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domingo, 1 de mayo de 2016

AGARRÁ LA PALA

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Antes de cualquier felicitación señalemos que no es lo mismo trabajo que empleo. El trabajo es la actividad por la que el hombre transforma la realidad para satisfacer sus necesidades físicas y espirituales. Dice Marx en Das Kapital "el trabajo es, en primer término, un proceso entre la naturaleza y el hombre, proceso en que éste realiza, regula y controla mediante su propia acción su intercambio de materias con la naturaleza. En este proceso, el hombre se enfrenta como un poder natural con la materia de la naturaleza. Pone en acción las fuerzas naturales que forman su corporeidad, los brazos y las piernas, la cabeza y la mano, para de ese modo asimilarse, bajo una forma útil para su propia vida, las materias que la naturaleza le brinda. Y a la par que de ese modo actúa sobra la naturaleza exterior a él y la transforma, transforma su propia naturaleza, desarrollando las potencias que dormitan en él y sometiendo el juego de su fuerzas a su propia disciplina.
O sea, además de transformar la naturaleza se transforma él mismo desplegándose por el mundo como una singularidad colectiva (lindo oxímoron). 
El empleo en cambio es "una relación que vincula el trabajo de una persona con una organización dentro de un marco institucional y jurídico que está definido independientemente de aquella, y que se constituyó antes de su ingreso en la empresa. Se trata de un trabajo abstracto, que es susceptible de ser dividido en unidades elementales y de reagruparlas alrededor de un puesto de trabajo, que es reconocido como socialmente útil." Digamos, la venta de la fuerza de trabajo para sintetizar con cierta rusticidad.
Volvamos un segundo a Marx. Dice el barbudo que "En las sociedades de explotación el trabajo se vive como una experiencia alienada, y no como una actividad de autorrealización"
O sea, en nuestras sociedades que son, como señala Carlitos, sociedades de explotación.
¿Qué es "una experiencia alienada"? Básicamente la separación del trabajador del resultado de sus esfuerzos. Los bienes que produce no solo son exteriores sino además, ajenos. Aquí está la primera escisión. Y de ella se desprende una consecuencia directa: el trabajo que realiza bajo la forma de empleo no lo construye, no lo despliega por el mundo desplegando todas sus capacidades.
Si alguna vez se preguntaron porqué la cara de tujes de los laburantes cuando vuelven a sus casas a la noche, quizás aquí encuentren una respuesta.
Una de las trampitas preferidas del capitalismo es asimilar trabajo y empleo, hablando de los dos como si fueran lo mismo. Y no lo son.
Ahora si. Dicho lo anterior: ¡feliz día del trabajador!.
¡Agarrá la pala!
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lunes, 17 de noviembre de 2014

HABLEMOS DE EXTORSIÓN

Si quieren conocer el alcance del concepto "extorsión" pregúntenle a don Daniel Funes de Rioja. El la sabe lunga sobre ese tema. Si benefician al empleado lo perjudican, dice don Funes, sin que se le mueva el bisoñé.
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miércoles, 4 de septiembre de 2013

