La cosa se complica. Los EE.UU. necesitan otra guerra fría, y la OTAN hace todo lo posible por conseguirla. Ahora, las cosas han cambiado y bastante: ya no es el mismo escenario bipolar de antaño, en estos días hay más de un lugar en donde se corta el bacalao. Y curiosamente no es en Europa o en EE.UU.
El poder se desplazó, de la mano de la economía, al oriente. Y los muchachos antes nombrados harán todo lo posible para torpedear ese corrimiento que los deja afuera de todo guiso.
Y es peligroso, porque a diferencia de otro siglo, les pueden llegar a responder de una forma bastante desagradable. Porque la diplomacia tiene un límite, como bien sabe la OTAN, que mide la situación con una vara equivocada.
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España, a la que tan bien le va en economía, se pondrá al frente de este grupo de cruzados que desean mantener la paz y la democracia y esas cosas. Es que le sobran recursos, ya se sabe.