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jueves, 24 de septiembre de 2015

SUPONGANDO UNA SUPOSICIÓN SUPUESTA

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Supongamos que el PRO y Mauricio Macri fueran los campeones de la transparencia, que su mano estuviera limpia de latas y retornos. Que nunca jamás hubieran siquiera soñado hacer tramoyas con guita pública, etc. Ponele.
Aún así, suponiendo que los tipos fueran lo más recto después del rayo láser, jamás los votaría. ¿Por qué? Por las políticas públicas que proponen. Por su ideología, por el concepto de estado para pocos que trasunta toda su administración. Por el abandono de lo público para beneficiar a los privados en la cobertura de servicios esenciales como salud y educación. Por la tercerización permanente que implica aumento de costos e imposibilidad de control y un largo etc.
No me hacen falta más argumentos. Porque incluso con una actuación impoluta sus políticas me mandarían al tacho sin etapas.
Para los pavotes que andan por ahí escuchando cantos de sirena: no los votaría por su ideología. Si señó. Ideología. Dice Althusser (que antigualla che) que la idología representa la relación imaginaria entre los individuos y sus condiciones reales de existencia (o sea los hombres se representan a sí mismos bajo una forma imaginaria sus condiciones de existencia reales) y además tiene una existencia material (una ideología existe siempre en el seno de un aparato, y en su práctica o sus prácticas). ¿Cachai? Es por eso entonces, por esa ideología que los tipos tienen metida entre pecho y espalda que no los votaría, y además, porque cuando estos muñecos se apropian de los aparatos ideológicos de estado (y sigo atrasando estructuralísticamente hablando) bajan línea haciendo que el resto de los sujetos asuman como propia la ideología dominante (aunque esa apropiación ya tuvo lugar en un momento anterior).
Y volviéndome gramsciano por un instante, diré que la batalla cultural consiste en recuperar el sentido común de clase subalterna en contraposición al sentido común de la clase dominante que interfiere con la mirada del sujeto dominado. O lo que es lo mismo, y según Paulo Freire, recuperar la palabra del explotado para que pueda decir el mundo y sustituir al relato que el dominador ha establecido como sentido común absoluto.
Algo así. 
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Nota: no me vengan a refutar con una extensión indebida del concepto "relato" que ha sido aquí restituido teóricamente al lugar que le corresponde. El neoliberalismo no habla de relatos, la epistemología positivista, ni siquiera considera que el relato tenga existencia real en tanto no es un ente medible, es apenas un psicologismo, etc. Asi que la sección coartada queda cerrada por hoy.

viernes, 30 de enero de 2015

AUTORRETRATO

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Eso tienen los símbolos Don Santiago, mucho más las palabras.
Se vuelven hacia uno mismo.
Con una velocidad que reite de Stiusso.