HOMBRES TRABAJANDO


En los foros en donde los empresarios se juntan a cambiar figuritas, los citados hablan como si la riqueza surgiera a la luz del día por sus méritos individuales, por su esfuerzo y dedicación y una vida de contracción al estudio.
Uno puede llegar a creer (y confundirse) que son esos hombres atildados, que elevan brindis y hablan con palabras pseudocientíficas, los responsables de su propia prosperidad.
Me detendría varios párrafos a desmenuzar semejante falacia, pero no tengo tiempo porque tengo que ir a jugar a la quiniela, así que resumo mis apreciaciones con un ejemplo directo pero efectivo.
Supongamos que en este rincón hay un “empresario” de la construcción diciendo que su iniciativa personal, su olfato para los negocios y otros epítetos por el estilo son los causantes de la fortuna que amasó e incrementa un día sí y otro también. Y que debido a eso la consabida riqueza se derrama y así.
Hagamos como que le creemos.
Y pidámosle al empresario que nos acompañe a un baldío en donde se va a construir, por ejemplo, un edificio de ocho pisos.
Dejémoslo parado en el frente mismo del lugar y traigamos al sitio todos los materiales que hacen falta para elevar la construcción. Sin descargarlos, claro está.
Y ahora esperemos el milagro del que habla el empresario. Que, mediante la imposición de sus manos mágicas y por su intercesión, el edificio se eleve mágicamente desde las entrañas de la tierra y proyecte su figura imponente sobre el horizonte.
¿Qué, no pasa nada? ¿Los materiales están ahí riéndose de Janeiro y de nuestra amplia ingenuidad con dependencias?
Si claro, me dirán todos. Para que el edificio exista debe mediar el trabajo de los albañiles, que convertirán una pila de materiales en departamentos.
Listo.
Calculo que ya se entendió.
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La foto la robé de acá

miércoles, 19 de junio de 2013

DESCARTABLES

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Si Ud. tiene la incómoda sensación de estar transformándose en un ser laboralmente fungible in aeternum, si ve cómo cualquier estabilidad laboral se convierte en un tembladeral, si verifica cómo a su alrededor sus semejantes saltan de un trabajo a otro empujados por los contratos basura, la precarización laboral y la tercerización, no consulte a ningún gurú New Age: Sri Sri Ravi Shankar le dirá que se ría de Janeiro y sea positivo carajo que los cambios siempre son buenos, Deepak Chopra insistirá en que tiene ladeada la inteligencia emocional y le dictará una conferencia con técnicas mentales para liberar emociones negativas, Paulo Coelho (autotitulado "intelectual") le recomendará buscar el tesoro en el fondo de su casa, munido con una pala y la copia fiel de la traducción de las Mil y una Noches que Paulito le afanó a Borges, Ari Paluch sostendrá que al motor que lo impulsa a vivir le falta combustible espiritual, Bernardo Stamateas desde el pupitre señalará que está rodeado de gente tóxica (comenzando por Bernardo Stamateas), Spencer Johnson bramará que no se resista al cambio por miedo a algo peor, que debe aprender a adaptarse cuando comprenda que el cambio puede conducir a algo mejor, que debe tratar de detectar pronto el cambio y finalmente apresurarse hacia la acción, Wayne Dyer le soltará un sermón sobre el miedo, la culpa, la conducta auto-destructiva, y toda una serie de condicionantes mentales que lo alejan de la felicidad y bloquean el desarrollo de su personalidad y así.
Ninguno de los anteriores dirá una sola palabra acerca de la condición colectiva de esa sensación creciente que le quita el aliento cada vez que mira el almanaque. Ni uno solo le sugerirá mirar a su alrededor, a sus vapuleados semejantes, que están pasando por lo mismo o pasarán por lo mismo de un momento a otro.
Todos los anteriores le dirán que el problema es Ud., que el mundo está joya, que todo es color de pantera idem y que más que nada o se adapta (incluyendo su rebelde interior que se resiste a la degradación salvaje que le impone el afuera) o se va al carajo...por culpa suya. Una especie de mea culpa secularizado que guarda en su interior la letanía "por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa".
Pare de sufrir.
Lea las declaraciones de Dave Barthel, director ejecutivo de Allegis Group Services y compruebe que todos los tipos nombrados anteriormente macanean de lo lindo pero no gratis.
Ud. se siente crecientemente descartable porque lo consideran crecientemente descartable y actúan en consecuencia. Y contra eso lo único que uno puede hacer es oponer la potencia de un colectivo que se ha reconocido como objeto de fungibilidad y resiste ese proceso con la fuerza del acuerdo.
Deje de mirarse al espejo.
Mire al otro, vea cómo le crujen los huesos igual que a Ud. Ahí está la respuesta. Comprender que el sufrimiento es colectivo porque las razones que lo generan están donde nadie las mira, es el comienzo. Apenas el comienzo pero algo es algo.