De nuevo estoy de vuelta, como dice la canción. Para despotricar un poco, como es mi costumbre.
En este caso el asunto que me joroba son "Los Valores". Así, entre comillas y pronunciando la palabra mientras uno observa al cielo y ahueca la voz. "Los Valores" que ahora, en diversos foros, son reclamados como organizadores de la vida y que de acuerdo al sentido común, basta conocer para practicar y mejorar el mundo. O sea, aquella vieja propuesta: si conoces el bien actuarás el bien. Cosa que nunca ha sido verificada en la práctica.
En primer lugar, y con respecto al concepto "Valores" diré que un valor es algo a lo que el sujeto le otorga una posición de preeminencia en su vida, algo a lo que le da mayor importancia por sobre otras cosas. Un tipo que ama su vehículo y lo cuida hasta la obsesión está expresando que para él, ese auto es más importante que otras cosas de su vida, y actúa en función de tal elección. Por tanto, cuida el auto antes que a nada y organiza su existencia mediante ese parámetro. Then, el señor en cuestión puede expresar, cuando lo consultan en una encuesta, que para él la justicia y el amor encabezan sus prioridades, su "escala de valores", pero en realidad, y en la vida cotidiana, sus prioridades son muy distintas.
Y aquí llego al segundo punto: como buen sartreano, o sea, existencialista, no concibo los valores como entidades alejadas de la práctica. En vulgar castellano, para mi, y para muchos existencialistas como yo, un valor existe en tanto esté en acto. O sea, existe la justicia si se está practicando la justicia. Existe la solidaridad si se está siendo solidario. Considero que los valores no existen como entidades abstractas, sino como actos concretos. Cualquier otra cosa es un énfasis innecesario. Una declaración de principios sin mayor efecto. De tal situación puede dar fe la declamación ampulosa que hacen los "estadistas" en cada una de sus apariciones públicas. Si los hermosos conceptos que vierten sobre las hipnotizadas audiencias se transformaran en hechos, en actos, viviríamos en un mundo hermoso. Pero no es así. Porque no basta conocer el bien para actuar el bien.
Ahora es cuando el científico dedicado coloca la palabra "Ergo". Pero como acá apenas somos pichones de polemistas diremos...
Entonces:
1.-Cuando alguien sale al ruedo y propone cosas como "Educar en Valores" está incurriendo en un argumento absurdo. No hay otra manera, no existe otro camino, siempre se educa en valores. Siempre, indefectiblemente, el educador le enseña a sus alumnos valores. ¿Qué valores? ¿Los valores que se predican como deseables pero que no se practican? No. El educador le enseña a los alumnos los valores en los que él cree, aunque diga lo contrario. Porque el alumno aprende no tanto de lo que dice el educador sino de lo que hace el educador. Si el educador dice que la lectura es "un valor" pero no lee, entonces el alumno, que no se crió boliando pajaritos, no leerá. Por más que se lo predique el docente. Porque en realidad, para el docente, ese valor no existe. Si el docente indica que la solidaridad y el respeto son importantes y se ríe a carcajadas cuando en el programa de Tinelli maltratan al otro para reirse de su desgracia o juegan a la ruleta con la solidaridad, el alumno hará lo que hace el maestro. En este asunto no sirve aquella petición de principio que plantea "haz lo que yo digo no lo que yo hago". En absoluto. El docente, lo quiera o no, le enseña su escala de valores a los alumnos (hablár acá de lo manifiesto y lo latente sería muy bueno, pero un poco denso).
Una cosa distinta sería proponer cambiar los valores que se le enseñan al alumno en la escuela, para lo cuál deberíamos cambiar la escala de valores que practica el mismo docente, no sólo a nivel moral, sino también a nivel intelectual. Sería la única manera por otra parte. Y enseñarle otros valores al alumno implicaría modificar los valores que rigen de verdad la sociedad real y concreta. O sea, lisa y llanamente, cambiar la sociedad puesto que en definitiva, son ésos los valores que se enseñan, no sólo en la escuela.
Se pueden incluir doscientas materias que hablen de valores, pero eso no cambiaría nada. Porque los valores no existen hasta que existen en acto. Y si los valores promulgados como deseables, esenciales, etc. no se objetivan en actos concretos, son pedos en un canasto.
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2.-Hemos visto y escuchado a un montón de chupacirios y aspirantes a serlo, hablar de "valores" para ésto o aquello. También es un argumento fraudulento. Porque no está completo. Deberían sincerarse y decir "Mis valores" para ésto o aquello. Pretender que existen universales llamados "valores" (que no son universales en este caso sino valores individuales que yo postulo como colectivos) en los que todos deberíamos acordar y luego practicar es un reduccionismo cuasi violento. Y además es transformar las apreciaciones individuales en apreciaciones colectivas vía enunciación de una taxonomía sobre la que supuestamente estamos todos de acuerdo. Ese consenso previo no existe. Así como los valores abstractos tampoco. Los valores están cuando están en acto. De lo contrario son entelequias dignas de un catecismo falible, como todos los catecismos, seculares o divinos. El consenso en éstas condiciones es obediencia. Ni más ni menos.
Los valores surgen de los procesos sociales, son ésos procesos sociales los que deben modificarse para que luego los "valores" muten. No al revés. Pero claro, de esa forma los defensores de esa cosa gaseosa llamada "Valores para ésto o aquello" corren el riesgo de que su propia mirada, que pretenden imponer al resto, sea desestimada por el colectivo. Y se ponen un poco autoritarios. Como hemos podido comprobar.
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Habiendo efectuado estas consideraciones, quedo a su entera disposición, esperando las críticas correspondientes y las refutaciones del caso.
Ténganme piedad, apenas soy un diletante.