lunes, 17 de junio de 2013

ARAR EN TIERRA SECA

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Desazón. Esa sería la palabra para resumir el asunto. Desazón porque poco es lo que como sociedad hemos aprendido, porque poco es lo que como sociedad hemos mejorado, porque poco es lo que como sociedad nos hemos alejado de los monstruos que comen gente.
Poco, tan poco que parece nada.
Nadita.
Apenas rascamos la pintura aparece la bosta de siempre: es negro, es pobre, es peronista, es zurdo, es puto, es torta, es hippie, es drogón, y una interminable colección de adjetivos descalificativos que se usan para que el otro sea cada vez menos, un otro. Apenas le pasás la uña a la pátina finita que recubre la piel civilizada aparecen taras que resisten cualquier lavandina, que no se han ido sino que aguardan como larvas los buenos tiempos en que las gentes salgan a las calles a odiar y pedir a los asesinos que asesinen, aún cuando crean estar pidiendo otra cosa. Aún cuando por ceguera natural o inducida supongan lo contrario, aún cuando piensen que si el que mata por uno es otro, uno no tiene nada que ver, aún cuando crean que su alarido de venganza es justicia.
Nadita.
Nadita.
Triste es comprobar que una porción nada despreciable de la sociedad se ha intitulado decente, y ha decidido que el resto que no comparte sus inquietudes ni objetivos, es indecente por definición, cuando no bobos, ingénuos o venales porque sus ideas provienen del otorgamiento de una sarta de supuestos privilegios. En esa decisión también pretenden reclamar para sí la razón fundada en una inteligencia preclara que no debe discutirse porque es infalible y si no te das cuenta ("pensemos argentinos") es porque estás más abajo en la escala evolutiva ("en este país votan todos, carajo") o porque tenés una "ideología" que te ciega (ideología que niegan tener los decentes, aún cuando sostener de uno mismo cualquier condición es, ay mamita querida, una operación ideológica)
Espanto al verificar in situ que cualquier respuesta a esas objeciones es sospechosa de complicidad con esto o aquello ("eso lo decís porque tenés un plan, un puesto en el estado, etc."). No es admisible que quien se oponga a los "decentes" lo haga con conocimiento de causa o, válgame Tutatis, argumentos. Quien tenga alguna objeción mejor que guarde silencio, que no diga esta boca es mía porque es un resentido que tiene el odio a flor de piel y que es parte de aquella vereda en donde están los que han dividido al país (como si hiciera falta, o mejor, como si fuera posible una comunidad unánime de intereses que sería en definitiva un sueño hittleriano más allá de dos militantes controlando precios) y merece morir, irrecuperable, zurdo, puto, peroncho, comunista, mierda ¿cómo se atreve?
Nadita.
Tristeza cuando corroboramos que, lo que les molesta es que el otro tenga una voz, un rostro, unas manos. Que tenga hijos y coma todos los días. No se lo perdonan. Dice que no es así, y te zampan en la cara su "escala de valores" pero es un engañapichanga, no creen en ella y ni en pedo piensan ser solidarios con un sucio comunista que estaría mejor muerto y ¡puta que lo parió a Videla que no los mató a todos!.¡Dónde están los milicos cuando hacen falta!
Y no es que definamos este lugar con la metáfora de Nino Bravo sobre el edén y dios. Por varias cosas. Por muchas cosas, omisiones, errores y acciones, que conllevan el infierno en sus entrañas. Si hay alguien que sepa lo que es el averno somos nosotros que tantas veces salimos desnudos a la calle a mostrar nuestras carnes castigadas, mientras la "decencia" en masa y por unanimidad reclamaba palos, gases y acciones ejemplificadoras, que se han creído, zurdos, peronchos, putos, comunistas, mierdas.
Desde esa tierra arrasada, desde ese desierto candente en donde no crece ni una sola mano que ayude, desde ese salitre impiadoso en el que hemos caminado buscando la salida, tratando de no ser los anónimos sufridores para convertirnos al menos, cuanti menos, en sujetos.
Desde ahí, desde donde se ve crecer el odio que está pronto a pedir nuestra extinción.
Verlo retoñar, verlo alzar sus hojas mientras aumenta nuestra desazón.
Saber que aramos en tierra seca.
Y que poco hemos logrado. Tan poco que parece nada.
Nadita.
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viernes, 31 de mayo de 2013

POR FIN

El artículo está lleno hasta el borde de lugares comunes, pero contiene una perlita: la admisión explícita de que el libre mercado es una ideología económica y no una ley de la naturaleza. No es poco, te voy a decir.
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jueves, 16 de mayo de 2013

POR SUPÓSITO

Claro, hay que ser Papa para poder razonar de esta forma:
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Pensamos en aquel momento de la Magdalena, que lava los pies de Jesús con el nardo, tan caro: es un momento religioso, un momento de gratitud, un momento de amor. Y él se aí­sla (Judas) y hace una dura crí­tica: "¡Pero esto podrí­a ser utilizado para los pobres!". Esta es la primera referencia que he encontrado, en el evangelio, de la pobreza como ideologí­a. El ideólogo no sabe qué es el amor, porque no sabe entregarse."
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Obviamente. Es como dice su santidá. Aunque no me queda claro en donde puedo verificar el "de lo que se sigue" tan necesario cuando alguien presenta un ejemplo como explicación del argumento que plantea a continuación. Yo tenía entendido que Judas quería amarrocarse lo que la Madalegna se había gastado para lavarle los pies a Jesús. Por eso dijo lo de los pobres, que no le intersaban un soto. O sea, usaba a los pobres para legitimar su hijaputez. Claro, como esos zurdos que andan por ahí.
¿Esto quiere decir que "Judas usaba la pobreza como ideología"? Y por extensión ¿quiénes más usarían a la pobreza como "ideología", reclamándole, pongo por caso, al Vaticano que juegue a lo que propone y que se haga pobre entre los pobres?
Vade retro.
No sea cosa que se manchen con alguna mácula de la Teología de la Liberación o esos inmundos Curas Obreros.

