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miércoles, 29 de mayo de 2013

lunes, 13 de mayo de 2013

ZURDO


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Se habla mucho y mal acerca de la izquierda. De la misma forma en que se discurre acerca del marxismo y Marx sin haber recorrido una sola página de El Capital o, al menos, alguno de sus escritos que son muchos, variados y sorprendentes. Debido a esta supina ignorancia se sigue jorobando con "la religión es el opio de los pueblos": quien repite esa pequeña porción del argumento, desconoce que la frase está en la introducción de la Contribución a la crí­tica de la filosofí­a del derecho de Hegel, escrita por Marx (Carlos, no Daniel a quien jamás se le ocurriría pensar por si mismo) en 1843. Y por supuesto no está al tanto del párrafo completo que indica:
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"El sufrimiento religioso es, en uno y al mismo tiempo, la expresión de sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el corazón de un mundo descorazonado, el alma (o el espí­ritu, der Geist) de una condición desalmada. Es el opio de los pueblos."
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Puesta en su contexto original cambia ¿no?
Este ejemplo sirve, un poco nomás, para mostrar cómo el "sentido común", la opinión heterónoma, construye su mirada sobre información incompleta, tergiversada y, las mayoría de las veces, desconocida. Repite lo que repiten. Repite lo que ya ha sido masticado y deglutido, y elabora categorías con las que percibe y organiza el mundo replicando esquemas ajenos que el sujeto se apropia sin considerar siquiera su pertinencia.
Por ejemplo el mote (peyorativo) "zurdo". Ese adjetivo lo usan quienes desean denostar a uno o varios sujetos de izquierda. "Zurdo" es una valoración negativa de la opción política del descripto. Por lo general alcanza con decir "-Ése es un zurdo", aunque algunos, para completar el combo dicen "-Es un zurdo de mierda". Pensemos argentinos: se supone que la izquierda política tiene entre sus preocupaciones lograr la igualdad social  defendiendo los derechos colectivos, por tanto, un "zurdo" es alguien que busca construir alternativas que permitan concretar el objetivo anterior (entre otros). ¿Eso merece un castigo?
¿De dónde viene ese desprecio hacia los "zurdos"? ¿Por qué alguien que es parte del grupo social que se beneficiaría si se consiguiera la igualdad social desprecia al "zurdaje"?
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Esto explica el símbolo
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Las explicaciones son varias, pero todas remiten a un origen más o menos común: el odio y desprecio hacia los "zurdos" proviene de viejas teorías elaboradas por la derecha política y la religión conservadora, sobre la condición de la izquierda que obviamente se oponía a sus intereses. Todos los pseudo-argumentos que se usan para justificar el asco hacia los "zurdos" son réplicas más o menos aggiornadas de viejos postulados: el trapo rojo que reemplazará la bandera nacional o las doctrinas extrañas al ser nacional que es occidental y cristiano se han transformado en "nos vamos a convertir en Venezuela" o "los derechos humanos son para los delincuentes solamente" o "la policía tiene las manos atadas por el garantismo". Si uno les quita las capas de pintura que tienen encima encontrará, luego de un esfuerzo nada despreciable, el prejuicio original que peina largas canas (antes de que lo digan, cuando se caracteriza a la derecha política se suele replicar el mecanismo, criticandola desde el prejuicio y no desde los argumentos, con lo que el "zurdo" pasa a ser, en el mismo acto, un "reaccionario" dado que deja de ser dialéctico y usa una receta que supone infalible para todo tiempo y lugar y guay del que no acuerde con Doña Petrona C. de Gandulfo).
Entonces, las razones del odio y el desprecio, que es muy real, concreto y cuya objetivación es contundente, son traspasadas de generación en generación sin que medie un instante de reflexión que permita discernir cuál es la razón cuál es de esa reacción.
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Se sorprenderían varios individuos de esta especie si supieran que Rubén Dri indica que hay puntos de contacto muy fuertes entre el cristianismo y el marxismo (claro, Ruben Drí es un teólogo "zurdo") y que no son tan incompatibles como pretenden tipos como Aguer. Y que en realidad el que es incompatible con el cristianismo es el capitalismo (cosa que uno puede deducir sin quemarse las pestañas leyendo los evangelios), aunque cientos de años de manipulación hayan dado por resultado a Escrivá de Balaguer construyendo un movimiento capitalista religioso en nombre de Jesús.
Por lo pronto, y para no prolongar este lamento, diré (aunque a esta altura ya no hace falta) que soy "zurdo".
Y a mucha honra. Orgulloso de ser siniestro.

