martes, 22 de octubre de 2013

TIPO CASERO

Esta pequeña reflexión tiene tres partes que intentaré relacionar. Espero que me salga, de lo contrario, Tutatis y la Patria me lo demanden.
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Impermeables
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El otro día usé ese término como título de un post. Ahora que lo pienso el concepto de impermeabilidad es bastante más amplio. Los sectores Impermeables están desparramados por todos lados y comparten una característica en común: no están dispuestos a ceder ni un cachito así de sus privilegios (privilegios obtenidos, es necesario decirlo, a costa del resto de la sociedad). Los Impermeables piensan que su posición dominante proviene de la preferencia divina o de la certeza científica de que son de alguna forma superiores, biológicamente hablando. Ni falta hace decirlo, cualquier cosa que no sean ellos mismos es inferior y está viva y sobrevive solo porque cuenta con su anuencia y permiso. Creen, por las razones antedichas, que se les debe rendir pleitesía, adorando la voluntad magnánima con la que admiten la existencia de un mundo fuera de sí mismos.
Y lanzan anatemas y conjuros en contra de los que se atreven, aunque sea tímidamente, con tibieza y mesura, a cuestionar su posición en el mundo. La furia desencaja su rostro y toda la cáscara de civilización y savoir faire con la que han ocultado sus extensas fechorías cae de una sola vez y los deja en pelotas frente a la cámara, sin maquillaje que amortigüe su condición.
Como tienen el chupetín por el palito (que en el mundo capitalista consiste en tener decadracmas en abundancia) ponen en movimiento todos sus recursos (que son extensos) para hacer callar a esos atrevidos sujetos que los señalan, dejándolos aunque sea por un instante, en evidencia.
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Manhattan Ruíz.
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Hemos asistido en estos días al exabrupto de Alfredo Casero en torno al asunto Juan Cabandié.
Digamos en principio que cualquier cosa que diga Casero no le quita un ápice de mérito a sus dotes y calidad como artista. Quienes vimos Cha Cha Cha (en mi caso en diferido y varios años después) y varias de las cosas que puso en acto el gordo, damos fe de ese punto. El talento de Casero es innegable y es una reverenda pavada (por no decir otra cosa) atacar la carrera artística del nombrado porque ahora no nos guste alguna cosa que diga. Usar como respuesta la falacia ad hominem nos convierte en una manga de boludos. No señor: respondamos con argumentos o desistamos de cualquier respuesta.
Sigamos. Casero tiene, por suerte añado, el derecho de decir lo que se le cante el culo. Lo que quiera. Y eso no es algo de lo que nos debiéramos sorprender. De hecho Casero dice lo que se le canta el culo y yo aplaudo que pueda decirlo. Y lo dice en un medio que lo difunde (cosa que también está muy bien) y su voz es escuchada (otra cosa que está muy bien). Nadie le ha puesto un bozal, no han llegado guardias de civil a su casa para llevarlo a una oscura oficina e interrogarlo, nadie lo amenaza por lo que dijo, etc.
Todo lo anterior está muy bien, y hay que celebrarlo con bombos y platillos.
Ahora, vamos a lo nuestro. No solo Alfredo Casero tiene derecho a decir lo que se le canta el culo. El resto de la sociedad que no es Alfredo Casero también tiene, por suerte, ese derecho. Por lo tanto, cuando Casero habla y opina todo el resto que no es Alfredo Casero puede responderle y de hecho, le responde. Le guste o no le guste a Alfredo Casero. Porque, repitamos, no solo Alfredo Casero tiene derecho a decir lo que se le canta el culo sino que toda la sociedad comparte ese derecho. Supongamos que Alfredo Casero hablara y nadie pudiera responderle, felicitarlo, cuestionarlo, decirle que es un genio o un pelotudo, entonces Alfredo Casero hablaría solo, unilateralmente digamos, y el derecho que él tiene de hablar no sería compartido por el resto de la sociedad. Esa sí es una situación en donde viviríamos de hecho, coaccionados y, me imagino, con miedo.
No parece que Casero esté coaccionado o con miedo, o al menos no hay evidencias de tal cosa, más que nada porque dice lo que quiere decir y nadie lo va a matar por eso.
Pero Alfredo Casero tiene que comprender (y aceptar) que le van a responder por eso de la ampliación de derechos que ha multiplicado las voces que se escuchan, y que tendrá que bancarse las respuestas, así como el resto de la sociedad que no es Alfredo Casero escucha o no lo que quiere decir. Ahora, tecnología de por medio, podemos decirle a Alfredo Casero: “esta boca es mía” y aplaudirlo o abuchearlo.
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Hombres Membrana
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Siguiendo con el hilo del asunto, ahora uniremos los dos puntos anteriores que por el momento parecen excluirse (bueno, no tanto).
Aclaremos que la palabra Membrana está en el texto en relación con el concepto “impermeable”, y hace referencia a la famosa membrana asfáltica que impermeabiliza techos o el piso de algunos vehículos más bien vetustos. Esto servirá para aclarar la metáfora que sigue.
Los sectores impermeables necesitan que esa condición sea reforzada permanentemente, dado que no pueden sostener su condición solo en base a coacción. También necesitan obtener consenso en torno a su posición privilegiada en el mundo, y controlar a la gilada que les da de morfar con el sudor de su cuerpo. Para reforzar ese consenso es que aparecen los Hombres Membrana.
Los Hombres Membrana son tipos que alguna vez compartieron con los nadies su destino y, dado el talento o la posibilidad con la que contaron, pudieron expresar desde esa situación los desatinos cotidianos que están sembrados en nuestra sociedad. En esa condición los Hombres Membrana han dicho cosas importantes, cosas que siguen siendo importantes.
Pero el Hombre Membrana tiende a olvidar o relativizar aquellos tiempos en los que tomaba café con leche cada dos días, hiciera o no falta. Comienza a sobrestimarse, a adquirir consistencia de estatua de sí mismo, de prócer. Y ahí es cuando el Hombre Membrana, por acción, omisión o lo que fuere, refuerza la impermeabilidad de los sectores impermeables, obteniendo consenso para ellos y sus acciones.
Y ni siquiera hace falta que el Hombre Membrana los defienda abiertamente. Basta que lance críticas invocando su anterior condición de nadie desde las tribunas que le ceden los Impermeables. Como fue un nadie, los nadies lo escuchan. Le dan pelota porque recuerdan que el tipo tomaba mate con yerba secada al sol y contaba las peripecias de los que compartían esa condición de vida.
Pero ahora no es un nadie, ahora es alguien y ese desplazamiento estamental lo pone en un lugar distinto. Ya no es aquel pibe, ahora es este señor.
El Hombre Membrana quiere pensar, cuando elige la tribuna del Impermeable para mostrar su descontento, que su integridad no está comprometida (aunque acusa a aquellos que con honestidad intelectual dicen quiénes son, qué piensan, desde dónde lo piensan y en dónde lo dicen en otras tribunas). No comprende (o no quiere comprender) que la forma es contenido y que no solo interesa lo que dice sino en qué lugar lo dice, quién amplifica sus dichos y quiénes aplauden esos dichos (claro, podemos aplicar este razonamiento a la otra vereda, si es que un simplismo mayúsculo me llevara a admitir que hay solo dos veredas).
Pero claro, por supuesto, of course que puede pensar distinto y decirlo, pero tiene que saber que cuando lo hace en determinados espacios impermeabiliza a los sectores impermeables, regalándoles el consenso que por sí mismos no podrían lograr.
No puede hacerse el boludo y actuar como si nada.
Calculo que ahora se unieron todos los puntos de un mismo lazo ¿no?

