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Lo he dicho alguna vez: con la imperica y la impudicia que los ha destacado, la administración del PRO no logra comprender ni mensurar las fuerzas sociales que han desatado sus políticas. Hace tiempo que buscan un muerto y están explorando todos los caminos posibles. Provocación tras provocación, ofensa tras ofensa. Arengando a sus camisas negras para que insulten y ataquen los símbolos de la década anterior. Pero no hemos reaccionado como quisieran.
A la no política le hemos respondido con política. Al autoritarismo le hemos respondido con fortalecimiento de las bases. A la inacción y la traición de la dirigencia le hemos respondido con plazas, charlas, debates y organización.
Y eso los asusta. Porque saben que no han podido horadar ese fundamento sólido que sigue militando incluso contra la voluntad de los que tendrían que estar al frente de la movilización. Los asusta y aumentan la apuesta a cada momento tratando de desequilibrar y lograr por fin un estallido que les permita justificar una represión profunda y duradera.
En ese camino se están acercando a una encrucijada. Una muy peligrosa. Intentan repetir la persecución del ´55 sin haber aprendido ninguna de las lecciones de la libertadora. Ni una. Ni los dirigentes ni sus votantes que chorrean baba y revancha por los cuatro costados.
Sospecho que se encontrarán con una sorpresa. Porque no han entendido que esas bases que se mueven en todas partes han madurado. Así como una buena porción de la ciudadanía sigue pegada a sus atavismos nacionalistas católicos y liberales, hay otra buena porción que cambió. Que ya no es la misma y que nunca lo será.
Probablemente vean una movilización como nunca antes se verificó. Pero distinta. Porque también hemos entendido la elemental lógica binaria que esperan usar como excusa. Ya somos mucho más que un "ellos" malvado y degradado.
Somos nosotros.
Y ya no volveremos atrás.