La frase que da título al post, como habrán sospechado, es la que inaugura el "
Manifiesto Comunista" escrito por Karl Marx y Friedrich Engels, publicado por primera vez en 1848.
Uno tiene la tentación de pensar, escuchando a pseudo-pensadores como Francis Fukuyama o Tomás Abraham, que el "Manifiesto" dejó de tener sentido con la caída del Muro de Berlín. Que conceptos como explotación, alienación, plusvalía, y más que nada, lucha de clases, ya no contienen ninguna realidad, no delimitan ningún espacio, no definen nada.
No solamente hace explícita la existencia de la lucha de clases, sino que además, sostiene que cualquier doctrina que interprete (aunque sea en clave de reforma) los intereses del proletariado debe ser "desterrada"
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Léase: las demandas del pueblo, morfar, abrigarse, divertirse, etc., son la negación del porvenir. ¿Del porvenir de quién? De la oligarquía agroexportadora que debería aportar en función de sus beneficios a la construcción de la sociedad de la que obtienen plusvalía.
Pero además se atrevió a decir que responder a esas demandas constituye un "apego servil". O sea, gobernar pensando que el país es algo más que esa oligarquía pagada de sí misma que se piensa a sí misma como heredera de la argentinidad, es un signo de debilidad y que responder a esas demandas comporta demagogia.
Por si quedaba alguna duda acerca de la verdadera naturaleza del gobierno de la Alianza Cambiemos, Etchevehere la resolvió en un discurso. Y además dejó sobre la mesa la evidencia de que la lucha de clases está vivita y coleando. Que el 51% de los argentinos no se haya percatado o si se dió cuenta, haya mirado para otro lado, es otra cuestión.
Los tipos tienen claro qué combate están dando. Los orejones del tarro aún están comprando espejitos de colores.