¿Les pido un favorcito? A todos, a propios y ajenos, pero más que nada a los propios: dejen de criticar el paro del 20 de noviembre diciendo que fue “un paro político”. Por favor, pongan en esto el mayor esmero. Abandonen el argumento que indica que el paro no fue legítimo porque fue “político”.
Habrá, hay, otros motivos, puntuales, legibles, verificables, que se pueden explorar para refutar el carácter del paro. Claro que señalarlos requiere mucha mayor elucidación y análisis. Más laburo intelectual bah.
¿Los motivos de este pedido, de este ruego, de esta oración elevada a los feligreses de ambos bandos, si es que hubiera dos aunque ya sabemos que la realidad no se divide en mitades ni siquiera con Sofovich fungiendo como conductor?
Todo paro, toda toma, toda protesta, toda movilización, de dos, tres, cuatro o ciento veinte millones de tipos es “política”. ¿Qué otra naturaleza va a tener? Desde la Marcha del Orgullo Gay hasta el Día de la Resistencia pasando por la movilización al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires de los traductores de gringos turistas que no saben pedir muzza con fainá. Las tomas de colegios secundarios en Buenos Aires, las protestas de pueblos originarios en el norte, la movilización de bañeros de hace algunos días, el cacerolazo del #8N, todos tienen carácter político. ¿Son menos legítimas por eso? De ninguna manera.
La discusión no está ahí. Muevan el tarro que están errando el chorro.
Los cortes de ruta de los ruralistas tenían carácter político, pero no era por eso que los discutíamos. Más bien el debate se daba en torno a otras características de las protestas por la 125, por su legitimidad de origen, por el país que imaginan e imaginaban. No estábamos de acuerdo con la mirada política que expresaban y con el país que anhelan todavía como escenario para perpetuar sus privilegios de clase.
No es, repito, el carácter político como condición inmanente de un hecho de esta naturaleza (una protesta de cualquier tipo) lo que uno debe discutir, sino el modo, la cosmovisión, la concepción política que defiende y propone esa protesta (porque una protesta tiene un fuerte componente prospectivo, le guste a quien le gustare).
Es de por sí evidente que una protesta es además una protesta contra una determinada política, sea esta cual fuere. Una política que motiva la resistencia. Una resistencia que tiene, no puede ser de otra manera, una indubitable condición política. O sea, una mirada alternativa que se hace visible. Nos agrade o no esa forma de pensar el futuro a partir del rechazo del presente.
No es otra cosa lo que hemos hecho en la calle desde hace décadas: refutar in situ un presente que considerábamos espantoso para proponer a los gritos, desde las paredes, mediante cantos, banderas y multitudes otro tipo de futuro.
En este blog hemos señalado hasta la náusea el desatino que compone desvirtuar una protesta diciendo que es “política”. Le hemos dicho a una manada de políticos que no pueden atacar una protesta diciendo que es “política”. Tienen que precisar los términos e identificar cuáles son las condiciones que no la hacen deseable, exponerse, que sería además una forma de exponer sus ideas al respecto. No se puede ser político y decir, sin que se te mueva un pelo, que algo es “político” como si fuera el “caca caca” con el que uno pretende desalentar la exploración que hacen los infantes de lugares u objetos francamente deleznables.
Lo seguimos pidiendo: no destruyan la política, esta vez a unos y a otros, dado que parecen estar de acuerdo oficialistas y opositores en lanzar al aire esta falacia descalificadora.
Decir que algo es malo porque es “político” significa en primera instancia atacar a la política como medio de construcción. Decir que algo está teñido de nulidad porque es “político” equivale a decir que la política carece de legitimidad para proyectar y ejecutar, restarle su potencia prospectiva. Decir que algo no debe ser tenido en cuenta porque es “político” implica empujar a la sociedad fuera del campo en donde se tienen que discutir ideas, propuestas y en el que los disensos son el motor y no el obstáculo de cualquier proceso.
Así que, ¡basta para mi basta para todos!.
Por suerte el paro de ayer fue político. Si quieren refutarlo o apoyarlo, a esforzar la neurona, abandonando los lugares comunes que sirven para hacer como que uno piensa.