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miércoles, 18 de mayo de 2016

LA GUILLOTINA TIENE RAZÓN

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Sigo persistiendo con poco éxito en mi cruzada para responder la pregunta: ¿cómo puede ser que un tipo aplauda a sus verdugos y encima diga que tienen razón y que él puede resistir a la amputación lisa y llana de su marote?
Digamos, la justificación de la hijaputéz militante de Mauricio Macri y su corte de los milagros se vuelve oscura y retorcida porque ni el más pavote de los pavotes puede aplaudir que le aumenten los costos en el mundo capitalista en donde la cuestión es ¡bajar los costos! incluso el de mantenerse vivo todos los días del almanaque.
¿Cómo carajo alguien puede aplaudir los aumentos, los despidos, los recortes, la pérdida paulatina de autonomía económica y política, etc. cuando todo lo anterior lo condena a la extinción?
Hoy, leyendo un par de comentarios de los que más o menos piensan como uno, logré advertir cierto asunto, del orden de la ética asomando la pata (que en algún caso me recordó el asuntito de la ética protestante que planteó Weber pero al vesre).
Resulta que en tres o más de las acotaciones que se hacen a ciertas publicaciones del facebuk, se decía que los empresarios de Maldonalds se comportaban como hijos de puta porque les daban la oportunidad. Que era esperable esa conducta, digamos, porque teniendo la oportunidad, todos se comportan como hijos de puta.
Mirá vos!", pensé (un poco pensé porque me agito) es como aquel argumento de Darín en "Nueve Reinas": "-Putos no faltan, lo que faltan son financistas". Asimilando una situación a otra: "-Hijos de puta no faltan, lo que faltan son oportunidades para serlo".
Ese razonamiento (puahhhh) me llevó de cabeza a otro asunto que me jode bastante: la ética de los piojos resucitados que se comportan de la misma forma que los patrones que alguna vez los explotaron. Los tipos explotan sin piedad, evaden, etc., porque como ahora están de aquel lado del mostrador, o sea tienen la oportunidad, se comportan como hijos de puta constantes y sonantes.
Entonces quizás logré comprender porqué una porción nada despreciable de los sectores medios no dice esta boca es mía ante el ataque desembozado de la oligarquía sobre su forma de vida: no dicen nada porque si ellos tuvieran la oportunidad harían lo mismo. Porque si por arte de magia financiera pudieran subir los escalones necesarios abrazarían sin más la ética del oligarca sin el menor remordimiento. Quizás por eso uno los escucha balbucear excusas insostenibles cada vez que un argumento de cemento poen en evidencia la brutal tranferencia de ingresos hacia los sectores dominantes que Mauricio Macri promueve y alienta. Aunque esa tranferencia los deje con el tujes mirando al sur no dicen nada, ni dirán nada, porque están esperando la oportunidad de ocupar una posición similar y hacer lo mismo sin que se les mueva el registro de catastro.
Comparten la ética del explotador en la esperanza de convertirse ellos mismos en algún momento en explotadores. Por tanto, no cuestionan los privilegios de las clases dominantes porque sería como cuestionarse esos privilegios a sí mismos si alguna vez accedieran al ascenso social.
Por ahí, quién te dice, esto sirva para pensar la dirección del voto de los sectores medios. 
Porque hasta ahora che, hay más oscuridad a cada paso.

miércoles, 13 de abril de 2016

ETERNO RETORNO

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Los KKs nos están hipotecando el porvenir tomando deuda a futuro en dólares para comprar choripanes y juntar los quinientos pesos que les pagamos con la plata de los jubilados y las ganancias a todos esos vagos de mierda (agarrá la pala, si, esa creo que es, yo la conozco por fotos, nunca me la presentaron) que van a gritarle cosas de la negrada a esa shegua conchuda que tendría que estar presa porque organizó una fiesta (una orgía debe ser) y ahora hay que ajustarse el cinturón (hay que pasar el invierno) porque luego viene la revolución de la alegría y podremos volver a contratar el salón para la fiesta del Jeremías, ir a Las Toninas todos los eneros, hacer andar la parrilla y ponerle encima un churrasco de paloma, hacerme la permanente en la peluquería de la Lili ahora que no tenemos que mantener a esos vagos KKs que nos están hipotecando el porvenir tomando deuda...

jueves, 11 de febrero de 2016

CAMBIARON

Hicieron ésto
...
...
Creen haber hecho ésto
...
...
O sea
...
...
Cagar más alto del culo
Bah.

