo que querían era algo muy distinto, inconfesable, aún en un ámbito amigable para sus ideas.
Hablando de Walsh, recordé una frase del escritor mientras miraba en los distintos canales el desarrollo del 8N y pensaba en la placa destruida con saña y, bueno es repetirlo, odio: "La oligarquía, dominante frente a los argentinos y dominada frente al extranjero. Que esa clase esté temperamentalmente inclinada al asesinato, es una connotación importante que deberá tenerse en cuenta cada vez que se encare la lucha contra ella. No para duplicar sus hazañas, sino para no dejarse conmover por las sagradas ideas, los sagrados principios y, en general, las bellas almas de los verdugos”
Calculo que viene como anillo al metatarso. 
Nota:
Préstese atención a la retótica de los participantes del cacerolazo. Como dice Walsh, no se dejen engañar.

viernes, 9 de noviembre de 2012

VANIDOSOS

...
Que cosa con estos agrandados.
¿Para eso quieren libertad de prensa?
Pese a lo que dice Infoburdo, yo no vi otros canales con el micrófono abierto entrevistando caceroludos. Pero yo soy uno solo che y no puedo ver todo al mismo tiempo.

¿A QUIÉN APOYARÁN? QUÉ MISTERIO CHE

...
Me muero por saber a quién van a apoyar.
Son tan ecuánimes.
Así, sin más.
Yo te aviso.

UN BUEN CONSEJO


Buen consejo para aplicárselo a sí mismo.
...
...
Dos cosas: ya le está "tocando" gobernar, con los resultados que están a la vista.
Segundo, bueno, también sería bueno que entendiera lo que está pasando, para hacerse cargo ponele.
...
...
¿También cacerolearon por abandono de persona?
Sobre la foto, Mauri, no aclare que oscurece:
...
"yo no fui a disfrutar del evento, fui a hacer algo que tiene que ver con la política de instalar Buenos Aires y la Argentina en el mundo"
"Había un corte de luz a las seis de la tarde, que se restableció a las ocho, que creó un caos de tránsito, y para todo ese tiempo dispuse toda la logística que tiene la Ciudad para ayudar a reconducir el tránsito, que era caótico por la falta de semáforos".
"No fui al de cholulo, sino porque reconozco a cada celebridad que viene a la ciudad de Buenos Aires, en búsqueda de que él vuelva a su país y diga 'no saben lo fantástico que es la Argentina, Buenos Aires'".
"Yo fui como parte de mi agenda de trabajo a las nueve de la noche, en vez de poder estar con (su hija) Antonia a esa hora me fui a entregarle ese diploma, no a un recital"
...
Cierra música de violines.

jueves, 8 de noviembre de 2012

EL SÍMBOLO

Así se busca consenso.
¿Y nosotros somos los violentos?

LLUVIA Y MEO II

Me hubiera encantado escribir éste artículo. Ya que no lo hice aconsejo leerlo.
Agrego: hoy saldrán a las calles a ejercer un derecho por el que hemos peleado mucho, largo y parejo. Es la sangre de nuestros muertos la que tiñó una y otra vez el pavimento. Fueron nuestros ojos los que lloraron de bronca bajo la niebla de los gases lacrimógenos, fueron nuestras espaldas las que recibieron los palazos propinados por los agentes del ¿orden?, fueron nuestras piernas las que nos sostuvieron mientras la caballería se hacía un picnic pisoteándonos con saña y persistencia.
Por todo éso, hoy pueden salir a la calle y decir lo que quieran sin que nadie les caiga por la espalda y los saque corriendo, a riesgo de su vida e integridad física.
Éso, tan impensado algunas décadas atrás, es un logro.
Cuídenlo, mímenlo, denle la importancia que realmente tiene. Estarán en la calle exponiendo su punto de vista y no serán objeto de persecución. Créanme que no es poco. Valórenlo.
Quizás, como en alguna parte dice el artículo recomendado, este sea el comienzo de su efectiva participación en la vida política del país, más allá de las broncas epidérmicas.
Yo al menos espero que eso ocurra.
Nosotros nos ganamos el derecho a decir lo que somos, fuerte y claro, para que no quepan dudas acerca de cuál es nuestra postura. Aguardamos su llegada, su disenso, sus propuestas, por fin, sus definiciones.
No nos defrauden.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

