miércoles, 5 de septiembre de 2012

LA CAJITA ANTIPÁNICO

A lo largo de una semana, días más, segundos menos, escuché por lo menos cuatro veces el razonamiento que sigue: "Pero eso no es A. A es tal cosa y éso no es A". Coloque el televidente en lugar de "A" la palabra que le pluguiere. En mi caso debo completarlo con "tango", "chamamé", "rock" y "pizza".
Teniendo yo mismo una batería de definiciones que me permiten no sobresaltarme con la variedad de lo real, que tales argumentos me hayan molestado es bastante significativo. La alarma se encendió con la primera palabra: "tango".
Uno de los dialogantes sostenía que el tango podía ser tango aunque utilizara instrumentos electricos y se ocupara temáticamente de problemas contemporáneos y el otro, por supuesto, postulaba que eso era cualquier cosa menos tango porque el tango era tango como el de antes y listo.
Mi primera y silenciosa reacción (no me voy a andar metiendo en conversaciones ajenas, claro está) fue solidarizarme con el primero de los hablantes. Porque la música no es un sistema cerrado sino un proceso en movimiento. Pero luego lo pensé mejor. O seguí pensando, qué se yo. Puede ser cierto que lo que hace Tanghetto o Narcotango no sea tango. ¿Cuál es el problema? Puede tener el nombre que quieran. Alfredo el Tape Rubín y Las Guitarras de Puente Alsina pueden no estar haciendo tango. ¿Cuál es el problema? Si la música que hacen se inspira en el tango y avanza hacia otros territorios mediante el recurso de la fusión instrumental y temática ¿cuál es el problema de que no sea tango? Girando el argumento (que algo que se inspire en el tango y no sea tango puede parecer una descalificación pero no lo es) yo diría que si una mixtura supera el concepto de un estilo musical lo que tenemos es algo nuevo, con una riqueza mayor ya que concentra varias influencias. Y está muy bien que no se llame como el estilo original dado que lo ha superado. La discusión acerca de si algo es o no tango, rock o folklore calculo que es baladí. Puede serlo en parte o no serlo para nada. Pero sin duda es una superación de lo anterior, al menos por el intento de abordar lenguajes conocidos mediante enfoques originales (me acordé del grupo Dora Brown que combina reaggae y tango y decime si no es una mescolanza original o el Pablo Ziegler Jazz Tango Trío que apuesta a otra combinación audaz). Lo que salga de esa exploración puede gustar o no, pero de alguna forma se trata de lanzarse al vacío para buscar nuevas formas de expresión.
Los nombres, las categorías, las cajitas, nos sirven para quedarnos panchos y tranquilos. Esto es ésto y aquello es aquello. Y listo. Asunto subsanado. Pero cuando el arte pega un brinco y nos descoloca ahí empiezan los problemas y las academias, que ya son demasiadas, ponen el grito en el cielo y reclaman su derecho de pernada sobre lo que protegen hasta asfixiar.
Creo que podríamos extender el razonamiento anterior a otros ámbitos que no son el arte. Como la pizza, o las empanadas o el deporte o tantas cosas. Con ciertas precauciones claro está, dado que, como ya hemos dicho en algún lugar, lo real es tan diverso que nos deja tujes pa´rriba tratando de meter lo que discurre en un montón de compartimentos que nos salven de la entropía.
La creación, sospecho, requiere la disposición del creador a ejecutar brincos a la nada misma, a un territorio desconocido que no ofrece garantías. Se puede no saltar. Refugiarse en el mullido sillón del canon, sin ningún problema ni sobresalto. Ejercitar hasta el paroxismo la idoneidad en ese espacio previsible que, como todo arte, requiere un adiestramiento cada vez más complejo hasta alcanzar al menos algo parecido a la perfección. Pero en algún momento, en esa persecución (¿se acuerdan de "El Perseguidor" de Cortázar? hablaba de este tema) el artista estará frente al abismo. 
Algunos deciden saltar y otros no.
Y Marat en su bañadera (gracias de nuevo Don Julio) 

2 comentarios:

Daniel dijo...

Uyy, esta discusión la tuve en los '70 con la explosión de Piazzola, Dormi.
Yo era un pendex y tenía que discutirlo con los jovatos enardecidos.
Hoy, cuarenta años después, atrasa demasiado.

José Pepe Parrot dijo...

Daniel:
Si señor.
Atrasa.
Yo la doy por superada con los argumentos expuestos.