Dice la nota que los "empresarios" se preocupan por la "destrucción del empleo" intentando vender gato por liebre criolla. Qué tiernos, los "hombres de negocios" preocupados por la generación y mantenimiento del empleo.
Aplausos.
Pero resulta que acá no nos hemos criado boliando pajaritos. Un empresario preocupado por la creación y destrucción de empleos es tan extraño como un hipotética buena canción de Arjona.
¿Entonces?
De lo que hablan sin decirlo es de la famosa "rentabilidad". Si señó. "Rentabilidad" que estos señores fundan casi por completo en la explotación laboral aunque digan exactamente lo contrario. Entonces, que alguien se atreva a discutirles el derecho de pernada los pone del bisoñé.
Porque una ley que aumente los derechos laborales es una ley que discute la porción de la renta de la que se apropian graciosamente y que se niegan a distribuir, porque, ya se sabe, el empresariado pide subsidio de costos vía aportes del estado para infraestructura y disminución de impuestos y privatización de ganancias, el "buen clima de negocios virtuoso" según indican los señores.
Esta misma mañana, en el programa "A Cara Lavada" Cynthia García entrevistó a Daniel Funes de Rioja, a mi juicio uno de los tipos más despreciables que haya tenido la oportunidad de escuchar, quien intentaba argumentar sobre la necesidad de "consensuar" y "dialogar" sobre la posible reforma. Decía el súcubo empresario que los feriados habían afectado la productividad, primero en un falso tono objetivo hasta derrapar hacia su verdadera opinión: "-Durante veinte años a nadie se le ocurrió reflotar los feriados de carnaval, ¿hacía falta hacerlo ahora?" dijo el señor que dice preocuparse por el empleo y las condiciones de vida dignas, refiriéndose al impacto de esas fechas en la zafra. Algo así como "-¿a quién se le ocurre que los esclavos tengan derechos?".
Me dio ganas de vomitar, unas ganas infinitas.
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Por supuesto, esta "advertencia" implica una amenaza.