martes, 26 de febrero de 2013

EL ENOJO EN EL LUGAR CORRECTO

Es de público conocimiento el chiste acerca del calor: un adulto se queja del excesivo calor de una tarde de marzo y un niño, en este caso su hijo, pregunta con gesto inocente: "¿Es culpa del gobierno no?"
Algo de este ingénuo interrogante está presente en los ¿razonamientos? que establece el uomo cualunque acerca del aumento de los precios (aumento evidente amigos míos, pese a que el dedo intente tapar el sol: digo ésto para evitar que el debate se vaya de costado como camión chocado).
Para hablar de este tema es necesario explicar, aunque parezca increíble a esta altura, la condición de los grupos mediáticos en América Latina. En principio hay que decir que replican la concentración que se puede apreciar en el mundo sobre la propiedad de los medios. E inmediatamente hay que señalar que los grupos propietarios no solo tienen intereses en empresas de comunicación sino también en todo el espectro de la actividad económica, llámese producción, elaboración, distribución, mercado financiero, inmobiliario, etc.
O sea, los grupos que ostentan la propiedad de los medios son los que además poseen el poder económico. Y este es un dato no menor.
Por tanto, la ideología que despliegan esos medios proviene de los intereses de sus grupos controlantes (no podría ser de otra manera) y el discurso que distribuyen se corresponde con esa ideología (cosa por demás obvia). Entonces, y antes de cualquier debate, podemos inferir que no es posible hablar de independencia de un medio en tanto no es independiente de su propietario o controlante (si si, los medios oficiales replican también el mismo esquema, solo con una pequeña diferencia: no se puede controlar ni influir ni exigir nada que no sea su propio discurso a un medio privado, en cambio ese control debiera ser posible de ejecutar en un medio público que en definitiva, es la expresión o la pretensión de expresión de una pluralidad o colectivo que no obtiene espacios de expresión en los medios privados).
Comprender lo anterior no implica un juicio de valor. Significa conocer la topología de los medios para saber que cuando hablan, no hablan en forma neutral (en rigor de verdad, nadie puede hacerlo): defienden unos intereses concretos, palpables y visibles.
Y aquí aparece la primera sustitución: la pretendida independencia es nada más ni nada menos que la opinión de los dueños del medio en cuestión propalada por quienes son contratados al respecto. Incluso sin una bajada de línea explícita, el control se despliega siguiendo otros carriles menos evidentes pero igualmente efectivos (¿otra vez? por supuesto, esto vale para los medios oficiales).
La ideología de los grupos económicos dominantes es entonces la que se desparrama usando los medios de los que son propietarios. Y esa ideología es de neto corte conservador y económicamente ortodoxa (a veces ni siquiera es neoliberal porque es aún más reaccionaria). Entonces, los mensajes que llegan al público que consume el medio provienen de esa mirada acerda de la sociedad. Y esa mirada es entonces conservadora y económicamente ortodoxa.
¿Con qué fin? Con el más obvio de los fines: mantener el status quo en donde la empresa está en posición dominante, propiciar escenarios en donde la empresa acreciente su poder económico y político y lograr consenso en torno a sus propios objetivos camuflándolos bajo el rótulo de "opinión pública" (qué cosa curiosa, llamar opinión "pública" al despliegue de la opinión privada disfrazada de sentido común). Estos grupos saben que deben legitimar su existencia porque, ante todo, son grupos monopólicos que hacen y deshacen en contra del interés público. La única forma de esconder ese saqueo es hacerlo pasar como algo inevitable que proviene de las leyes naturales en donde las propias empresas son inevitables (para lo cual hay que quitar de circulación o desechar las evidencias que prueban que una empresa es un hecho social y no una emanación atmosférica).
