Primero, una falacia: "Los ciudadanos deben leer, escuchar o ver lo que quieran". Pero claro, eso nadie lo discute. El punto no son las acciones de los ciudadanos, que en este caso son postulados como consumidores, sino la producción de los mensajes. Porque una forma muy efectiva de escamotear opiniones es monopolizando la creación de los contenidos. Entonces, la capacidad de elección de "los ciudadanos" queda en la práctica, anulada.
Y luego el sincericidio: "Cuando la prensa es cómplice del poder, estamos en serios problemas”. No le han mentido Don Morales. No le han mentido.
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1 comentarios:
Y cuando la prensa es parte del poder y los politiquitos, como algunos senadoritos, son cómplices, ni te digo, moralito.
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