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Sigo persistiendo con poco éxito en mi cruzada para responder la pregunta: ¿cómo puede ser que un tipo aplauda a sus verdugos y encima diga que tienen razón y que él puede resistir a la amputación lisa y llana de su marote?
Digamos, la justificación de la hijaputéz militante de Mauricio Macri y su corte de los milagros se vuelve oscura y retorcida porque ni el más pavote de los pavotes puede aplaudir que le aumenten los costos en el mundo capitalista en donde la cuestión es ¡bajar los costos! incluso el de mantenerse vivo todos los días del almanaque.
¿Cómo carajo alguien puede aplaudir los aumentos, los despidos, los recortes, la pérdida paulatina de autonomía económica y política, etc. cuando todo lo anterior lo condena a la extinción?
Hoy, leyendo un par de comentarios de los que más o menos piensan como uno, logré advertir cierto asunto, del orden de la ética asomando la pata (que en algún caso me recordó el asuntito de la ética protestante que planteó Weber pero al vesre).
Resulta que en tres o más de las acotaciones que se hacen a ciertas publicaciones del facebuk, se decía que los empresarios de Maldonalds se comportaban como hijos de puta porque les daban la oportunidad. Que era esperable esa conducta, digamos, porque teniendo la oportunidad, todos se comportan como hijos de puta.
"¡Mirá vos!", pensé (un poco pensé porque me agito) es como aquel argumento de Darín en "Nueve Reinas": "-Putos no faltan, lo que faltan son financistas". Asimilando una situación a otra: "-Hijos de puta no faltan, lo que faltan son oportunidades para serlo".
Ese razonamiento (puahhhh) me llevó de cabeza a otro asunto que me jode bastante: la ética de los piojos resucitados que se comportan de la misma forma que los patrones que alguna vez los explotaron. Los tipos explotan sin piedad, evaden, etc., porque como ahora están de aquel lado del mostrador, o sea tienen la oportunidad, se comportan como hijos de puta constantes y sonantes.
Entonces quizás logré comprender porqué una porción nada despreciable de los sectores medios no dice esta boca es mía ante el ataque desembozado de la oligarquía sobre su forma de vida: no dicen nada porque si ellos tuvieran la oportunidad harían lo mismo. Porque si por arte de magia financiera pudieran subir los escalones necesarios abrazarían sin más la ética del oligarca sin el menor remordimiento. Quizás por eso uno los escucha balbucear excusas insostenibles cada vez que un argumento de cemento poen en evidencia la brutal tranferencia de ingresos hacia los sectores dominantes que Mauricio Macri promueve y alienta. Aunque esa tranferencia los deje con el tujes mirando al sur no dicen nada, ni dirán nada, porque están esperando la oportunidad de ocupar una posición similar y hacer lo mismo sin que se les mueva el registro de catastro.
Comparten la ética del explotador en la esperanza de convertirse ellos mismos en algún momento en explotadores. Por tanto, no cuestionan los privilegios de las clases dominantes porque sería como cuestionarse esos privilegios a sí mismos si alguna vez accedieran al ascenso social.
Por ahí, quién te dice, esto sirva para pensar la dirección del voto de los sectores medios.
Porque hasta ahora che, hay más oscuridad a cada paso.