viernes, 11 de diciembre de 2015

LA MALA CONCIENCIA DE MR.FREEZE

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Hoy. 11 de diciembre, hace una calor de recontralocos. La canícula aprieta que da calambre. En una situación similar, el año pasado, uno salía a la calle a hacer las compras y escuchaba el ronquido sordo de los miles de aires acondicionados que engalanan las casas de la clase media (y no tan media) que pudo acceder a esa comodidad e incluso usarla sin remordimientos.
Pero hoy ese sonido no existe. Están los aires ahí donde estaban, orgullosos y bien conectados. Pero muy pocos encendidos. Se aprecian ventanas abiertas y cortinas meciéndose al ritmo de esta mierda de viento norte y algún que otro ventilador que agita el aire. Pero los aires acondicionados son testigos mudos de la ola de calor.
Con alerta amarillo, la clase media conciente de que le van a romper el culo con los aumentos en la electricidad, desiste del aire acondicionado. ¿Sabían lo que iba a pasar o se dieron cuenta ahora? Es la pregunta del millón de decadracmas ¿no?
Si lo sabían se suicidaron pensando en ¿la resurrección, la reencarnación?
Si no lo sabían, bueno, para qué abundar.
Ahora no hago futurología, simplemente esbozo un aguafuerte.

jueves, 12 de noviembre de 2015

HABLANDO MAL Y PRONTO

A los que te jedi les dicen Consoladores. De acuerdo a lo que indica el refrán ya popular: se creen pistolas y son unos aparatos.
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viernes, 6 de noviembre de 2015

CEGOS

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Antes que nada, buenas. De nuevo estoy de vuelta. Esta pausa de algunos días me llenó de bilis y tengo tantas cosas que decir, tanta mierda que se amontonó escuchando pavotes en vivo y en directo, que no sé por donde arrancar. Parece que me topé con una suelta masiva de boludos y semejante avalancha no se puede procesar de una sola vez.
Entonces, como el fiel Gabriel Betteredge, el mayordomo, personaje genial del excelente libro "La Piedra Lunar" de William Wilkie Collins, que cuando estaba colmado de perplejidad volvía una y otra vez al "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe buscando respuestas, yo hice algo parecido pero con un libro, cualquiera, de Hernán López Echagüe. ¿Por qué? Porque me parece uno de los pocos periodistas en el sentido fuerte de la palabra que quedan y en sus libros combina rigor periodístico con un estilo literario narrativo certero y solvente (combinación cada vez más extraña).
Le toco el turno a "El regreso del Otro", uno de los textos que apareció en la parte de arriba de una de las cajas de mudanza que me asolan por estos días.
En las páginas 35 y 36 me encontré con este pequeño texto que de alguna forma resume mi estado de ánimo en estos días.
Lo transcribo para retomar la nada agradable tarea de rastrear el desatino que este blog arremete con la menor eficacia posible, dadas las limitaciones del espacio, pero sobre todo, del autor que aquí suscribe sus propios baldíos.
Léyanlo, es selente. Como verán, he modificado cierto nombre capicúa para que el lector no tenga que andar tocándose las partes pudendas del lazo izquierdo en público, no te da vergüenza, grandota/e.
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"En las grandes ciudades del país las personas de buen pasar vagaban por las galerías de los centros comerciales examinándose atentamente el ombligo, es decir; venerando la idiosincrasia de su ombligo, del hoyito de carne estriada y con pelusas alrededor del cual gira la Tierra, su Tierra, es decir, su auto, su casa, su seguridad suya, su colegio privado de sus hijos, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, en su Miami o en su Polinesia, su empleada sumisa, su rotweiller, su infidelidad excusable, su apoliticismo político y partidario del político que le asegure que por el resto de sus días tendrá su auto, su casa, su colegio privado, su asistencia médica privada, su televisión por cable, su temporada de descanso en su Brasil, su empleada sumisa, su perro jodido, su permiso para ser infiel y, vaya, claro, su aire de tipo apolítico.
Iban de un lugar a otro, el pecho inflado de arrogancia, con algún electrodoméstico a cuestas y un fajo de desdén en la billetera. Caminaban sin mirar hacia atrás porque temían convertirse en estatuas de sal, como le ocurrió a la mujer de Lot, ya lo había advertido Carlos Saúl I decenas de veces, y en la escuela nos han enseñado que a las estatuas de sal les cuesta mucho darse maña en el manejo de un control remoto o de una tarjeta de crédito, y, más trabajoso aún, hablar, hacerse entender a la hora de, pongamos, decirle al pibe limpiavidrios que no está en tus planes bajar la ventanilla de la puerta de tu auto muy tuyo porque tenés la certeza de que detrás del pibe limpiavidrios aflorarán cien pibes limpiavidrios que te destriparán, y entonces perderás tu auto tuyo y todo lo muy tuyo que representa esa carrocería espléndida. Que es mucho y todo tuyo. Un hato grande de ganado que tenía a la pobreza como pecado mortal y despreciaba al pobre por encima de todas las cosas. La respetable clase media reía, había echado a dormir la visión y toda percepción de su propio sumidero. La respetable clase media vivía en una civilidad fundada en nubes de betún que nunca se disipaban. Las encuestas de opinión habían demacrado definitivamente el deseo y deteriorado toda pulsión.
De modo que los comicios no eran otra cosa que una triste escenificación de civismo, un celo por las instituciones que duraba lo que un parpadeo. Una diligencia tribal: meter una papeleta en un sobre; luego el sobre en la ranura de una caja, y de regreso a casa a comprar ravioles, una botella de vino tinto; almorzar; dormir la siesta y en la noche esperar el resultado de la elección como el que espera el resultado de la quiniela. Ése es el tamaño de la libertad que nos permite este sistema. El de una ranura. Al día siguiente, a cerrar la boca y a obedecer. En la fábrica, en la oficina, en la escuela, en la calle. Y en momento alguno dudar del fatalismo que rige nuestra vida. Todo es así porque así debe ser: Carlos Saúl I otra vez presidente. Todo en orden. Los cerdos en su chiquero, las gallinas en su gallinero y los timoratos en su pecera. Año, como tantos otros, de convalescencia de la nada, de antropocentrismo porteño."
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miércoles, 28 de octubre de 2015