LLUVIA Y MEO

¿Qué es lo que pensamos del 8N? No. El asunto no es simple. Mitad porque acá, en este blog, cuando ha hecho falta hemos dicho que no estábamos de acuerdo con el gobierno nacional, con voz fuerte y clara, sin tener en cuenta, perdón, teniendo en cuenta que muchos de los defensores a ultranza del gobierno nacional no convalidarían las críticas.
Entonces ¿esto quiere decir que estamos de acuerdo con el 8N? No. Pero eso no significa que, por presentar un despacho en disidencia con el 8N vamos a dejar de criticar lo que consideremos que haya que criticar del gobierno nacional. Preservamos nuestra subjetividad. Si hay un gremio en el que no militamos es el de los fanáticos. Y tampoco existe aquí ningún tipo de verticalismo ciego, enamorado de su sombra. De ninguna manera.
Y como a este blog, seguro le ocurre a muchos por ahí que no están de acuerdo con el 8N pero no convalidan todas las acciones del gobierno nacional. Y esta situación no nos coloca en el “bando” del 8N. Como no aceptamos análisis simplistas ni divisiones maniqueas, provengan de donde provinieren, deploramos esa topología cartografiada por el sentido común que secciona al mundo en dos partes, en una de las cuales habitan los buenos y en la otra, claro está, los malos.
No es tan fácil, no es tan elemental. La sociedad y sus procesos por suerte son más complejos de lo que uno puede suponer. Digo por suerte, porque esa condición de los procesos sociales hace que cualquier análisis deba revisar su propia eficacia, su evidente contingencia.
Si ni siquiera en las ciencias exactas uno más uno es dos, calculá en el ámbito de lo social en donde los múltiples elementos de análisis ni siquiera pueden ser guardados en una gaveta con el nombre de “variables” para el cómodo uso del investigador (la pretensión de un lenguaje algebraico que se aproxime a la jerga de las ciencias físicas es eso: una pretensión que reduce el campo de estudio en vez de ampliarlo teniendo en cuenta las condiciones diferenciales del campo social).
Esa topología dicotómica y antinómica distorsiona cualquier análisis, pero también toda prospección que use como referencia ese mítico mapa. Por lo dicho, porque no hay dos mitades opuestas. Hay muy otra cosa. Claro que, para advertirlo hace falta salirse del cinturón de seguridad del sentido común mediático y enfrentar los vericuetos que caracterizan al mundo de allá afuera.
No todos pueden renunciar a una taxonomía que les simplifica la mirada. Tanto se las simplifica que terminan ciegos, y si se descuidan, sordos.
Volvamos al 8N, materia que nos mantiene caminando sobre carbones encendidos.
¿En qué no estamos de acuerdo con el 8N?
En primer lugar por las cosas que están ausentes en esa protesta, por las que no se quejan y que no les mueven un pelo. A saber, los pobres que siguen existiendo, los asesinados por los sicarios a sueldo de los sojeros, la represión a los pueblos originarios, la complicidad iglesia-gobierno en muchas provincias (como Salta, por poner un sólo ejemplo), la contaminación por el uso de glifosato, la pérdida de la soberanía genética y, en breve, de la alimentaria, la creciente concentración de capitales, la cooptación de la cadena productiva por parte de multinacionales, etc. Un largo etc. Estas cosas no son del interés de los que participan en el 8N.
En segundo lugar porque protestan por cosas que a nosotros nos parecen avances y no retrocesos. Enumerarlas sería tedioso, pero como ejemplo podríamos poner la Ley de Medios y otras iniciativas por el estilo. Y ya que estamos, hablemos del dólar: resulta ser que los dolarizadictos (y cuando pienso en esos dolarizadictos pienso en tipos que la han podido guardar porque para guardar algo bastante te sobra, o algo escondés, o de algún lado salen esas rupias no tan santas) han practicado el arte de llevarse sus ganancias a otra parte alegremente, a costa de todo el resto. Porque el dinero que se fuga en forma de divisas es parte de la riqueza social que acá ya hemos mencionado hasta la náusea.
Cuando alguien, aún tímidamente, les señala ese hecho mencionan que ha sido vulnerada su libertad. Extraña libertad que consiste en la convalidación de un despojo.
Cuando hablo de dolarizadictos no pienso en el tipo que quiere viajar porque quiere viajar y guarda guita para poder viajar o en alguien que tiene un par de mangos y los convierte en dólares porque el miedo no es boludo y acá nos enseñaron a tener miedo los gurúes de los que saldrán a golpear cacerolas el 8N. No pienso en peregiles.
