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A este blog llegan muchas personas que comparten nuestros puntos de vista. Pero también varios, muchos, que no están de acuerdo. Algunos en ese batallón hacen oficialismo rentado (los famosos trolles, que este que suscribe bloquea en la medida de lo posible), otros son oficialistas ad honorem. Digo esto al principio para señalar que no le hablo a una entelequia. Dicho lo cuál, pasemos al asunto en sí mesmo.
¿Te diste cuenta? ¿Ya entendiste que no estás invitado a la fiesta?
Si sos de los que responde a cada objeción de esta forma:
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Si ésta es tu respuesta nada de lo que diga va a traspasar la cáscara de la irracionalidad que aisla la aprensión racional de la existencia. En este caso sugeriría que suspendieras la lectura en este punto. Hasta luego, cariños Carlitos.
Ahora, si estás leyendo esta oración infiero dos cosas:
1.-Lees para alimentar aún más el odio e insultarme con mayor prolijidad
2.-De alguna forma la introducción alumbró una fisura en el pensamiento único que recubre los criterios propios, asumiendo la máscara de "sentido común".
Si es así entonces, repito la pregunta:
¿Te diste cuenta? ¿Ya entendiste que no estás invitado a la fiesta?
Macri llegó a la presidencia aupado en el odjo militante anclado en los prejuicios de clase alta que recorren el tejido social impregnando a los sujetos, sean del estamento social que fueren. Pobres defendiendo a ricos, para resumirlo de alguna forma, que conjeturan que sus intereses son los intereses de los sectores acomodados.
También Macri se coronó presidente de la mano de promesas que muchos creyeron aunque sonaran inverosímiles (me cuesta bastante pensar que alguien creyó la sarta de vacuidades que lanzó desde el púlpito Mauricio Macri, pero que las hay, las hay).
Una porción, bastante pequeña, votó racionalmente. Sabían que Macri defendería sus intereses de clase. O sea, los que tienen el chupetín por el palito votaron a Macri entendiendo que era lo que más les convenía.
De esa segmentación primitiva operada por el apuro hay al menos dos porciones que recibirán poco o nada de los beneficios de una administración que toma decisiones a favor del último segmento. Es ahí en donde recaen los beneficios. Y como de algún culo tiene que salir la sangre que alimenta a los vampiros ¿adiviná de dónde emerge?
Para mantener abierta la vía por la que los orejones del tarro se desangran en favor de los piolas de siempre, hay un formidable aparato comunicacional que la vende cambiada todos los segundos, minutos y horas desde mucho antes del 10 de diciembre de 2015. El objetivo de este aparato ideológico de estado es convencerte de que esto es lo más razonable, que la culpa la tiene cualquier otro menos la propia administración, que la culpa es de la pesada herencia, que la culpa es tuya por querer vivir y no sobrevivir.
Tengo malas noticias, por si no te habías dado cuenta: no estás invitado a esta fiesta. Están haciendo que pagues la joda, pero vos no participás, no vas a participar. Y ya no es una conjetura o "campaña del miedo".
Tu propia existencia cotidiana y pedestre es una demostración de que no estás invitado a la fiesta. Lo único que ocurre desde el 10 de diciembre es que no parás de caer y caer. Y no hablamos de lujos, hablamos de sobrevivir. Aunque no lo quieras, estás viendo a lo que llamabas "tu vida" desmoronándose a tu alrededor.
Frente a este desbarranco permanente tenés a un tipo que dice que no te pasa lo que te pasa.
La pregunta es: ¿te diste cuenta?
Tuviste el tiempo necesario para experimentar en nalga propia la administración Cambiemos. Hemos tenido paciencia con vos, pero ya es hora de responder.
Tuviste el tiempo necesario para experimentar en nalga propia la administración Cambiemos. Hemos tenido paciencia con vos, pero ya es hora de responder.
No quiero que admitás un error, ni que camines hasta Luján marcha atrás y en alpargatas. Quiero que respondas esta pregunta: ¿te diste cuenta de que sos un invitado de piedra, un orejón del tarro al que le están quitando el pasado, el presente y el futuro?
Y ni siquiera necesito que me respondas ahora, ni que respondas en voz alta, ni que escribas una respuesta. Me conformo con que lo pienses, con que la duda se instale en los insterticios del caparazón que aisla tu existencia de la representación de tu existencia.
Con eso solito me conformo. Con ese poquito.