SUICIDAL TENDENCIES

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Dicen que las sociedades no se suicidan pero un porcentaje significativo de la sociedad argentina intenta con entusiasmo hacer la Gran Nisman. Puede que por ahora no les resulte pero juegan a la ruleta rusa una y otra vez, apuntándose a la boca cosa de no pifiar en el caso de que la bala les de el gusto.
Habemus otros intentando avisarles, fijate que es una bala, fijate que es un revólver, fijate que vas a manchar la pared con materia gris, fijate que si el disparo ocurre no tendrás más aire para ver Esperanza Mía a la noche, fijate que te vas a perder la gala de Tinelli. No, es mentira que las balas no matan. Es mentira que las balas no te perforan la piel y te convierten en al polvo volverás. La vida después de la muerte es un verso para vender libros y en todo caso no tenés cuerpo para ingerir cerveza importada.
Pero nada che. Apenas uno se da vuelta ahí van nuestros héroes en pos del arma y se pelean por hacer girar el tambor y apretar el gatillo. Y todo con una sonrisa.
Y uno que no es de hierro y tampoco posee la oratoria de un Macri está a punto de cansarse y dedicarse a esa doctrina que alumbró Dolina con la mayor certeza: el masismo. Masismo con una sola "S". O sea, masí, mátense.
El problema es que, repetimos de nuevo otra vez, yo soy un boludo (yo y varios, sépanlo) y cuando el tipo se ajusticie y con ese acto nos lleve puestos a todos (teléfono PJ) volveremos a ponerle el lomo a la realidad hasta que el pavote esté de regreso en condiciones de comprarse otra Bersa para jugar a volarse las amígdalas pensando que hace una gracia y merece aplausos.
Pero cuando los tipos quieren suicidarse, no hay caso ni argumento que los haga desistir.
Lo curioso de los suicidios colectivos es que involucran no solo al suicidante himself sino a toda la sociedad que lo rodea que se va a la mierda junto con el suicida. 
El suicida no lo entiende o hace como que no entiende. Porque es un tipo que se cree héroe de su propia vida. ¿Y quién lo convence de lo contrario?
Suicidal Tendencies (escuché esta canción mil ochocientas veces en mi juventud, me sigue gustando aunque un poco menos porque soy viejo y se me deterioraron los témpanos)