En tercer lugar por el racismo apenas disimulado de muchos de los que protestan (no todos, porque ya se sabe que generalizar comporta un error de dimensiones épicas, tanto como pensar que hay un bando de los buenos y otro de los malos). Porque en el fondo de muchas consignas uno advierte la descalificación del otro como un otro: los negros de los planes, los piqueteros de la AUH, los peronchos de esto, los zurdos de aquello. El otro es malo porque es otro y no piensa como yo (véase que tal argumento también sirve para frenar esa crítica al 8N que se funda en las mismas razones pero al revés. Hay que combatir con argumentos, rebatir argumentos, no descalificar al portador porque de otra forma lo único cierto es la ruptura de cualquier diálogo, o sea, la cancelación de posibles acuerdos mínimos, aunque Barone diga que somos buenoides).
En cuarto lugar porque varios de los que organizan el 8N (¿qué tiene de malo admitir que hay un esfuerzo organizativo detrás de la protesta? Nada. Pasa que, si blanquean que hay una organización y quiénes son los organizadores podrían restarse varias adhesiones porque los objetivos que tienen no son confesables) pretenden alcanzar lo que las mayorías les niegan en el voto. Y que yo sepa, en una democracia la legitimidad se obtiene mediante el voto y además, la cacareada legitimidad de ejercicio se funda en esa primera opción. Cualquier otro camino que no se parezca a ése tiene un nombre concreto y nadie puede mirar para otro lado y hacerse el boludo como perro que volteó la olla. A muchos de los 8N les encantaría que su protesta diera por resultado la caída del gobierno nacional. Cuando alguien les pregunta a boca de jarro si lo que desean es la “destitución de la yegua” dicen “-No”. ¿Entonces? “-Que nos escuchen” Bueno, se los escucha bastante. “-Pero no hacen lo que nosotros queremos” Claro, porque las opciones a las que adhieren no fueron votadas. Se hace más o menos lo que la mayoría pidió (eludamos por ahora el dilema de representar o sustituir) mediante el voto emitido. “-Entonces esto es una dictadura” No, una democracia “-Qué democracia de mierda” ¿Qué dijo? “-No nada, no dije nada”.
En quinto lugar, por la referencia maniática a la “diKtadura”. Supongo que esta gente vivió en Argentina durante la dictadura. Si es así saben que las condiciones son otras. Por ejemplo, pueden organizar el 8N, salir a la calle, golpear ollas, marchar, decir que no están de acuerdo y no les va a pasar nada de nada. Saldrán indemnes, excepto por el dolor de patas de aquellos que no están acostumbrado a caminar y de repente arremeten contra el asfalto ciudadano. Eso en dictadura no ocurre, no ocurrió. Los que salían, los que se atrevían tenían un destino muy incierto. Un destino que a los protestantes del 8N les interesó poco y nada (recordemos que, según documentos reservados del departamento de estado de EE.UU. previos al golpe del ´76 las clases acomodadas aprobaban “en silencio” el accionar de la Triple A y luego convalidaron el terrorismo de estado). No hay impedimentos para que “expresen sus opiniones” , se los escucha fuerte y claro, por suerte, porque así corresponde a una democracia. No están presos, no están amordazados. Lo que molesta, lo que jode, es que otras voces digan que su punto de vista es un punto de vista entre otros y que esa mirada no es la única legítima y posible.
Podría seguir enumerando cosas hasta limarme los dedos, pero creo que más o menos el punto ha sido establecido.
Nos reservamos el derecho a criticar al gobierno nacional pero no vamos a protestar por las cosas que el gobierno, a nuestro criterio, hace bien o intenta hacer bien. Tampoco, como cierta izquierda dogmática y antidialéctica, pretenderemos que de una agitación “revolucionaria” surja el gobierno popular como por arte de magia.
Nada de eso. Los procesos de construcción son lentos, complejos, llenos de contradicciones, avances y retrocesos. Y el que no lo entienda, que lea a Gramsci, más que nada en el punto en que el italiano habla del bloque histórico.
El otro día un objetor de esos a los que les gusta el consenso me decía que nuestras teorías generaban muertos: dos cosas, los muertos los ponemos nosotros y los asesinos están en la otra vereda. Y los muertos son asesinados por entender cómo viene la mano, por establecer una diferencia taxativa entre lluvia y meo.
Lo mismo que hacemos nosotros con el 8N. Porque una cosa es la lluvia y otra cosa, muy distinta, es el meo.