Y los destinatarios de este esfuerzo no son los gobiernos, a los que pueden coptar en puntos más precisos y neurálgicos. El esfuerzo está dirigido a los que deben legitimar a los sucesivos gobiernos mediante el voto y que son además consumidores de sus productos. De estos sujetos los medios deben obtener anuencia implícita y explícita.
Otra verdad de perogrullo: los grupos mediáticos requieren de la buena voluntad de los gobiernos a los efectos de mantener y acrecentar su poder. Por eso impulsan candidatos que los representen y defienden doctrinas que sostengan sus propios objetivos. Por eso defendieron y sostuvieron a dictaduras y gobiernos de distinto signo, para preservar sus propios intereses. Lo que no representa un problema.
El problema aparece cuando esa defensa de intereses particulares (o de clase si lo prefieren) por obra y gracia de los medios de comunicación concentrados se transforma en la supuesta defensa de los intereses de toda una sociedad. Se vende la idea de que los objetivos del grupo son los objetivos de la sociedad. Algunos compran el engaño por ingenuidad, pero la mayorìa lo hace por conveniencia.
¿Qué carajo tiene que ver esto con la inflación?
Ahí va.
Es cierto que los gobiernos tienen responsabilidad en ese tema (por las razones contrarias a las que Uds. sostienen amigos ortodoxos de Friedman y CIA). Pero no solo los gobiernos (en este caso los que no comulgan con los intereses de los grupos mediáticos, o al menos, disienten públicamente con ellos).
Ya hemos dicho que los grupos mediáticos son además propietarios o tienen participación directa e importante en empresas de servicios, alimentarias, financieras, etc. Las famosas formadoras de precios que además están inextricablemente unidas a los grupos mediáticos por medio de la publicidad (ese argumento que esgrimen los más ingénuos orejones del tarro "-A los privados no les pagamos el sueldo nosotros" es una pavada atómica porque sí les garpamos el sueldo, cada vez que compramos un producto de esas empresas, que, además están concentradas en monopolios por lo que siempre terminamos comprándole a los mismos, o sea, no podemos elegir comprar a otros que no sean ellos, si eso no es pagarle el sueldo a Bonelli...)
Esos grupos entonces intentar descartar su parte de responsabilidad en la inflación, o sea, en el aumento de precios que ejecutan y por tanto, tratan (con un éxito notable por otra parte) de desviar la indignación colectiva hacia uno solo de los agentes económicos en danza. También mediante ese dispositivo intentan forzar la adopción de recetas que, como no podría ser de otra manera, refuerzan sus intereses.
No es el objetivo de este texto extendernos en las causas de la inflación. Déjennos señalar al menos que el fondo del asunto es una puja redistributiva apoteótica. Y otras cosas más, pero al menos ésa.
Lo que se trata de hacer es por lo menos quitar del medio el telón que despliegan los medios concentrados para ocultar su propia responsabilidad en aquello que critican.
Hay que enojarse con el gobierno, pero también con las empresas formadoras de precios. Este segundo enojo, curiosamente, no aparece por ninguna parte o apenas asoma la ñata. Y tendría que estar, en el tapete, a la luz pública y suscitar, ya que estamos, cacerolazos y protestas. Porque el accionar de las empresas privadas concentradas, las formadoras de precios y los medios que las defienden a capa y espada merecen al menos la misma censura que el gobierno.
Por eso digo que el esfuerzo por ocultar la mano que mece la cuna por parte de los medios concentrados tiene un éxito tremendo. Evidencia de lo cual es el empedernido silencio de los consumidores en torno a las empresas que aumentan precios a mansalva y el sonoro rechazo al gobierno de esos mismos consumidores.
Agrego para cerrar este ya extenso post: el peor problema de un boxeador es no saber de dónde le llueven los sopapos. Cuando a un pugilista le cierran un ojo sabe que el contendiente le caerá por ese lado aprovechando su momentánea ceguera. Creo que la moraleja, si la hay, es también obvia.

