domingo, 28 de abril de 2013

DE ALPARGATAS Y CHUPAYAS: LA TONADA

2.-La Tonada
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Domingo al mediodía. Mendoza. Una radio suena en alguna parte. De repente la voz de Don Ángel Rodríguez que viene desde otro tiempo, con tono épico declama “¡Por los senderos de la patria!”. Y comienza el programa que lleva más de 50 años en el aire de Radio Nacional Mendoza y que sintonizan con unción muchos paisanos de cuyo.
Porque “Por los senderos de la patria” dedica casi todo su espacio al folklore cuyano y, créanme, no hay muchos espacios como ése. Es que la música tradicional cuyana tiene mala prensa en Mendoza (en el país es casi exótica). Los motivos son varios pero calculo que el mote de “aburrida” es el que más se usa para descalificarla.
Pasa que el folklore cuyano no se entrega de buenas a primeras: ni para escucharlo ni para ejecutarlo. La tonada por ejemplo, un género musical que requiere un dominio avanzado de la guitarra ya que se “puntea” durante toda la canción y la base de la misma son arpegios sucesivos y vertiginosos, aunque el resultado parezca lento. De la misma forma, escuchar una tonada requiere atención. No tanto por la letra, que no presenta demasiada complejidad, sino por el conjunto formado por la música y la letra cuyo diálogo es distinto a otras formas del folklore argentino.
Cuando era pibe la tonada no me gustaba demasiado. En esa época el tiempo era veloz, no podía detenerme a escuchar a unos tipos que atajaban los segundos a fuerza de arabescos en las bordonas. Comencé a apreciarla arribando a ella desde otras formas musicales: el flamenco por ejemplo, en donde las guitarras hacen algo parecido a lo que dibujan en la tonada.
Logré comprender la trampa de esa aparente lentitud, el deseo furibundo de explorar toda la sonoridad del instrumento y a su vez, demorarse en el gusto por las cosas que el hombre tiene más a mano: la amistad, la música, el vino, la comida y los amigos. De hecho, la tonada no es tonada sin dedicatoria: la tonada se entrega como una ofrenda mediante alguna rima insertada en la letra de la canción o al principio o al medio de sus dos movimientos. Esta ofrenda se salda compartiendo el vino con el que la o el homenajeado “pagan” esa preferencia.
Entendí, tarde piaste, lo que está tramado dentro y fuera de una tonada, un universo de sentido que requiere una primorosa atención.
Descifré al fin, el gesto reconcentrado de los paisanos que escuchan tonada en silencio: no es apatía lo que expresan, mucho menos abulia. Es respeto por esa música complicada de tocar y cantar que se parece a su propia vida, igual de complicada y difícil. La tonada, descubrí, semeja a ese gaucho del desierto mendocino que atraviesa las distancias desafiando al paisaje (lo sigue haciendo todavía, por suerte)
Ahora, confieso, no puedo escuchar la tonada “Porque usted se lo merece” sin que se me anude la garganta, como si El Zonda, el temido viento de cuyo, estuviera azotando mi rostro.
Y acá está la tonada aludida, porque ustedes lo merecen.
El pago en vino esperará alguna ocasión en donde el gesto pueda objetivarse en un vaso repleto de esa noble bebida, ella sí, espirituosa.
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Nota:
El video de "Cuando el corazón se quiere quedar" fue filmado en el Festival de la Cueca y el Damasco" en los pagos de La Dormida, Mendoza, tierra del Dormidano.

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