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Antes de comenzar diré que por fin los ciudadanos de EE.UU. tallaron su lápida. Aunque suene esotérico, la llegada de Trump al poder es el pasaporte en primera clase para el derrumbe del ex-país hegemónico. Ya lo hemos dicho más de una vez: cuando tenés que mostrar que sos el más fuerte, ya no sos el más fuerte. Votar a Trump es la confirmación de esa perplejidad.
También hemos repetido más de una cantidad de veces que ya damos asco de tanto plagiarnos que atarse al carro ex-triunfal de un imperio en decadencia no solo es éticamente reprochalbe por lo que tiene de entrega y genuflexión, sino también un muy mal negocio.
A partir de anoche, es aún un peor negocio. La plataforma de Trump prometía incrementar el proteccionismo de EE.UU., repatriar empresas, dar por tierra con los tratados de libre comercio (NAFTA por ejemplo).
Con una notable mala puntería (producto de la cipayéz provinciana militante y de una ignorancia supina acerca de los pliegues reales del mundo) la administración Cambiemos siguió pensando que el mundo era el de los ´90. Un mundo en donde los capitales golondrinas deambulaban por el orbe promoviendo ganancias fáciles. Ahora la cosa es diametralmente opuesta, y aunque ciertos capitales especulativos andan a la caza de estúpidos (y vaya si los hay en el equipo ¿económico? de Cambiemos) la mayor parte del mercado financiero está en retirada. Desde antes de Trump, imaginate con Trump al comando.
Seguramente el departamento del tesoro de EE.UU. en breve suba las tasas de interés (en consonancia con las promesas de campaña de Trump) con lo que atraerá un flujo de capitales inmenso que saldrá a la carrera de las economías emergentes vaciándolas y dejando el muerto de la deuda.
Además los países centrales se encuentran a la caza de mercados para ubicar sus excedentes. O sea, se cierran paulatinamente mercados porque cierran sus fronteras comerciales (y las otras también). Y si ya era complicado venderle algo a EE.UU. ahora será mucho más jodido. En general, el aumento de las trabas al comercio con los países centrales es una tendencia que se acentúa desde hace varios años. Justo en este momento, Cambiemos apuesta a la apertura irrestricta de la economía del país. Es lo más cercano a un suicidio en masa que yo haya visto desde Jim Jones y el asunto de Jonestown. Robándome una metáfora de Ricardo Aronskind, es como abrir puertas y ventanas en plena tormenta de granizo.
Con dos dedos de frente uno debería pensar en defender el mercado interno y minimizar los daños colaterales que la elección de Trump va a generar en nuestra economía. Pero estamos gobernados, como dice Leopoldo Moreau, por los Tres Chiflados. Y a ellos solo se les puede pedir actuaciones lacrimógenas frente a periodistas lamemicrófonos y la reiteración desmesurada de la campaña alectoral, sumado a una persecución judicial y cultural a quien no piense igual a ellos, o sea, los que vemos que el rey está en pelotas y borracho, manejando el auto a 300 km. por hora, a punto de estrellarse contra la realidad.
Recordemos, Macri apoyó explícitamente a Hillary Clinton en esta elección, lo que lo deposita en un lugar incómodo de cara a una futura relación con el megalómano de EE.UU. Este apoyo boludo a un solo candidato es fruto de la pericia inigualable de la conducción diplomática del país, en manos de Susana Malcorra, una señora que ha demostrado tener una habilidad cercana al cero absoluto.
Pero lo que campea en la visión tergiversada del mundo que tiene Cambiemos, es un analfabetismo político profundo, que trae aparejado una mirada del mundo y sus complejas relaciones por lo menos primitiva, cuando no ingénua o simplemente estúpida.
Macri, Malcorra y su emisario en EE.UU., Martín Lousteau carecen del conocimiento y la habilidad necesaria para capear el temporal que se viene. Nos han dejado debido a esa mezcla impúdica de boludez explícita y genuflexión activa en el peor lugar. No porque uno crea que EE.UU. sea un gran aliado. No no. Es que cuando uno advierte que el Titanic se hunde tiene que nadar en dirección contraria, intentando no ahogarse, pero además, tratando que el naufragio no nos arrastre al fondo del Mar del Norte. Si las brazadas son torpes y la dirección equivocada vamos derechito al centro del remolino.
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PD:
¿Ya dije que Macri apoyó el tratado de paz en Colombia y un referendum lo rechazó?
¿Ya dije que Macri apoyó a Hillary Clinton y perdió la elección con Donald Trump?
Se estaría confirmando, para los cabuleros que no son pocos, la condición de mufasa de Macri.