Mostrando entradas con la etiqueta 18a. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta 18a. Mostrar todas las entradas

viernes, 26 de abril de 2013

martes, 23 de abril de 2013

LA DIFERENCIA

Transitando las caudalosas y fértiles páginas de Cornelius Castoriadis, volví a leer algunos versos de "Antígona" que el filósofo y psicoanalista griego tradujo, restituyéndoles su sentido en contra de la traducción que había hecho Heidegger, en el capítulo denominado "Antropogenia en Esquilo y Autocreación en Sófocles". Aquí están y éstos son los citados versos:
...
"Ya que aquel que cree ser el único que puede juzgar, o bien aquel que cree poseer un alma o un discurso que ningún otro posee, éstos, si se los abre, se muestran vacíos". (Versos 707-709, "Antígona" de Sófocles traducción de Cornelius Castoriadis en "Figuras de lo Pensable" pag. 27.)
...
No sé si les pasó lo mismo pero al leer estos versos sentí el impacto de los conceptos como un uppercut. Pensé (a veces tengo ese vicio) que describían con precisión varias situaciones muy contemporáneas en donde aparecen ciertos personajes, individuos o multitudes munidas con esa vacuidad de la que habla Sófocles.
Pensé en la diferencia que percibí entre el 18A y otras movilizaciones en donde participé. Recordé la enorme manifestación que tuvo lugar para pedir que Carlos Saúl I no indultara a los genocidas (que no tuvo ningún éxito por otra parte). Esa diferencia de la que hablo se me venía escapando desde hace rato. Sabía que existía, pero no podía definirla. Hasta que, la conjunción entre los versos de "Antígona" y el reportaje que le hicieron a una señora durante el 18A me dió la pista para resolver el entuerto.
Resulta que, durante la marcha, un movilero de los tantos que había entrevistó a una mujer de unos cincuenta años que golpeaba con entusiasmo una cacerola. El diálogo no fue novedoso y circuló por los caminos -indignados- previsibles. Pero al final la señora le pidió al periodista que le permitiera decir algunas palabras. El muchacho del micrófono accedió y el camarógrafo puso en primer plano a la mujer que dijo algo como ésto (me gustaría ser literal pero estoy viejo y apenas retengo el sentido de lo dicho): "-Quiero decirle a la gente humilde, a los pobres, que no se dejen engañar, que no sean tontos. Que aunque reciban un "plan" a la hora de votar son libres y no tienen que hacer lo que les dicen. Piensen, piensen"
Con la ayuda inestimable de Sófocles y Castoriadis la diferencia entre aquella manifestación citada y el 18A apareció ante mis ojos de forma tal que si hubiera sido perro me mordía la pierna: soberbia.
Nuestro pedido aquel septiembre de 1989 no provenía de la soberbia sino del dolor. De la muerte que nos había asolado, de la bronca hacia los genocidas impunes y sus defensores, de la rabia contra los monstruos con cara de señores civilizados que justificaban este nuevo asesinato fundados en palabras vacías como "reconciliación nacional" o "dejar atrás la confrontación". No salimos a la calle a enseñarle nada a nadie sino a mostrar nuestras heridas y pedir que no siguieran adelante con la injusticia que se tramaba.
Desde ese dolor, pedíamos.
El 18A no fue una manifestación desde el dolor sino desde la soberbia. Esa soberbia que con tanta precisión describe Sófocles en dos versos. Esa soberbia que la señora entrevistada puso en el tapete definiéndose a sí misma como la única que puede juzgar, que posee un alma o un discurso que ningún otro posee. Esa soberbia que lleva a una porción nada despreciable de la sociedad argentina a decir de sí misma cosas como "Soy de la mitad que mantiene a la otra mitad" o "Ahora El Pueblo va por todo". Iluminados, autosuficientes y pagados de sí mismos que miran desde arriba del pedestal a esos que, según sus almas, no merecen el nombre de pueblo, que replican el desprecio del monárquico Ortega y Gasset hacia "las masas", que se describen como situados uno o varios escalones por encima del resto, que se conjeturan "mejores", "gente decente", etc.
Una soberbia que es la antesala de la violencia. Violencia que por otra parte, estuvo presente de una y otra manera en el 18A como objetivación de la soberbia.
Esa era la diferencia.
Una distancia que no es poca, te voy a decir.
...
Nota:
Me dirán, con razón, que de este lado del mostrador hay muchos que también ponen en acto los versos de "Antígona". Ciertamente diré yo, anticipándome a las crítica por mirada tuerta. Acá también deploramos ese asunto y lo hemos criticado muchas veces.

