Nada de "delirios de grandeza" ni "veleidades". Mirá lo que sacamos con éso, escuchame, los tipos querían pelear contra una potencia imperial como España. ¡España entendés!. Así nos fue. Ahora estamos gobernados por diletantes secundados por adolescentoides que no pueden resistirse a inflamar su ego mediante el recurso de suscribir ideas tan peregrinas como la independencia económica, social y política. ¡Qué distinto si hubiéramos admitido la mano sanadora de la gran Inglaterra en vez de hacerle caso a un subversivo como Liniers!. Hoy seríamos una gran nación si en vez de ensalzar al gaucho montonero ése de Güemes nos poniamos de rodillas bajo la férula del reino español que trajo a Dios a América para regocijo de todos los herejes de esta tierra salvaje.
¿Y todos ésos que se juntaron en Tucumán? ¿Independencia? No me hagás reir que se me corre el bisoñé. ¿Qué ganamos con tanto festejo y que fuera los godos y cosas raras?
¿Y ese masón de San Martín?...
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Que sabrá la Iglesia Católica de patria, digo, de pronto, me parece.