martes, 2 de octubre de 2012

LA LÓGICA BINARIA

Acostumbrados como estamos a ser una tribuna de doctrina, nos haremos cargo de semejante mandato. Se ha puesto de moda entre los ¿analistas políticos? hablar del "fin de las lógicas binarias". ¿Qué entienden los señores analistas por "lógicas binarias"? Izquierda y derecha, por ejemplo. Dicen, con una suficiencia que me deja helado, que esa dicotomía ya no funka, que está gagá, que ha dejado de ser efectiva y que ya no describe el universo político.
¿En qué fundan sus apreciaciones? En que políticos de derecha cuando están en el poder toman medidas progresistas, que los candidatos de derecha recurren a un discurso progresista para seducir a los electores oscilantes y el reverso: que políticos progresistas toman medidas de derecha y recurren a discursos de derecha a los efectos de seducir a un electorado oscilante.
Y agregan: si un candidato de derecha toma medidas progresistas, entonces, no es tan malo y ya casi no es de derecha. Con lo que el paquete queda abrochado por delante y por detrás.
De lo que se sigue que, analizar la situación actual usando categorías perimidas como izquierda y derecha es al menos anacrónico, cuando no obsoleto.
Supongo que, mientras leían lo anterior habrán descubierto la futilidad de los argumentos esgrimidos.
La distancia de este razonamiento con el del fin de la historia que planteara alguna vez Fukuyama es casi inexistente.
Además, campea en lo dicho la reinstalación del pragmatismo político como método para intervenir en la realidad. Pragmatismo que nos ha causado más de un dolor de cabeza.
Desarticulemos la trampa: lo anterior es un razonamiento que proviene de uno de los dos lados de la ecuación planteada. Decir que izquierda y derecha como "lógica binaria" se han transformado en categorías vacías y que el pragmatismo es la piedra de toque del mundo político contemporáneo son postulados de derecha. Así como te lo bato. Desistir de los principios tildándolos de "principismo" y de la propia cosmovisión diciendo que es "una ideología" que distorsiona la realidad es un curso de acción propio de la derecha que, en forma subrepticia, recubre los procesos sociales con la petición de principio de leyes naturales que gobiernan inexorablemente. Leyes que además, son inevitables.
También es una mirada estática (aunque parezca lo contrario) dado que postula en última instancia la adaptabilidad: del sujeto, del sujeto político, de las acciones políticas. Adaptarse implica considerar al mundo no como dado sino como inmóvil y osificado. Si sólo podemos adaptarnos, resignamos cualquier posibilidad de transformación.
Optar por uno u otro camino implica no tomar el otro. Optar por tomar uno postulando el otro, o apelando a estrategias que no pertenecen al campo seleccionado no implica la desaparición de la izquierda y la derecha sino la adopción de políticas pertenecientes a la derecha: pragmatismo para más datos. Lo demás es una coartada discursiva.
Sigue habiendo izquierda y derecha: la distinción existe, aunque los esfuerzos para delimitar sus alcances deban ser más exhaustivos, menos toscos, ganando en precisión y fuerza explicativa (este esfuerzo debería provenir de quiénes se ubican a sí mismos en la izquieda, que no tendría que tener ningún problema en desmontar sus propios dogmas y verdades de fe para reemplazarlos por un análisis dinámico de lo concreto, sin abjurar de los principios que no son axiomas sino, principios)
En definitiva, decir que el universo político es tan complejo (¡qué novedad!) que no se puede partir al medio en izquierda y derecha es confundir (por error o omisión) la topología maniquea con el análisis político. La partición maniquea genera una división taxativa en donde las mitades se excluyen en tanto que son la pelea eterna entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad. Una sola opción pretende invalidar para siempre a la otra, dado que es irreductible (como sospechan, la Guerra Fría en general, fue ejecutada bajo una lógica maniquea, y el fin de la historia de Fukuyama también está encuadrado dentro de este relato)
Que haya izquierda y derecha indica que hay quienes adhieren a unos principios y no a otros y que intentan guiar sus acciones políticas en consonancia con esos principios porque tienen un proyecto que proviene de su cosmovisión del mundo. Cosmovisión a la que buscan aproximarse mediante sus prácticas cotidianas. No cortan puentes, no promulgan la desparición del "enemigo" ni su aniquilamiento. Defienden o deberían defender su postura en la arena política e intentan ser coherentes con sus palabras en un entramado de relaciones sociales complejas.
Decir que ya no hay izquierda y derecha es, lamento decirlo, un poroto para la derecha que una vez más ha vendido gato por liebre.