martes, 11 de agosto de 2015

PERTENECER TIENE SUS PRIVILEGIOS

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Los que cada tanto pasan por este blog para leer las mismas fruslerías de siempre se habrán dado cuenta que el asuntito de la clase media me preocupa bastante. Entre otras cosas porque hablar de "clase media" en sociología comporta un error en términos conceptuales, en tanto la diferencia de ingresos entre la clase alta y los supuestos sectores medios es abismal. ¿Qué sería entonces la clase media? Coincido con Ezequiel Adamovsky que escribió Historia de la clase media argentina: la clase media no es una clase social sino una identidad. Y a partir de ahí andá llevando.
Como apunta con certeza literaria y teórica Nicolás Casullo: "Ella es entonces como napas inclementes de ella misma. Como subsuelos abollados de sus gestos unos contra otros. Como recuerdos surcados por lombrices. Como una maroma amontonada de liberación nacional, Evita socialista, déme dos, plazo fijo, abajo Holanda, la tablita, el miedo, algunas locas de la plaza, piratas ingleses son argentinas, nos los representantes de la nación, democracia, aparición con vida, si se atreven incendiamos los cuarteles, están asaltando las góndolas, cerrá las celosías, espiá por la ranura, ¿qué pasa mi amor, son los cabezas otra vez? Como amasijo, un día finalmente le llegó el cansancio en el alma. Que es la venta del alma, dicho de otra forma."
Volvamos del bosque teórico porque el árbol nos puede tapar la autopista: lo que representa para mi aún un acertijo sin respuesta es cómo un estamento que tiene estas aspiraciones se transforma en soporte de cualquier dictadura o sistema totalitario que le salga al paso. La respuesta obvia parece ser que la violencia larvada en los autoritarismos le serviría al clasemediero para sostener sus ventajas por sobre las clases bajas que postula como subalternas sin incluirse y en la que deposita su resentimiento y a su vez, la identificación estamental con la clase alta (el sindrome del medio pelo que señalara Jauretche) lo lleva a abrazar ese universo simbólico que le da sentido a la búsqueda del status que deposita en ese faro que no puede alcanzar pero que ilumina su comprensión del mundo. Quizás, ponele. Pero estos amagues de respuesta apenas son tanteos en la oscuridad.
Pensando en estos temas cruciales (¿no tenés nada qué hacer pedazo de progresista siome? Mirá que hay elecciones y lo importante es, etc.) me vino a la memoria una anécdota que cuenta Raúl Kollman en "Sombras de Hitler", un libro que reseña los delirios de las bandas neonazis en Argentina y que creo que ilustra mi propia perplejidad y de paso da algunas pistas acerca de ese imaginario que estaba intentando delinear en dos párrafos.
Resulta que los neonazis argentinos le mandaban a los neonazis alemanes un correo electrónico tras otro saludando a los supuestos camaradas al estilo nazi, ofreciéndose y presentándose como nacionalsocialistas. Del otro lado de la computadora solo recibían un ensordecedor silencio. Los mails que enviaban no recibían respuesta alguna. Hasta que un día el milagro se produjo: los neonazis alemanes contestaron el pedido de camaradería y lealtad eterna enviado por los neonazis argentinos. La respuesta era escueta, menos que un telegrama, pero dejaba en claro en dónde estaban parados ellos y estos muchachos anhelantes de correajes y saludo mano derecha en alto. Los neonazis alemanes respondieron: "No nos juntamos con sudacas".
Quizás también el acertado nombre del libro nos dé una pista. "Sombras de Hitler" titula Kollman. Sombras. Sombras nada más.
Saquen las conclusiones que quieran.