BICICLETEANDO LA HISTORIA

...
A la primera burrada: no, hubo movilizaciones más grandes en la historia argentina. El 19 y 29 de diciembre, pongo por caso. Y mucho más espontáneas, agrego. Los libros y google no muerde Mauricio, con diez minutos de lectura o navegación dirías menos boludeces.
A la segunda burrada: o sea que hasta ahora, y tal como podemos comprobar, no se han resuelto los problemas de la sociedad porque esta justicia puede ser de todo menos independiente. En CABA ponele en donde la justicia es una extensión del PRO salvo honrosas excepciones. 
Insisto, si es tan buena la justicia, porqué cuando esa justicia procesó a Mauri y CIA los procesados y su corte trataron a la justicia como corrupta, venal y dependiente del gobierno nacional. Y está todo escrito como en los papelitos de Lanata.
Otra cosa: ¿todavía piensan que Mauricio inventó eso de las bicicletas pensando en la ecología? Ingénuos.

domingo, 21 de abril de 2013

BILOCACION

...
La Bilocación es el don de estar en dos lugares al mismo tiempo. Durante el último cacerolazo, 18A, tuvo lugar un extraño caso de bilocación. El protagonista fue un vecino de Lanús y el suceso llegó a mis oídos por mediación de un amigo que fue convocado como testigo del asunto.
La cosa ocurrió así: el vecino estaba en cama por indicación médica dado que se había pescado una pudrición que lo tenía a mal traer. Desde esa posición asistía vía televisión al concurrido cacerolazo convocado por las redes sociales. El recuadro informaba que la transmisión del Canal 26, el que el señor vecino había sintonizado en ese momento del zapping, era "En Vivo". También el canal aclaraba que estaba emitiendo imágenes "en vivo" desde Lanús, el famoso "Lanús, en este momento" con el añadido de "masiva protesta..." etc.
Entonces el vecino, mudo de asombro, se vio a sí mismo en televisión, saliendo en vivo desde Lanús, participando activamente de cuerpo presente en el cacerolazo mientras, y al mismo tiempo, permanecía en cama presa de una enfermedad pertinaz. Bilocación, fue lo primero que pensó el señor. 
Bilocación decimos nosotros porque no es posible pensar que un canal haya usado imágenes del cacerolazo anterior, el 8N para ilustrar el cacerolazo del 18A, y mucho menos que ese mismo canal declare en pantalla que esas imágenes que pertenecen al 8N están siendo transmitidas "en vivo" desde el lugar de los hechos.
Yo creo que habría que considerar en ese caso algún extraño fenómeno de bifurcación del tiempo y el espacio. Porque la ética de un canal impide que se manipule de esa forma al televidente ¿no?

