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jueves, 12 de septiembre de 2013

FASHION RULES THE NATION


El titulo se aprovecha del nombre de una canción de Daft Punk que se llama "Television rules the nation", título que muy bien podría haber estado a la cabeza del post pero me dio cosa tan poca elaboración.
¿Por qué "Fashion rules the nation"? No, no me las voy a agarrar con los modistos, modistas y modelos (les dije modistos cuando ahora se hacen llamar "diseñadores", lo parió) aunque tendría. Bueno, un poco sí, pero de costado nomás, no sea cosa.
¿A qué moda me refiero entonces?. Si querés, llamale moda intelectual, aunque es un nombre demasiado pretencioso. Y además el adjetivo le queda enorme y más que nada, poner el concepto moda al lado de intelectual es una licencia poética (dada las condiciones internas del trabajo intelectual que mal puede pasar por la rutinaria uniformización de una moda, que es una serialización del gusto y las costumbres reñida con cualquier exploración racional). ¿Entonces?
Me refiero a esa tendencia creciente de una nada despreciable porción de los sujetos que habitan este país a adherirse a una serie de pensamientos hechos, agendas mediáticas propuestas como guías de pensamiento y posturas que provienen de cualquier ámbito excepto el de la reflexión sobre la propia existencia individual y colectiva.
Me atajo antes de que me peguen: no interesa qué postura, opiniones o ideología tenga o profese cada sujeto. Interesa de dónde proviene esa inclinación. La palabra "moda" aparece cuando el sujeto aludido, sin mediación de análisis alguno, se apropia de la agenda y argumentos ad hoc que le proponen desde cualquier think tank. De cualquiera, resalto.
La forma es contenido dicen, teniendo absoluta razón: dado que el modo de abordaje es acrítico y apidérmico el resultado no puede ser otro que la esteril repetición de un estereotipo. Repetición que sim embargo adquiere volumen propio y significativo cuando se extiende a un número de individuos que reproducen un discurso que no han elaborado y, muchas veces, ni siquiera reelaborado. Cuando se les pide razones acerca de sus opiniones y juicios quedan desnudos, sin la posibilidad de sostener lo dicho con otra cosa que prejuicios (solidificaciones de otros pensamientos hechos sedimentados que formatean el modo de aprehender el mundo).
¿Qué es lo que ha ocurrido?
Entre lo que ocurre y la reflexión sobre lo que ocurre hubo una sustitución. El sentido de los hechos, que por lo general proviene de la reflexión del sujeto sobre la existencia individual y colectiva, ha sido interferido por una mediación distinta, externa, que ha efectuado la operación de resignificación de la realidad y dicta este suprasentido usando canales de comunicación masivos. Pero para reforzar la operación, el mediador oculta la mano y sus intenciones (lo que acabo de explicar es algo que por suerte se sabe y mucho, aunque no tanto como debiera)
Si lo piensan un poquito estamos hablando de lo que intenta hacer la publicidad cuando vende un cepillo de dientes: interferir la operación del consumidor sobre la compra o no de un producto, tomar la decisión por él y comunicársela como un imperativo categórico. Es más, cooptar la percepción de la necesidad de una compra, creándola y reforzando ese anhelo mediante amenazas (veladas o explícitas) de castigo social.
Este dispositivo produce y apuntala la mal llamada "opinión pública" que no es otra cosa que el discurso de los sectores dominantes incrustado a fuerza de repetición y tecnología en los sujetos que luego lo reproducen creyendo que hablan en nombre propio. Y que sospechan y recelan del que no adhiere a esos postulados que juzgan eficientes por sí mismos.
Aquí, dado que la ideología se trafica como un objeto, el concepto de "moda" adquiere todo su sentido, en tanto la adhesión del sujeto al discurso circulante lo legitima como individuo frente al colectivo, así como la adquisición del último jean legitima su pertenencia a la sociedad de consumo.
Lo dicho "Fashion rules the nation"  

