Este informe sobre competitividad de la Universidad de Belgrano transita con entusiasmo el camino del maniqueismo. En medio del fárrago de pseudo-conceptos derramados como medicina para calmar el dolor de óido, uno puede advertir sin mayores problemas la maniobra desplegada, que podemos resumir en: Empresas Buenas-Estado Malo.
Como se desprende de la lectura de la nota, las empresas no tienen ninguna responsabilidad de nada, por nada, ni con nadie. Porque son empresas y son privadas.
Y el Estado tiene toda la culpa. Porque es Estado.
Disfrazado con la jerga de rigor en esos antros académicos, se esconde uno de los dogmas que conforman el núcleo duro del neoliberalismo. Dogma que se despliega en el informe con el mayo desparpajo. El Estado no debe meterse en "los negocios" y debe reducir su tamaño a la menor expresión para dejar librado al juego de la oferta y la demanda (el mito ceteris paribus) todo cuanto el mercado puea colonizar. De todo lo otro que se ocupe el hijo de la pavota, o mejor, que no se ocupe porque genera "gasto". Ese "gasto" que las empresas sugieren, sufragan ellas con el sudor de sus sillones.
Pues no. La cosa es bien otra.
Por lo tanto, a vender humo a otro lado.
No ha lugar.
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