miércoles, 4 de julio de 2012

OTRA VEZ ESA PUTA IDEOLOGÍA

Le pregunto Don Fernández: ¿cuándo no hay ideología en la economía? Respuesta Don Fernández: ¡nunca!. Porque la economía no pertenece al reino de las ciencias exactas, es una ciencia social (y en las ciencias exactas parece que la cosa es igual). Y por otro lado, el rumbo económico, esto es, la economía de un país, está relacionado directamente con la polìtica económica del mismo. Y adivine qué Don Fernández: ¡en la política se encuentra presente la ideología!
Es más Don Fernández, pensar que la economía puede ser pura, objetiva, exacta, predictiva e infalible es también una ideología.
Yo no sé Don Fernández si lo suyo es pelotudez pura, formación teórica precaria o artimañas de tahur. Quién sabe ¿no?

viernes, 8 de junio de 2012

EL RELATO

Pensando en sonsonetes adoptados como catecismo por la mentada "opinión pública" aparece la palabra "relato". Dicen los que cuentan (que también "relatan") que el relato es distinto de la realidad. O sea, lo que se dice no es contingente punto a punto con las condiciones concretas de existencia. Y lo dicen con un aire de triunfo tal que uno piensa: "-Éstos tipos han dicho algo muy profundo".
Tengo noticias para los tipos y para los que asienten moviendo las cabezas: lo dicho es otra verdad de perogrullo. Pero como con todo lugar común (incluso éste) es necesario desmontar el sofisma.
Resulta ser que nuestra vida es un relato. ¿Cómo? ¿No vivimos entonces? En absoluto. Significa que somos seres simbólicos, esto es, reconstruimos nuestra existencia a través del lenguaje. No es sólo que vivamos, además nos representamos nuestra vida a través de símbolos. ¿Qué es eso alumno Empaminondas? Un "relato" señorita. O sea, todo lo que aparece como nuestra vida, biografía sincrónica (o sea lo que ocurre en paralelo a nuestra existencia singular) y diacrónica (lo que nos ocurre sucesivamente, a nosotros y a la sociedad en la que vivimos) es un relato. De esa forma los otros, los "demás" pueden comprender por ejemplo, cuando uno cuenta que al mediodía comió milanesas con papas fritas (afirmación ésta que parece trivial pero contiene una tal cantidad de encrucijadas que agarrate Catalina).
Volvamos al relato. El relato entonces es nuestra forma de comprender el mundo. O al menos de intentar comprenderlo. No puede no haber "relato". Y por ende, si hay relato, la contingencia punto a punto con las condiciones concretas de existencia (nótese que no uso la palabra "realidad" porque ahí se armaría la gorda) contiene la impronta del sujeto o sujetos que relatan. ¿Acaso les cagué eso de la objetividad? Bueno, era hora de que se desengañaran. Nadie puede "relatar" sino desde su propia mirada, que incluye su construcción como sujeto. Nobody.
¿Entonces? ¿Cómo accedemos al conocimiento con una carga tal de subjetividad? (carga que por otra parte no puede evitarse). En en campo de la ciencia el conocimiento asume una forma especial, es conocimiento científico que tiene como característica central poder dar cuenta de sí mismo. Y ésa condición lo diferencia de la "doxa", de la opinión. La opinión por definición no está sometida a la vigilancia rigurosa ejercida sobre el conocimiento científico (desde cualquiera de las perspectivas epistemológicas a la que uno adhiera).
¿Entonces? ¿Cómo sabemos cuánto se aproxima el relato de la opinión a las condiciones concretas de existencia? Porque podremos inferir que habrá tantos relatos como relatantes.
En el campo del periodismo, terreno de lucha en estos días y en otros también, es en donde estas preguntas son críticas.
La primera condición que otorga consistencia al relato periodístico es la investigación que le precede. Si esta investigación es sólida se habrá cumplido uno de los parámetros requeridos para que el relato periodístico tenga un sólido cimiento. Acá habría que poner el chequeo de las fuentes, la búsqueda de fuentes primarias, la triangulación de los datos, la certeza de las cifras que se exponen, el relevamiento de los escenarios investigados, etc.
Pero, aún con todas esas precauciones, el relato será un relato. O sea, seguirá presente el inevitable componente subjetivo del que relata, del periodista en este caso. Que toma los datos, los interpreta y los comunica.
¿Cómo hacer entonces para regular ese relato?
La forma, al menos la más honesta inelectualmente hablando, es que el relator de cuenta del tenor de su mirada. Que blanquee cuál es el lugar desde donde relata, desde qué biografía relata y cuáles son los presupuestos ideológicos desde los que relata (uy, dije "ideológicos" o sea "ideologia", otra mala palabra por estos días). Y ya que estamos, quién hace posible su relato, o sea, dar cuenta del contexto de producción del relato. ¿Para qué? Para que el que escucha ese relato sepa qué otra cosa aparte de la investigación influye en el análisis que se efectúa.
¿Acaso eso le quita méritos al periodista y a la investigación? En aboluto. Ejercer tal vigilancia (que en ciencia sería vigilancia epistemológica y remite más o menos a lo mismo) refuerza el carácter riguroso y serio de un informe periodístico.
Y para terminar, y ya que hoy es el día en que se recuerdan los fusilamientos de José León Suárez en 1956, hechos "relatados" con magistral pluma por Rodolfo Walsh en "Operación Masacre", tomemos dos ejemplos del escritor y periodista para que se pueda apreciar de qué estoy hablando:
1.-Al comienzo de Operación Masacre Walsh se describe a sí mismo en el momento en que se interesa por la investigación de los fusilamientos. Dice quién es y cuál es su postura. ¿Alguien piensa que "Operación Masacre" pierde rigor periodístico por esto?
2.-En el prólogo de la Carta Abierta que escribió y publicó un día antes de ser asesinado y luego desaparecido, el 24 de marzo de 1977, Walsh también indica claramente cuáles son los motivos que lo llevan a escribir tal carta. ¿Pierde certeza el análisis realizado por esta toma de posición?
De ésto es más o menos de lo que hablo.
Justo hoy, 9 de junio, un día como tantos otros pero tan distinto.
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Nota:
Ya que estamos, Louis Althusser indica que la ideología interpela diréctamente al sujeto. Por tanto es la manera en que el sujeto se representa que vive. O sea, develar qué elementos juegan en esa representación sería indispensable. Y se me aparece otros franchutes, Barthes y Bourdieu, alertando sobre el análisis de los medios técnidos de producción del discurso audiovisual. Que sería también otra forma de vigilancia básica para comprender quién cuernos habla y desde donde. Y mi cabeza loca se viene andando para estas pampas y me acuerdo de un ensayo de Christian Ferrer "Mal de Ojo" en donde el señor postula que los medios audiovisuales formatean la mirada. Y mejor paro acá o no paro más.