4 comentarios:

Daniel dijo...

El caso es que este tipo de declaraciones llaman la atención porque lo que expresan básicamente no es creíble y por la oportunidad elegida en tanto nunca antes se le escuchó decir nada al respecto. Y eso que pasaron tiempos y gobiernos donde había mucho para decir.

ram dijo...

Dormi, aunque uno pueda suponerlo integrado, uste no deja de ser un bicho interior radicado en territorio hostil, no?.
El gordito éste, ¿es realmente representativo de una idea de humor "argentino"? - Pá mí que no, los "interiores" somos mucho menos afectos al griterío, a la exageración y todo aquello que remite a la yellow city y adyacencias.
Introducción larga para decir que el tal casero, ni ahora ni nunca figuró entre mis preferidos y, cuando se larga al nada sutil deporte de irrespetar vidas y dolores ajenos y proponerse él como modelito y ejemplo, no tiene ninguna gracia y el impulso inmediato es mandarlo a la mierda (o a freír churros, si queremos pasar por más educados).
El humor, no puede ni debe ser aceptado como coartada de la mala leche. Lo que divierte a los miserables siempre es una porquería.

José Pepe Parrot dijo...

Daniel:
Si, también eso me llama la atención. Y la bravata de proponerse como superhéroe.
Cuando no hace falta, por otra parte.

José Pepe Parrot dijo...

Ram:
En general siempre me gustó el laburo de Casero.
Y pienso en Cha Cha Cha como disparador de un montón de tipos que hacen humor, digamos, que lo renovaron lejos de las boberías franchelísticas: Capusotto sin ir más lejos.
Pero eso no hace que justifique lo que dice Casero ahora.
Creo que se creyó demasiado su propio personaje y pontifica desde ahí. Por decir lo menos.
En cuanto al humor porteño, o más bien, bonaerense, habría mucho que decir. Cierto que maneja otros códigos más estentóreos que en la provincia pero tiene cierta sutileza que uno descubre luego de un tiempo.