domingo, 16 de diciembre de 2012

EVIDENCIAS

Ayer, por una circunstancia circunstancial, fui a un colegio. Y por otra circunstancia, entré en un aula. Un aula de primer grado. Como tengo la mala costumbre de observar, me puse a mirar la decoración que me rodeaba.
Entre toda la parafernalia que adornaba el salón había una curiosa adaptación de "Caperucita y el lobo". En ese parafraseo, Caperucita intentaba arrimarle a su abuela un celular reluciente.
La versión libre no me causó sorpresa. 
Pero la forma en que estaba redactada si. Imaginen un enorme papel afiche amarillo escrito con letras negras, grandes. En el segundo párrafo campeaba la siguiente oración: "La Abuelita le pidió que le lleve...etc."
Casi se me salen los anteojos del susto. Evidentemente el afiche fue confeccionado por la maestra. En enormes y negras letras visibles desde diez metros de distancia. Y había escrito "le pidió que le lleve...", ignorando por completo la concordancia entre pasado y presente.
Lo peor, pensaba, es que ni siquiera debe haberse dado cuenta del horror que había plasmado en ese cartel. Lo peor, incluso, es que quizás hablaba tal como escribía y no percibía ningún error en ninguno de los dos campos. De hecho, ahí estaba la evidencia.
Permítanme en este punto un comentario: el docente, le guste o no, ocupa el lugar del intelectual. Quiéralo o no, está ahí como un intelectual. Y aunque no lo quiera tiene que estar a la altura de esa posición. Y si no está dispuesto a asumir su responsabilidad, debría cambiar de profesión. ¿Por qué la taxatividad? Porque el perjudicado es el pibe que está bajo su guía y que pensará que "le pidió que le lleve" es una forma correcta de expresar el pensamiento.
Deberán disculparme la irreductibilidad.

martes, 24 de julio de 2012

MALA PALABRA


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Me llama la atención, y mucho, que pese a lo evidente y obvio se discuta si existen o no las clases sociales. Y no me refiero al sentido común que es un enemigo declarado del conocimiento, sino a hechos comprobables mucho más que a simple vista.
Por nombrar uno solo, ahí está la brecha entre ricos y pobres, que más allá de los números que arroje como índice, muestra que hay una diferencia en la apropiación de la riqueza. Si eso solo no bastara podríamos usar los datos acerca de la propiedad de la vivienda, los ingresos per cápita por mes, y una cantidad de herramientas que no harían más que constatar que, efectivamente, existen clases sociales. En este caso desde un punto de vista económico.
Además, como si faltaran indicadores, podríamos investigar el imaginario de los sujetos sociales (como han hecho muchos y muy buenos investigadores) y comprobaríamos que tienen ideas muy definidas acerca de los ricos y los pobres y que actúan en consecuencia (aún cuando no sean del todo contingentes con sus condiciones reales de existencia interferidas por discursos que no les pertenecen de los que se apropian, entre otras cosas, porque conocen claramente la diferencia entre ricos y pobres).
Entonces, aparecen las categorizaciones más variadas: se me ocurre traer a colación la famosa portación de cara. Que también me sirve para introducir otro tema: la lucha de clases. Que también es un hecho. Una lucha de clases que no tiene que asumir formas de enfrentamiento armado pero que recorre la sociedad en su totalidad. Por mucho que la retórica política actual intente negarlo, ahí están los obreros tratando de ganar más y los patrones tratando de reducir el costo laboral, por ejemplo, y lo que acontece entre ambos es una lucha, una pelea. Aunque recorra canales institucionales. 
Hablar de redistribución de la riqueza también supone que está, en principio, mal distribuida con lo que los primeros argumentos en defensa de la existencia de clases sociales quedan admitidos de hecho.
Entonces ¿por qué tanta insistencia por parte de académicos, periodistas, intelectuales, etc. en demostrar que las clases sociales no existen?
Es una pregunta que lesa dejo picando.
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Imagen afanda de acá

miércoles, 14 de marzo de 2012

ASOCIACIÓN ILÍCITA

Lo que haya dicho o deje de decir Mauricio Awada a esta altura me tiene sin cuidado. Pero sí son de cuidado, y de mucho cuidado, los tipos con los que se junta para desplegar el onanismo intelectual que lo caracteriza. Una búsqueda rápida en el google puede mostrarles los prontuarios, perdón, antecedentes, de estos señores a los que les interesa el país.
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viernes, 24 de febrero de 2012

CIPAYOS STAND UP

Yo sé que apareció en todos lados, pero, es un puema. Vale la pena volverla a leer para entender de qué son capaces algunas eminencias. ¿Intelectuales? No creo que tengan el tamaño que exige esa palabra:
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Malvinas, una visión alternativa