miércoles, 21 de agosto de 2013

MEDIA CLASE II

Hace poco, en un comentario dedicado al post anterior sobre el mismo tema, una persona habló de análisis resentido. Me quedé pensando el asunto. intentando dilucidar si había escrito ese texto por resentimiento. Y no che. No fue resentimiento: fue bronca. Que no es lo mismo y ni siquiera parecido.
Me quedó dando vuelta la palabra "resentido". La han usado mucho para calificarme en diversos foros, virtuales y de los otros. Suelen agregar "zurdito". O sea "zurdito resentido". ¿Resentido con quién? me pregunto. Con nadie me respondo. No se atrevan a confundir enojo y bronca con resentimiento. No le guardo rencor a la clase media. Estoy profundamente enojado con la clase media. Insisto: no es lo mismo.
Mi enojo tiene motivos que en parte expuse en el post anterior. A lo que tengo que agregar otros, tales como la confusíón que tiene la clase media entre su improbable destino de gloria y el lugar real que ocupan en una sociedad, su condición de obstáculo político dado que impiden los cambios que una sociedad requiere cuando deciden a partir de su pequeño espacio en el mundo y convierten esa opción en un mantra que contamina a la sociedad completa, el prúrito de pensar que deben ser seducidos para que opten por uno u otro cuando lo que en realidad debería ocurrir es que tomen decisiones por medio de la reflexión y puedan dar cuenta de esas preferencias y luego hacerse cargo de las mismas sin huir por tangentes varias, etc.
Y también me da bronca el resentimiento de la clase media. Si señor. Resentimiento. La clase media guarda un profundo rencor larvado a los que están justo por debajo de sus posibilidades económicas. Sobre ellos proyecta su enojo, los convierte en responsables de los males que aquejan al barrio, la ciudad y el país, los estigmatiza y segrega. Quizás el mejor gesto que tenga hacia ellos es una pequeña palmada en la espalda cada vez que se comportan como buenos esclavos y no pretenden vivir ni comer todos los días.
Y, arriesgo, ese resentimiento proviene de la ética capitalista que asumen como propia, pensándose del lado de los que tienen el chupetín por el palito. Los "negros" son el recordatorio viviente de lo que la clase media fue y podría volver a ser en cualquier momento (como se demostró en la década de los 90), y el primer gesto que tiene es deplorar su existencia, deplorar su cercanía, negarles una existencia autónoma como sujetos de derecho.
Y los que enarbolan la causa de esos "negros" también deben ser combatidos, porque se oponen al anhelo de encumbramiento social al que aspira la clase media.
Resentimiento que, apenas se puede, expresan como deseo de venganza y reparación sumaria.
Asi que no, no estoy resentido. Tengo bronca.
Ni más ni menos.

viernes, 16 de agosto de 2013

MEDIA CLASE

Clase Media. Una denominación que reivindica Beatríz Sarlo que opina desde el espanto, intentando justificarla. Clase Media.
La clase media argentina cree pertenecer por derecho propio a las capas dominantes de la sociedad. Pobre clase media: es parte de las clases subalternas pero imagina que no. Esa ideología le hace pensar que sus objetivos son similares a los de la clase hegemónica, que comparte con ella su destino y que está codo a codo en una comunidad de intereses con la rancia alcurnia del país.
Cada vez que elucubra semejante parodia, despierta del sueño (más bien de la pesadilla) lastimada y apaleada. Lastimada y apaleada por las capas altas de la sociedad que apenas la consideran un mal necesario, un jugador que se marca solo, un boxeador ciego, un hato de idiotas útiles a los que se puede convencer mostrándoles un destino de Revista Hola.
Clase media miope: le pegan con ganas y saña y luego le mienten sobre el origen de los golpes. Le dicen "fue aquel negro, fue aquel pobre, vos lo mantenés con tu laburo, vos sos decente y esos lúmpenes se chupan tu esfuerzo" y la clase media le cree al mensajero que es el que de verdad le emboca las piñas.
"-Si, son todos esos negros, zurdos, comunistas, activistas, camporistas que se roban mi dinero y lo gastan en quinielas y tienen hijos para joderme a mi nomás que soy tan modosito, medido y correcto"
Y la clase media se da vuelta para castigar al que le indican y ahí le terminan de romper el tujes: como tiene las manos ocupadas cacheteando morochos deja la espalda descubierta para que el verdadero abusador aproveche y haga lo suyo.
Clase media con ínfulas de aristocracia. Piensa que usar un perfume francés comprado en veintiocho cuotas la pone en un plano de igualdad con los próceres que admira a través de las lujosas vidrieras del Patio Bullrich. Nunca entendió que el cristal no se puede atravesar y que, por más que babosee los ventanales mientras marcha a que lo exploten los explotadores lo consideran alguien a quien explotar, no un igual ni un colega ni un compinche. Es "la muchacha" pero con estudios secundarios.
Clase Media que luce un analfabetismo político alarmante recubierto con opiniones y puntos de vista que ve en televisión y que defiende como si fueran suyos, que deplora la "política" por corrupta pero no interpela su propia corrupción a la que conjetura un derecho de pernada de las castas superiores.
Clase Media que no sabe elegir aliados, que duerme con el enemigo, que busca zorros para que le cuiden el gallinero.
Clase Media que considera literatura a Dan Brown y ensayo a los desplantes pseudo literarios de Mariano Grondona. Que luego de leer una cita de una cita de una cita de Schopenhauer cree saber de filosofía más que los filósofos, que escuchó la palabra "cuántico" y la aplica para quedar bien en cualquier charla sin tener idea de la función de onda o el pobre gato de Schörindger. La decoherencia le suena a postulado new age y las tres leyes de la termodinámica un tratado sobre calefones.
Clase media con el sentido estético en bancarrota, que confunde vanguardia con cliché y cliché con vanguardia. Que siente la obligación de emocionarse ante un cuadro de Soldi pero las aventuras de Juanito Laguna le parecen un exceso de "politización", que piensa que una instalación es trabajo del electricista y que una intervención artística es una medida arbitraria tomada por el gobierno. Que piensa que un enano de jardín es una escultura y que el Pensador de Rodin está mal terminado.
Clase media que cuando desea impostar sensibilidad recurre a la bossa nova y a Sabina, sin entender ni a una ni a otro. Clase media que navega en el confort de los 40 principales y los charts en donde le soplan lo que debe escuchar para estar al día y no desentonar, que ubica a Andrea Bocelli dentro del ámbito de la música clásica y piensa que la ópera sirve para musicalizar películas de Tom Hanks y Anthony Hopkins. Que cuando le dicen "Maná" etiqueta "rock´n roll" y al jazz le dice música instrumental.
Clase Media que reniega del pensamiento y duerme cómodamente en un sofá de frases hechas. Clase Media que no puede mirarse al espejo y verse. Clase Media que tiene opiniones terminantes y que no tolera cuestionamientos, que no tolera que le digan intolerante, que reacciona individualmente y a la suma de reacciones le dice opinión pública.
Clase Media que se tiñe de modas y pretende ser original. Snobistas del estereotipo, fundamentalistas de la adaptación. Sospechan de cualquiera que se atreva a lanzarse a través de los espejos. Que tiene colgada la frase "los extremos son malos" cuando es ella la objetivación del extremo conformismo.
Clase Media que anadea entre el destino que pretende y siempre le negarán y su propia condición concreta de existencia que le produce vómitos.
Clase Media.
Ay Clase Media.

