Detrás de la retórica grandielocuente, se esconde la defensa de la corporación política griega que tiene el culo sucio hasta la nuca y se sigue ensuciando un poco más arriba si es posible.
La intención última y prístina (¿dos esdrújulas? fuaaa) de estas medidas es que los griegos que sufren el ajuste, la baja de salarios y la privatización a mansalva dejen de protestar. Esa perorata sobre la democracia y la violencia pretende enmascarar la necesidad del gobierno griego de silenciar las voces que se elevan señalando, con toda justicia, que no están de acuerdo con la violencia, clara y patente, neoliberal.
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Claro, siempre hay alguno que está de acuerdo. Eso también: “Los empleados públicos siempre han sido el cáncer de Grecia, dan grandes pérdidas y ahí se está poniendo mano dura. Toda la vida han tenido ciertos derechos y confort que no deberían tener y ahora les cortaron el chorro. Si bien creo que las medidas no tendrían que haber sido de golpe, es la única manera de salvar a Grecia”.
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