¿Qué tal? ¿Cómo va? Tanto tiempo. Gracias a los que leyeron, aunque sea de apuro, los textos que se publicaron desde el día sábado. Como habrán sospechado no estaba disponible. No, no estaba de vacaciones en Aruba o Cancún u otro de esos destinos paradisíacos, aprovechando mis enormes ingresos provenientes del chupamedismo blogueril. No insista señora.
Algo mucho más prosáico me mantuvo alejado: mudanza. Ya se sabe, trasladar muebles, desordenar una casa, volverla a ordenar, perder las chancletas, descubrir que uno tiene demasiadas cosas, etc.
¿Y qué pasa cuando vuelvo? Me encuentro con las palabras de Lanata sobre la represión en el Borda: "-No puede ser que la gente cague a palos a la policía, está mal". Con lo que tenemos una notable inversión de términos: ahora resulta que la policía metropolitana, pertrechada con equipo antimotines, balas de goma, gas lagrimógeno, escudos, cascos, etc., es la que "sufrió" la agresión. Porque es mucho más letal, ya se sabe, el palo de caña de una pancarta que una tonfa de goma con centro de hierro. No me vas a comparar la mortífera capacidad de un termo lumilagro con una itaka que lanza proyectiles de goma. Cuchame. Se nota claramente quién está en inferioridad de condiciones: la metropolitana obviamente. Lógica pura.
Pobre policía metropolitana: les agarraron los bastones y escudos a cabezazos. Todos abollados quedaron. Tiene razón Lanata, está mal.
Otros que la pasaron mal, hablando de pegarle con la espalda a los bastones, fueron los pobres santos de la policía de Córdoba,
que sufrieron el ataque de militantes de organizaciones sociales que habían cometido el atropello de sentarse en forma pacífica frente a la comisaría de Carlos Paz. Por supuesto los esforzados agentes de la ley reaccionaron ante tamaña agresión y los zurditos ésos no tuvieron mejor idea que golpear con su cara los garrotes oficiales. Hasta intentaron arrastrar a los policías utilizando sus pelos mugrientos y jipoides. Se pudo ver una escena dramática en donde un manifestaste, usando su cabeza como gancho de arrastre, intentaba abducir a un policía. Está mal, señor zurdito, eso no se hace.
No conforme con todo lo anterior, la realidad (que no es la única verdad porque ni siquiera estamos seguros acerca de la naturaleza misma de la realidad ni mucho menos) me pone frente a la nariz
este asunto que destila olor a pata, negra para más datos. Ya el otro día habíamos percibido el mismo aroma en este otro asunto en donde, puta casualidad permanente como decía El Caaarlooo,
murió un testigo del mismo caso.