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La
escalada de violencia sindical encabezada por la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte es la concreción de una
amenaza explícita vertida por esa cloaca llamada Inforburdo el viernes 8 de mayo. Los señores, burgueses ya, "
gordos" como los llamó con acierto la perspicacia popular están que bufan porque les meten mano en sus cajas. No les interesan un soto los laburantes (decime, por ejemplo, que Armando Cavalieri se desvela por los empleados de comercio). Ni les van a interesar, eso también.
Tampoco les calienta un corno el país, en tanto bienestar general. Lo que quieren, como buenos burgueses, es un escenario en donde sus fortunas, negocios y negociados sigan viento en popa. Y que nadie se atreva a cuestionar cosas como la cuota sindical o el manejo (o desmanejo) de las obras sociales sindicales. Y que ni se te ocurra pedazo de burro discutir las empresas que pertenecen a estos alguna vez laburantes plagadas de tercerizados cuya precariedad les llena los bolsillos, entre otras cosas. Para mear el arbolito como los perros nada mejor que
las amenazas. Que no son amenazas contra el gobierno, sino contra toda la sociedad que los sufre.
Añadamos en el guiso del ataque sindical que Florencio Randazzo, precandidato presidencial del FPV está metido de lleno en el asunto de los trenes. Por lo tanto, es un tiro por elevación a esa candidatura y cierto solapado apoyo a la de Daniel "Bailarín de los barrios" Scioli.
En esa sopa de letras se encuentra la clave de esta llamada a un paro general en junio, que no se entiende excepto por lo anterior (porque los motivos esgrimidos, son, si me permiten, bastante pedestres).
Como decíamos en aquel post del 8 de mayo, los tipos han decidido de qué lado van a estar. De hecho, ellos son, tal como se ve, el ariete sindical para meter todo el ruido posible y enturbiar el tiempo que queda hasta las PASO nacionales. Digamos, es laburo a cuenta.
Sería interesnate saber qué les prometieron además de lo prometido.