Lo que ponen por delante para que el mal trago pase sin que uno se de cuenta es "el establecimiento de dos escalas adicionales mensuales en territorio
continental argentino, una en cada dirección" hacia las Islas Malvinas" y el pleno apoyo (del Reino Unido) al proceso de identificación de ADN" de los soldados
argentinos que murieron en la guerra de 1982, sepultados en el
cementerio de Darwin, y que aún no fueron identificados."
Dos causas muy loables sin duda, pero que funcionan como tapadera de lo que verdaderamente quería el Reino Unido.
En primer lugar: "adoptar las medidas apropiadas para remover todos los obstáculos que
limitan el crecimiento económico y el desarrollo sustentable de las
Islas Malvinas, incluyendo comercio, pesca, navegación e hidrocarburos". En criollo, otorgarle al Reino Unido patente de corso para que deprede sin problemas los recursos naturales del suelo argentino. ¿A cambio de qué? Supongo que Malcorra habrá conseguido algún voto para su peregrina nominación a Secretaria de la ONU o alguna otra cosa que quién sabe, pero que seguramente no tiene mucho que ver con los intereses argentinos en las islas.
Y en segundo lugar, y más importante aún: "ampliar la relación bilateral en torno a una agenda positiva que aborde
los desafíos globales en el mediano y largo plazo, en áreas como
democracia, derechos humanos, cooperación en paz y seguridad internacionales, no-proliferación, medio ambiente y cambio climático".
Lindo el lenguaje diplomático no. Mesurado, educadito, inextricable. Pero en criollo lo que hizo la canciller Malcorra (suponemos que con el aval del señor que ocupa la Casa Rosada) es reconocer la presencia del Reino Unido en el Atlántico Sur. Digamos, le otorgó, mediante toda esta parrafada y la anterior, legimitidad al despojo perpretrado por el Reino Unido que de a poco comienza a perder el status que con tanto trabajo diplomático Argentina había logrado imponer: el papel de potencia colonial, un papel que atrasaba varios siglos por el que el Reino Unido pasaba malos momentos en cada votación sobre la soberanía de Malvinas que tenía lugar y que luego repercutía en cualquier negociación que entablara con otros países, por ejemplo, España (recordemos
el Peñón de Gibraltar).
Alegremente, sin tener en cuenta la historia diplomática del país, Malcorra reconoce de hecho la ocupación británica y eleva su condición, aproximándose a las tesis de Londres acerca de la "autodeterminación" de los isleños.
Por otro lado, veamos el negoción que hizo Malcorra. A cambio de escalas de vuelos (porque vuelos ya había) y "conversaciones" acerca de la posibilidad de reconocimiento de ADN de los soldados argentinos sepultados en el cementerio de Darwin (o sea, una promesa) le entregó al Reino Unido la llave para la explotación de los recursos del Atlántico Sur. Tremendo negocio Susanita.
Claro, el temita de la soberanía tenía que ser nombrado en alguna parte, asi que "La soberanía es "una cuestión pendiente", o sea, ni siquiera una promesa.
El mejor equipo de los últimos 50 años.
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