jueves, 1 de noviembre de 2012

EL RESPETO

Durante los últimos meses mucha "gente" me ha solicitado respeto por sus opiniones. Pedido que se ha hecho efectivo mediante gesticulaciones ampulosas e interjecciones rayanas en el insulto, dichas a un volumen cercano al grito, por hombres y mujeres cuyos ojos amenazan salirse de las órbitas mientras la baba ectoplasmática se desliza por las comisuras de los labios, incontrolable, en tanto contraen el rostro en un gesto de rabia furibunda.
Trepados en lo alto de una silla o una mesa, apuntándome con el dedo, como místicos en rapto idem, me interpelan al grito de "¡Tenés que respetar mis opiniones!¡qué te crees que es ésto!¡ya no estamos en una dictadura y yo tengo el derecho de decir lo que se me ocurra y ni vos ni nadie me va a negar ese derecho!". Desde el silencio y para mi coleto, dado que el monólogo de los solicitantes abarca con su histrionismo todos los espacios de habla disponibles, me digo que tienen razón, que pueden decir lo que tengan ganas y que de hecho lo están haciendo. Y me agrego, el problema es que yo no estoy diciendo lo que pienso, mitad porque no me dejan y mitad porque si quiero hablar tengo que gritar más fuerte y eso no es dialogar.
Pero afuera el espectáculo continúa con las siguientes frases que provienen de las amenazantes formas humanas que gritan en soledad desde hace varios minutos: "¡Esto es una dictadura, un país bananero, esto es Venezuela, el país lo gobierna Chávez, no podés comprar dólares, viajar a Europa, tener una casa en un countrie, nos gobiernan los montoneros, te cuentan una historia tuerta, las víctimas no tienen derechos humanos, la inseguridad ya no nos deja vivir, somos Colombia (no, Colombia no porque ahí se juntaron con gente civilizada de EE.UU., no es lo mismo), avasallan las instituciones, ya no hay democracia, todo es confrontación, lo que hacen es dividir a la sociedad alimentando el resentimiento de esos negros de mierda, carajo, la puta madre que lo reparió..!"
Ahí yo digo, me sigo diciendo porque no tengo espacio para decir nada ante la perorata interminable "-Y no, no somos Venezuela, y puedo refutar una por una las objeciones que los cosos éstos plantean, pero no puedo porque están gritando y no me dejan hablar mientras me dicen que los "KKs" no los dejan decir lo que piensan y están censurados junto con las voces de periodistas disidentes que tampoco pueden decir lo que piensan y el que no puede hablar soy yo y el irrespetado soy yo, desde el principio."
Advierto la paradoja, o parajoda como suelo decir a las apuradas: me piden respeto sin respetarme. Entonces, lo que solicitan no es respeto por sus opiniones sino adhesión instantánea a las mismas. Respeto implica aceptar que el otro es un otro, y que por éso es sujeto de derechos. Pero los que me gritan no consideran que yo sea un otro sino un enemigo. Quieren que agache la cabeza y asienta compungido, reconociendo ¿mis errores? y amparándome en toda la luz que mana de su esclarecida verba enardecida.
Pero mientras reflexiono el telón no ha bajado: "¡¿Sabés lo que son?!¡Unos violentos eso son!¡Violencia! éso es lo que han sembrado en la sociedad!¡Falta unión, consenso, dejar de provocar divisiones y resentimientos!". Yo escucho azorado, impactado por la cercanía del aliento que me invade la cara, temiendo que se arrojen sobre mi humanidad y acometan con sus justicieros puños en busca de la paz y la armonía entrenándose con mis riñones bien individuales.
Vuelvo a pensar, y ya es demasiado, que me acusan de violento violentándome. Privándome de la palabra y amenazando mi pasividad con violencia. Entonces, sospecho, no me piden armonía sino que acepte su violencia porque es justa y necesaria.
¡Amalaya con este respeto!
Me impelen a tener vergüenza por mis opiniones y conjeturas, que las refute porque si, porque a ellos se les antoja que no son buenas. Quieren guiarme porque son seres de luz iluminados por sus gurúes infalibles y yo soy apenas un pelotudo que no me doy cuenta de nada y tengo que pensar. Pero no pensar como a mi me salga, tengo que pensar como ellos porque soy un bobo al que llevan de la nariz por el choripán y la coca y si no soy éso soy un pelotudo pero de la orden de los cínicos porque apoyo a este gobierno de mierda a cambio de vaya a saber qué favores, favores que pago con mis impuestos porque soy un tipo decente de la mitad que mantiene a la otra mitad.
Así me piden respeto.
Con ese respeto.
Desde hace varios meses.
Siempre diciendo que no pueden decir lo que piensan porque no hay libertad de expresión, cuchame.