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Esta frase debería enmarcarla y ponérsela delante de las narices al sciolismo y a los que confiaron en el sciolismo dado que supuestamente contenía más "ADN" peronista. Sin haber aprendido nada de Néstor marcharon ciegos, poniéndose anteojeras para no ver lo que desgarraban, confiando en el poder del pejotismo, de la liga de gobernadores y de cuanto rancio peornista anduviera por ahí.
Pensaron "esta la ganamos solos", fuera los zurditos, los progres siomes, los que ahora se atreven a cuestionar nuestra infalibilidad. No nos van a dar lecciones de política a nosotros que hemos ganado de la mano del general. Infiltrados. Los Brienza que durante meses y meses se dedicaron a castigar a cientos de boludos que habíamos creído (aún creemos, somos boludos ¿vistes?) que la patria es el otro hoy deberían mirarse el ombligo, el famoso baño de humildad que estuvo de moda hace algún tiempo.
Tan seguros estaban de su fuerza que se dieron el lujo de torpedear la candidatura de Aníbal Fernández en la provincia de Buenos Aires. Ciegos de toda ceguera. Se juntaron con Clarín para operar contra Fernández e incluso, una vez perdida la interna, siguieron operando. Porque la última tapa de Clarín tiene más color naranja que amarillo. Porque pensaban que podían arrollar con Scioli en el país y dejarle la provincia a Vidal. De esta forma -fantaseaban- Scioli demostraría que era más potente que el kirchnerismo. Eligieron suicidarse con tal de no aceptar la derrota en las PASO. Así les fue. Así nos fue.
Pero no entendieron que sin el PJ no se puede, pero solo con el PJ no alcanza.
Porque en vez de buscar unidad abrieron una grieta al interior del kirchnerismo y la profundizaron intentando deskirchnerizar todo lo que tocaban. El gabinete de Scioli es una muestra de tal postura: cada futuro ministro del riñón naranja restó votos. Todos y cada uno de ellos. Porque si la idea consiste en que Scioli es distinto de Macri, eso tiene que estar reflejado en el gabinete que propone. No puede ser diferente un tipo que tiene a Marangoni como posible presidente del Banco Nación o a Blejer como embajador. Porque así se parece al que supuestamente no tiene que parecerse.
Ahora hace falta heroismo, épica. La que supuestamente estaba de más. Ahora hace falta militancia, la que despreciaron durante toda la campaña. Todo lo que Scioli no tiene y no puede suscitar. Escorcharon con el consenso, con el acuerdo, con el unir a todos los argentinos y acá estamos. No funcionó ¿sabés por qué? Porque un país no se gobierna por consenso y una campaña política no se lleva adelante dialogando.
Un candidato tirando a pelele será siempre un candidato tirando a pelele. Sin armas, sin ideas, rodeado de una corte de políticos de cabotaje, cipayos provincianos de la peor calaña que pensaron que acordar con la cúpula de otras fuerzas les aseguraba el cielo. Un grupo de tipos de escasa idoneidad que tuvieron que repetir hasta el cansancio las tres buenas cosas que habían hecho durante ocho años sin poder desmentir el desastre obvio que han generado en la provincia de Buenos Aires.
No entendieron -y lo habíamos dicho antes- que con la derecha no se acuerda, no se dialoga, no se busca consensos: se confronta, más que nada porque la derecha siempre está confrontando. No los podés calmar con promesas de futuros acuerdos. El que piensa eso es más boludo de lo que yo creía. Hacía falta profundizar de verdad el modelo, dejar el cantito de mantener lo que haya que mantener, etc. No sirve. No funciona. Es piantavotos. A la derecha no la vas a convencer, al "centro" que es derecha maquillada tampoco. Tenés que meterle convicción a tus bases. Con el boludeo del acuerdo de todos los argentinos no vas a ninguna parte. Y no fuimos.
Ahora el horror se multiplicó por cien mil.
No es hora de pasar facturas. Pero sí es el momento de la autocrítica para tratar de reencauzar una campaña que hace agua. De revisar propuestas, gabinete, discursos. Si eso no ocurre el horror se multiplicará nuevamente, pero esta vez por millones.
De todas formas, de esta coyuntura no puede menos que salir un gobierno débil. Y Macri con su elección ya ganó. Mérito del pejotismo que se encerró a cantar la marchita y correr aliados. Espero que abran la puerta. Porque de eso depende que al menos se salve algún barco de la flota.
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Nota: No sé si hace falta una frutilla para la torta, pero por las dudas habló Brienza, diciendo que el Peronismo es macho, que se las banca. Que ahora puede estar algo golpeado, machucado, achuchado pero que es una fuente de coraje y cosas por el estilo. Que el peronismo ya ha perdido elecciones, que 30.000 desaparecidos (los famosos 29.999 peronistas), que la proscripción, etc. Una respuesta de matón de barrio. Bah, a lo Brienza. Si así comienza la autocrítica acerca del resultado de la elección del 25 de octubre, vamos peor que mal.