Los naranjas a pedal harían bien en observar y analizar (con ayuda, claro está) lo que ocurre en Brasil. Dilma Rousseff asumió su segundo mandato con apoyo debilitado y en balotaje. La conjunción de escándalos de corrupción reales amplificados por la derecha brasileña que opera desde los medios de comunicación concentrados de ese país y una situación económica complicada hizo que el parlamento quedara dividido, incluso el PT que es el sostén de Dilma.
Para intentar solucionar este cuadro de estancamiento económico Rousseff apeló a las recetas neoliberales que comienzan por el famoso ajuste. Para tal fin nombró Ministro de Hacienda a Joaquim Levy, un economista ortodoxo, ex-funcionario del FMI que puso en marcha el paquete de austeridad, que inevitablemente, comenzó con el ajuste fiscal anunciado que golpeó en primera instancia a los más pobres.
La derecha neoliberal completó de esta forma la trampa perfecta: mediante los medios hegemónicos de comunicación fogoneó el escándalo de corrupción (con eje en Petrobras) para esmerilar al gobierno del PT. Logró que Dilma llegara debilitada a su segundo mandato y también la presionó con fuerza para que adoptara medidas económicas de corte ortodoxo. Y Dilma cayó en la celada: nombró a Levy y el plan de ajuste comenzó. De esta forma minó el soporte de su gobierno: los sectores populares, y la derecha a la que pretendía calmar o conformar simplemente amplió el rango de sus maniobras hasta casi lograr un juicio político que ha sido frenado a duras penas.
Al seguir apostando a Levy y el ajuste Dilma continúa dinamitando el apoyo que tenía de las clases populares y a su vez, la derecha la empuja para hacerla caer. Y cuando la empuje no encontrará a la base social del PT para defenderla ya que destruyó la confianza de ese electorado, dado que aplicó un ajuste que afectó principalmente a sus votantes y favoreció a quienes quieren destituirla.
Dilma indica que quiere calmar a "los mercados". Es interesante observar la petición de principio implícita que plantea que esos "mercados" actúan racionalmente, como las agencias de calificación que bajaron la nota de la deuda soberana de Brasil, y que no tienen intereses políticos. El mito de que los mercados pueden ser calmados de alguna forma me remite a los sacrificios humanos en donde la sangre de las víctimas apaciguaba a los dioses. Tan irracional y mítico es el asunto.
Y Dilma sigue cavando su propia fosa.
Y Dilma sigue cavando su propia fosa.
Si me preguntás, la encrucijada de Dilma y Brasil (que es la de muchos) es pavorosa. El gobierno del PT perdió su base social de sustento en el intento de calmar al establishment, pensando que una vez tranquilo ese sector reactivaría la economía y dejaría de cuestionar la legitimidad del PT. No saben o hacen como que no saben que la derecha siempre va por más. Siempre.
¿Entendiste DOS?
No podés patear la escalera por la que subís porque te quedás sin piernas. Y luego cuando caigás no habra nadie para atajarte. Y los que empujan te van a seguir empujando, incluso cuando ya estés en el piso. Y ahí tirado, con los ojos en compota le van a añadir un par de patadas en los riñones para completar el knock out. Y los que antes confiaron en vos quizás contribuyan arrancándote los pelos del sobaco. Porque por arte de magia te cortaste las dos patas para ir a correr una maratón.