Leyendo este arículo queda claro como el agua idem sobre qué variable fundaban la competitividad los señores que la levantan con pala en la industria vitivinícola. También queda más que en evidencia que el laburante, el peón rural es pobre pero no boludo: cosechar uva, pese a la idealización bobalicona es una actividad dura y muy mal remunerada. Se hace cuando hay necesidad. Necesidad de la que se aprovechan las empresas a las que les interesa el país para hacer diferencias.
Sería muy simple conseguir mano de obra: pagar bien. Pero semejante cosa no se les ha cruzado por el marote a los señores que, a cara descubierta, confiesan que traen trabajadores golondrina del norte del país que sí están dispuestos a trabajar casi por nada porque en donde viven no tienen nada. Entre poco y nada mejor poco.
Y así los arrean a Mendoza, para hacinarlos en malas condiciones higiénicas, de salud, amontonados en galpones sin baños, sin agua, sin las comodidades esenciales y pagarles menos que chaucha y palito.
Conozco el paño. Fui un cosechador, conviví con trabajadores golondrina. Sé lo que es sudar la gota gorda bajo el sol con un tacho de uva en el lomo.
No es agradable. Si quieren trabajadores, paguen lo que corresponde.
Pero en realidad no piden trabajadores, piden esclavos.
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