jueves, 9 de junio de 2011

EL PERFUME

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Había una vez un lugar en donde dos señoras paseaban por un coqueto parque, lleno de verde y gente haciendo juego con tanta prodigalidad. Las señoras se cruzan en uno de los recoletos senderos que atraviesan los árboles. Una de ellas aguza el olfato y descubre que usan el mismo perfume. Al percatarse de la coincidencia la señora sonríe y mira a la otra con un gesto de complicidad. Observa la ropa que lleva, elegante, casual, cara, el peinado, el maquillaje apenas insinuado en esa piel tersa a fuerza de cremas y cuidados intensivos. Ve todo éso y se esponja como una gallina: una mujer como esa, semejante señora, usa el mismo perfume que ella. La sonrisa se ensancha y ahora le ocupa toda la cara. Y sigue caminando rumbo a su trabajo, en donde deberá hacer un par de horas extras para pagar el resumen de la tarjeta de crédito que este mes vendrá pesada porque está la cuota del perfume.
La otra continúa caminando con rumbo desconocido. Es tan lindo perderse en las tardecitas de Buenos Aires, hacer algunas compras en el shopping, detenerse en un café y ver pasar a esa ciudad atosigada de apuros varios. Es tan lindo. Y cuando una se cansa de caminar, basta llamar al chofer que espera con el auto.
Las dos votan a la misma persona. Esa que promete mantener a raya a los negros de mierda y limpiar la ciudad para que en el mundo no crean que somos indios, la única persona que piensa en la gente decente, la gente bien, como nosotras, como la señora y yo, que paseamos por el parque al mediodía usando el mismo perfume.

jueves, 4 de marzo de 2010

LA RANA Y EL ESCORPION

LA RANA Y EL ESCORPION

Un escorpión, que deseaba atravesar el río, le dijo a una rana:
-Llévame a tu espalda
-¿Que te lleve a mi espalda? -contestó la rana- Ni pensarlo! Te conozco! Si te llevo a mi espalda, me picarás y me matarás!
-No seas estúpida- le dijo entonces el escorpión- No ves que si te pico te hundirás en el agua y que yo, como no se nadar, también me ahogaré?

Los dos animales siguieron discutiendo hasta que la rana fue persuadida. Lo cargó sobre su resbaladiza espalda, donde él se agarró y empezaron la travesía.Llegados al medio del gran río, allí donde se crean los remolinos, de repente el escorpión picó a la rana.Ésta sintió que el veneno mortal se extendía por su cuerpo y, mientras se ahogaba, y con ella el escorpión, le gritó:
-Ves! te lo había dicho! Pero qué has hecho?
-No puedo evitarlo- contestó el escorpión antes de desaparecer en las aguas- Es mi naturaleza.

Como en toda fábula hay una moraleja. Cada cuál deberá formularla.