viernes, 19 de abril de 2013

KNOW HOW

Estuve reflexionando sobre la manifestación de ayer, el 18A. Quienes transitan este blog de cuando en vez sabrán que acá no le hacemos asco a las manifestaciones. Digamos, nada de "me coartan la libertad de circular" o "esos tres muertos de hambre que cortan la calle" o "mirá quién salió a protestar". Todas las proposiciones anteriores son variantes de la falacia ad hominem que consiste en descalificar al oponente. No haremos éso, puedo asegurarles. Mitad porque acudir a semejante artilugio discursivo implica cancelar cualquier diálogo o debate. Y obturar un posible debate implica falta de argumentos o debilidad de los mismos.
Tampoco admitiremos aquí la absurda refutación: "Es una manifestación política". Chocolate por la nueva ¡obviamente es política! ¿Qué otra cosa va a ser una marcha que pide cambios a nivel político? Cuchame.
En principio considero que está muy bien que hayan salido a la calle a protestar. De alguna forma la manifestación es la reivindicación, por fin, de la política. Aunque gran parte de los manifestantes indique que su reclamo no es político, justamente lo es por poner sobre el tapete sus censuras y aspiraciones, o sea, su propia mirada del país. No hay que tenerle miedo a la palabra "política". Hay que ponerla en movimiento. Una de las formas de hacerla caminar es salir a la calle a decir ésta boca es mía y dice ésto y no aquello.
Que también implica hacerse cargo de la ideología que uno profesa y actuar en consecuencia.
Me parece muy positivo, un paso adelante, dejar en el olvido aquello de "yo no tengo banderías políticas" o "yo soy un ciudadano común que sale a la calle a decir lo que piensa". Es sano y deseable que hayan decidido participar, reconociendo que tienen preferencias políticas distintas y que deseen mostrar que las tienen y que van a luchar por ellas.
En eso consiste. A nadie se le va a correr la peluca por eso.
Quizás ahora, luego de tres marchas, hayan entendido algunas cosas que los que hemos salido a lo largo de décadas a las calles conocemos por viejos más que por diablos. Una de ellas es que la calle es un espacio que se toma, y se toma en contra de otros. Porque hay otros en ese espacio y al salir a la calle a protestar uno desplaza a los que comparten ese espacio cotidiano. Como ninguna protesta es unánime, ni siquiera una que reuna millones de individuos, siempre alguien resultará desplazado y ese desplazamiento le ocasionará al desplazado alguna molestia, mayor o menor. Es inevitable. Espero que lo hayan comprendido.
También espero que ahora entiendan que salir a la calle a protestar genera una doble responsabilidad: por uno mismo como parte de la protesta y por los otros que no la comparten. El cuidado de ambos debe ser minucioso dado que ni unos ni otros tienen que ser lastimados por participar o por no participar. Es una enorme responsabilidad y hay que asumirla en ambos sentidos.
Hay más sobre este tema, pero con esto basta por ahora.
No hay, por otra parte, una protesta más legítima que otra. Tres que gritan frente a tribunales o un millón que recorre las calles tienen pesos estadísticos distintos pero el motivo de ambas, reclamar por situaciones que lesionan a los protagonistas, es el mismo. La coincidencia que reune más o menos personas en torno a un tema o temas en particular no hace que una protesta sea "buena" o "mala". Es una protesta. La moralidad de lo reclamado, su pertinencia, es una discusión que la protesta misma intenta hacer visible. Pero la protesta en si, el derecho a protestar, a expresarse, tiene que ser preservado. Por eso no hay protestas mejores o peores. Hay protestas. Eso también hay que entenderlo.
Y lo último para no cansarles las neuronas: cuando uno protesta posiblemente ese reclamo reciba una respuesta, que puede asumir muchas formas. Una respuesta que, en tanto no consista en reprimir, prohibir o coartar la posibilidad de expresarse, también es legítima. Una respuesta que tampoco debe ser descalificada por su origen. La respuesta a la respuesta también debe asumir la condición de una respuesta política.
Nadie debe asustarse: la confrontación política es necesaria.
Como sociedad somos un producto de esa dialéctica política. Nuestros peores momentos tuvieron lugar cuando no hubo esa praxis cotidiana por ausencia u omisión de uno o ambos términos. Por eso, entendiendo que somos y hemos asumido nuestra condición de sujetos políticos(zoon politikon decía Aristóteles) tenemos que celebrar la posibilidad de debatir en la diversidad y luego decidir en los foros que la democracia define para dirimir las diferencias.
Asi que, bienvenidos a la calle.
Nos estamos viendo.