¿Alguna vez se pusieron a pensar en la palabrita "competitividad"? ¿No? Irresponsables. Resulta que esa palabreja implica una tal rompedera de tujes que mejor nos detenemos un minuto entre el hockey y el badmigton (¿se dice así no?) y tratamos de aprehender los alcances de semejante asunto.
Competitividad, palabra usada casi siempre por empresarios a los que les interesa el país, significa que los productos o servicios que ellos venden sean más baratos que los vendidos en otras partes. Más que nada el término se aplica cuando se mentan las exportaciones.
Por tanto, intentan que sus costos disminuyan hasta casi desaparecer (lo que hacen todos los capitalistas) para que puedan competir en el mercado externo. La novedad es que hay productos o servicios que recurren a mano de obra cuasi esclava o tan barata que parece gratis por lo que la única forma de "competir" es consiguiendo a su vez mano de obra cuasi esclava o tan barata que parezca gratarola. Ahí tenés entonces uno de los motivos por los cuáles las empresas abandonan países y se van a otros, estos segundos, lugares en donde la expresión "derechos laborales" es un exotismo impensable.
Los empresarios entonces, recurren a esa competitividad como excusa para bajar los salarios, dado que, si no pueden competir "afuera" desaparecerán o se trasladarán. No por nada los servicios de call centers se brindan masivamente en países como La India en donde hay mano de obra a precio de liquidación todo el tiempo con reposición asegurada. Aunque la lista de países es amplia y aumenta cada vez que alguna lumbrera adopta como latiguillo aquello de la flexibilidad laboral, que no es más que bajar el precio de la mano de obra para de esa forma "seducir" a los empresarios. Claro que el tujes no lo pone el tecnócrata sino el laburante.
También, cada vez que alguien sugiere que los empresarios tienen que abonar impuestos como cualquier hijo de vecino, éstos reaccionan apelando, ¡como no! a la competitividad que, según ellos, disminuye porque les aumentan sus "costos".
Ni te cuento si a cualquier sensible se le ocurre que las empresas tienen que cumplir ciertas obligaciones para con el trabajador. Verás crecer la ira en las filas empresarias. Por lo mismo, les cagás la competitividad.
Como verán, la única variable que estos patriotas consideran es el precio del laburo y los impuestos que tienen que pagar. Aunque algunas veces piensan en los subsidios que les tienen que dar para mantener la competitividad.
Si si, lector avispado, a esta altura has descubierto que los prohombres sólo piensan en pagarle menos al laburante, al estado y si es posible, recibir guita del estado para sus negocios.
De poner un mango ni hablemos.
Supongo que, sugerirles una mejora sustancial de sus productos para generar valor agregado por innovación tecnológica o novedosos métodos de producción, reducir sus márgenes de ganancia (si si, reducirlos a niveles normales y razonables), conquistar mercados fundados en la mejora de procesos industriales o sostener una producción original que no tenga competencia y otras cosas más, jamás ha rondado sus cabecitas.
Ojo que siempre estoy hablando de un sistema económico como el que tenemos, nada de troscovismo, al menos por ahora.
Por eso, cuando escuche la palabra competitividad, búsquese un calzoncillo de acero y siéntese de espaldas a la pared. Alguien amenaza su buen nombre y honor.