miércoles, 7 de diciembre de 2011

RENESKY

¿A que no superan ésto?
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Yo sabía que esa cerdita se traía algo entre jamón y jamón.

lunes, 30 de mayo de 2011

PATAS ARRIBA

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Marx observó que Hegel había puesto la dialéctica para para arriba. Decía que Hegel tenía mucha razón con la dialéctica, pero al revés, que el pensamiento no es un demiurgo, que el pensar no puede estar por encima de la realidad, sino que la realidad es la que determina la manera en que pensamos. O sea, son las condiciones concretas de existencia que Marx se encargó de analizar para dar cuenta de la verdadera naturaleza del capitalismo.
En eso consiste la genialidad de Marx, en el método, que es un método y no una receta. En el método que propone el análisis constante y dialéctico de la realidad de la que derivarán las formas de lucha, la estrategia, las propuestas. Una realidad que es dinámica, que cambia y muta.
Desde hace más de un siglo el capitalismo ha cambiado. Usa nuevos métodos, recurre a otras estrategias, utiliza distintos caminos para seguir manteniendo su condición de tal. Por supuesto que persiste la explotación, que las clases sociales gozan de buena salud, que la plusvalía sigue cayendo en manos del capitalista. Pero ésto no ocurre como en 1848. Entre otras cosas obvias, porque aquel mundo de 1848 no es el mismo del 2011. Digo insistiendo en la obviedad del argumento, apelando a las nuevas herramientas que aparecieron en el transcurso de varias décadas, ahora el capitalismo consolida su dominación de clase de otra forma, manteniendo intactos sus objetivos originales.
Eso no parece tan complicado de entender, más que todo si uno pretende, como marxista, enfrentar al capitalismo. Debería, como mínimo, comprender las condiciones actuales del capitalismo para poder combatirlo. Incluso diría que es una condición sine qua non
Pero esto no parece tan cierto cuando uno revisa la doctrina, la estrategia, y los análisis de gran parte de la izquierda vernácula. Si no fuera por la evidente mutación del entorno podría el desprevenido exégeta creer que todavía se encuentra inmerso en las complejidades de la Segunda Internacional, en plena Revolución Cultural o batiendo la selva junto al Che en Cuba.
Esa izquierda que atrasa varias décadas hizo lo que Hegel había hecho con la dialéctica: puso a Marx para para arriba. Y transformó un método de análisis e intervención de la realidad, en un dogma eficaz en todo tiempo y lugar. En una mera receta, que, de acuerdo a pasos mecánicos, estáticos, efectivos por sí mismos, nos llevarían de cabeza a la revolución.
Olvidando siglos de experiencia de luchas revolucionarias, sin la menor preocupación, siguen pronunciando las palabras fetiche: proletariado, obreros, masa, contradicciones de clase, palabras que el dogmatismo ha vaciado de contenido y que no son más que cáscaras y excusas de análisis mecánimos plagados de frases y pensamientos hechos.
Así está Marx, patas arriba, como mucha izquierda que todavía espera, como quien aguarda el 60, el "sujeto de la revolucíón".

martes, 15 de febrero de 2011

EL HOMBRE MASSA

Que alguien le avise a Massa que, proclamar que la seguridad no es de izquierda ni de derecha es parte de los postulados de una ideología. Y si tanta alergia le tiene al asunto ideológico (que es propiamente el meollo de la política, de la que Massa forma parte) que se dedique a cultivar begonias.
"La seguridad no es de izquierda o de derecha, es un derecho de la gente, de los vecinos, y lo que tenemos que hacer es no perder el tiempo en discusiones, sino invertir todos los días en tecnología, en logística, recursos humanos, para que la gente viva más tranquila."
Si Massita, para qué vamos a discutir. Lo mejor es invertir en crear buchones 2.0.
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viernes, 3 de diciembre de 2010

EL HELADO CALIENTE

De lo que me vengo a enterar, el radicalismo es de izquierda.
Si, como Morales o Sanz ponele.
La pucha que ha cambiado la izquierda.
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