jueves, 26 de enero de 2012

FANATISMO

La mayor parte de los fanatismos requieren y exigen pureza ideológica: ideas no contaminadas, ortodoxas, que puedan reconocerse inmediatamente y de las que el individuo no puede apartarse ni un ápice so pena de expulsión del grupo, una excomunión que conlleva ubicarlo en el bando de "los otros" y que lo hace merecedor del escarnio colectivo.
No hay que ser una lumbrera para inferir que un comportamiento como el descripto implica obediencia y un cierto grado de ceguera, voluntaria o no. Y no creo necesario agregar que una coyuntura tal, o sea, la pretensión de pureza ideológica y su búsqueda por todos los medios, es más que peligrosa.

lunes, 26 de diciembre de 2011

PUROS

La pureza ideológica que propugnan las ortodoxias varias que andan por ahí, es, necesariamente, una hipótesis de conflicto. Y como tal se comporta: al dividir el universo en "ellos" y "nosotros" sólo resta el enfrentamiento.

lunes, 28 de noviembre de 2011

HABLANDO DE IDEOLOGÍA

Es muy divertido (o triste, o triste y divertido quién sabe) que los economistas ortodoxos y neoliberales piensen que en su voz habla la inexorable naturaleza. Que las supuestas "leyes economicas" son semejantes a la señora gravedad.
Broda, que es un cruzado neoliberal confeso, no ve o no quiere ver (y no hay peor no vidente) que lo suyo es también ideología y no ciencia Pensar que la "técnica" debe dominar "la política" en economía es, por supuesto, un postulado ideológico.
Pensar además que los "problemas" de Europa y EE.UU. se deben a la política y la ideología no deja de tener su parte de razón: porque lo que ha primado por aquellos lares es la ideología y la política neoliberal que ya sabemos dónde y cómo termina. Proponer que se deje las manos libres a la "técnica económica" para resolver lo que ella misma causó es como suicidar a un muerto.
Pero bueno, quién soy yo para ponerme a debatir con Borda, perdón, Broda, que ahí nomás te saca una lista con numeritos y te mata el punto.
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Ya se imaginarán cuál sería una influencia ideológica correcta ¿no?

martes, 19 de julio de 2011

REPIMPOROTEO IDEOLÓGICO

"Tonterías Ideológicas". Juro que no encuentro traducción para esta construcción sintáctica. Lo del bolsillo y el sentido común más o menos lo comprendo, pero ésto me supera. Si si.
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viernes, 20 de mayo de 2011

¿Y EL CRISTIANISMO QUÉ VENDRÍA SIENDO?

Ah claro: la Verdad.
Que lento que estoy.
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Sutiles como elefantes en un bazar, los de ACI deslizan una afirmación cuestionable: "Teología marxista de la liberación". Se cuelgan del artículo para opinar, en contra, de la teología de la liberación infiltrando el adjetivo "marxista" que como todos sabemos es una mala palabra. A papá mono con banana de poliuretano manga de principiantes.
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