"A tres décadas de la trágica aventura militar de 1982 carecemos aún de una crítica pública del apoyo social que acompañó a la guerra de Malvinas y movilizó a casi todos los sectores de la sociedad argentina. Entre los motivos de aquel respaldo no fue menor la adhesión a la causa-Malvinas, que proclama que las Islas son un “territorio irredento”, hace de su “recuperación” una cuestión de identidad y la coloca al tope de nuestras prioridades nacionales y de la agenda internacional del país.
Un análisis mínimamente objetivo demuestra la brecha que existe entre la enormidad de estos actos y la importancia real de la cuestión-Malvinas, así como su escasa relación con los grandes problemas políticos, sociales y económicos que nos aquejan. Sin embargo, un clima de agitación nacionalista impulsado otra vez por ambos gobiernos parece afectar a gran parte de nuestros dirigentes, oficialistas y de la oposición, quienes se exhiben orgullosos de lo que califican de “política de estado”. Creemos que es hora de examinar a fondo esa política a partir de una convicción: la opinión pública argentina está madura para una estrategia que concilie los intereses nacionales legítimos con el principio de autodeterminación sobre el que ha sido fundado este país.
Una revisión crítica de la guerra de Malvinas debe incluir tanto el examen del vínculo entre nuestra sociedad y sus víctimas directas, los conscriptos combatientes, como la admisión de lo injustificable del uso de la fuerza en 1982 y la comprensión de que esa decisión y la derrota que la siguió tienen inevitables consecuencias de largo plazo. Es necesario poner fin hoy a la contradictoria exigencia del gobierno argentino de abrir una negociación bilateral que incluya el tema de la soberanía al mismo tiempo que se anuncia que la soberanía argentina es innegociable, y ofrecer instancias de diálogo real con los británicos y –en especial- con los malvinenses, con agenda abierta y ámbito regional. En honor de los tratados de derechos humanos incorporados a la Constitución de nuestro país en 1994, los habitantes de Malvinas deben ser reconocidos como sujeto de derecho. Respetar su modo de vida, como expresa su primera cláusula transitoria, implica abdicar de la intención de imponerles una soberanía, una ciudadanía y un gobierno que no desean. La afirmación obsesiva del principio “Las Malvinas son argentinas” y la ignorancia o desprecio del avasallamiento que éste supone debilitan el reclamo justo y pacífico de retirada del Reino Unido y su base militar, y hacen imposible avanzar hacia una gestión de los recursos naturales negociada entre argentinos e isleños.  
La República Argentina ha sido fundada sobre el principio de autodeterminación de los pueblos y para todos los hombres del mundo. Como país cuyos antecedentes incluyen la conquista española, nuestra propia construcción como nación es tan imposible de desligar de episodios de ocupación colonial como la de Malvinas. La Historia, por otra parte, no es reversible, y el intento de devolver las fronteras nacionales a una situación existente hace casi dos siglos -es decir: anterior a nuestra unidad nacional y cuando la Patagonia no estaba aún bajo dominio argentino- abre una caja de Pandora que no conduce a la paz.
Como miembros de una sociedad plural y diversa que tiene en la inmigración su fuente principal de integración poblacional no consideramos tener derechos preferenciales que nos permitan avasallar los de quienes viven y trabajan en Malvinas desde hace varias generaciones, mucho antes de que llegaran al país algunos de nuestros ancestros. La sangre de los caídos en Malvinas exige, sobre todo, que no se incurra nuevamente en el patrioterismo que los llevó a la muerte ni se la use como elemento de sacralización de posiciones que en todo sistema democrático son opinables.
Necesitamos superar la agitación de la causa-Malvinas y elaborar una visión alternativa que deje atrás el conflicto y aporte soluciones. Los principales problemas nacionales y nuestras peores tragedias no han sido causados por la pérdida de territorios ni la escasez de recursos naturales, sino por nuestra falta de respeto a la vida, los derechos humanos, las instituciones democráticas y los valores fundacionales de la República Argentina, como la libertad, la igualdad y la autodeterminación. Ojalá que el dos de abril y el año 2012 no den lugar a la habitual escalada de declamaciones patrioteras sino que sirvan para que los argentinos -gobernantes, dirigentes y ciudadanos- reflexionemos juntos y sin prejuicios sobre la relación entre nuestros propios errores y los fracasos de nuestro país."
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Emilio de Ípola, Pepe Eliaschev, Rafael Filippelli, Roberto Gargarella, Fernando Iglesias, Santiago Kovadloff, Jorge Lanata, Gustavo Noriega, Marcos Novaro, José Miguel Onaindia, Vicente Palermo, Eduardo Antin (Quintín), Luis Alberto Romero, Hilda Sabato, Daniel Sabsay, Beatriz Sarlo, Juan José Sebreli

miércoles, 20 de abril de 2011

ÉTICA PARA SAVATER

De repente Savater es un intelectual.
¿Cuándo pasó éso?
No me avisan nada che.
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Hay muchos escamoteos en las opiniones de Savater. Creo que la que señalé sobre los medios de comunicación es la más obvia: pretender que un medio de comunicación es "objetivo" o que es una mirada distinta de "la oficial" es, al menos, ingénuo. Y Savater no es ingénuo.