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Me acabo de enterar por boca de Hernán Brienza (con el que disiento casi en todo excepto en algunas cosas) que soy un tipo lleno de prejuicios. Resulta que a mi no me gusta Tinelli. No acuerdo con Tinelli, no lo veo. Me parece una porquería que el humor tinellizado se ría del más débil (aunque con este asunto de los candidatos parezca lo contrario, se sigue cagando de risa de los orejones del tarro mientras les palmea la espalda), me parece propio de un cretino aprovecharse del que no se puede defender y revolearle a la cara sus defectos en comparación con su propio "éxito" (insisto en no confundir popular con masivo). No me gusta la sensiblería a dos pesos la docena, no me agrada cómo trata a las mujeres, en lo que las transforma y además, en lo que transforma todo lo que entra en su entorno televisivo.
Dije y lo sostengo, que el rating de Tinelli habla muy mal de nosotros como sociedad.
Resulta que todo lo anterior son prejuicios. De los que debo despojarme para entender porqué un político (al que quiero en sus funciones no dándole el gusto a un tipo como Tinelli)
va a Showmatch. Parece ser que mis opiniones (que he intendado fundar sobre algo más que mi disgusto estético) no tienen la menor importancia.
Ahora me he transformado en ese progresista siome que definiera Brienza, el tipo que no comprende al votante porteño por su ceguera intelectual y que no entiende porqué un político va a lo de Tinelli más o menos por lo mismo.
Capaz, digo yo, que no quiera matar al votante porteño ni tratarlo de boludo pero no acordar con él dado que no comparto su mirada del país y su decisión política ad hoc. Capaz que se me ocurra, ohhh Tutatis, indicarle que es responsable por su voto.
Y de la misma manera, capaz que no acuerdo con la asistencia de un político a Tinelli más que nada porque no comparto el universo Tinelli, pese a que pueda ser, como dice Brienza, una "plataforma mediática" para el que no tiene formación política y está cansado y pasa de Rial a Tinelli.
Todo eso por mis prejuicios intelectuales. Porque miro al mundo desde una torre de cerámica en frío.
Noto en este asunto de jugar al outsider un tufillo a exaltación del Uomo Qualunque que le tiene tirria a todo lo que implique levantar la vista dos palmos y tratar de adivinar el bosque tras el árbol.
Intentar comprender el fenómeno Tinelli (cosa que se ha hecho in extenso y muy bien) no implica acordar con Tinelli y todo el que vaya a exponerse a Tinelli. Indicar que es una "plataforma" no alcanza. Por lo que Brienza señala: es una competencia para ver si sos canchero y le podés enmendar la plana al piola de la primera hora, Tinelli.
No es éso lo que busco en un político (el otro lo puede buscar, pero si es éso lo que querés conquistar, si no llego arrancá nomás). De la misma forma que te digo que no quiero "seducir" a un electorado que no comparte el proyecto que compartimos muchos porque eso sería travestirse, camuflarse de algo que no soy, que no somos.
Y eso me lleva de cabeza a Carlos Saúl I y su "Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie".
Dejame con mis prejuicios nomás.
Forma es contenido, dicen por ahí.