¡Mirá lo que me encontré!
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"No se trata de definiciones bajo las que clasificar las cosas, sino de funciones determinadas que se expresan en categorías determinadas".
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¿Sabes quién lo dijo?
Él.
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Pero encontré algo más:
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"De manera general, podríamos buscar en sus escritos definiciones tipo, ya preparadas, y válidas de una vez por todas. Desde que las cosas y sus relaciones recíprocas se han concebido, no como fijas, sino como variables, es evidente que también los conceptos están sometidos a cambios y variaciones. En esas condiciones no se pueden encerrrar en una definición, sino que se desarrollan según el proceso histórico de su formación".
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¡Tomá pa vos!
No estaría para nada mal que cierta izquierza dogmática (la izquierda dogmática es, en la práctica, tanto o más reaccionaria que la peor de las derechas) tomara nota de las dos advertencias anteriores. Es cierto que la explotación sigue existiendo y que la plusvalía goza de excelente salud, pero la sociedad ha mutado y las formas en las que la explotación y la plusvalía se presentan no son las mismas que aquellas que viviseccionó Marx (y Marx sabía que las cosas cambiaban, por eso era dialéctico a ultranza, mal que le pese a los marxismos a los que conviene un Marx estático e infalible). En vez de perseguir mitos, de intentar encontrar formas sociales que ya han fenecido, bien haría la izquierda (que de esta forma, volvería a ser izquierda) si retomara el carácter dialéctico del pensamiento de Marx y desmenuzara la realidad para comprenderla, abandonando de esa forma recetas y fórmulas mágicas que no son tales. La lucha sigue siendo necesaria, pero como el capitalismo mutó, es imprescindible cambiar la estrategia e imaginar nuevas modos de resistencia.
Calculo que no es pedir demasiado.