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Hace algunos
números la revista noticias publicó una nota de Beatriz Sarlo sobreel odio. De esa nota me voy a ocupar. Antes de comenzar debo decir
que tiempo atrás leía con bastante gusto a Sarlo porque me parecía
una pensadora lúcida y punzante. Cosas ambas que han desaparecido de
su prosa.
Decía,
provisto con alguna esperanza me interné en la lectura de la nota
mencionada. Al fin y al cabo era Beatriz Sarlo ¿cuán malo podía
ser un artículo suyo? Digamos, no acuerdo con sus actuales opiniones
pero siempre intentó fundar sus apreciaciones sobre un sólido
andamiaje teórico.
Bueno, al
repasar el texto descubrí que eso también había desaparecido,
El título
de la nota indica que estamos frente a un ensayo. Yo creo que es una
calificación exagerada. Aunque el ensayo como género no requiere la
rigurosidad de una investigación científica, la hipótesis que
defiende debe ser argumentada con solvencia. No es éste el caso.
En principio
no hay ninguna definición de “odio”. Y eso no es moco de pavo
dado que no contamos con la referencia básica para saber en qué
términos hablamos. Esa es una trampa o un error, porque le otorga
demasiada amplitud al concepto sin precisar sus contornos.
La única
referencia que contiene el texto es una vaga alusión al odio como
consecuencia de la confrontación política. Tampoco es inocente este
recurso. Al disipar los límites del concepto la autora apela al
atavismo del lector, a un imaginario construido con anterioridad y
que, como habrán sospechado, asume la forma de prejuicio. Se da por
sentado un hecho que es una petición de principio. No hay ningún
argumento con el que polemizar porque la discusión fue cerrada por
Sarlo antes de comenzar.
Digamos, no
está demostrando mediante un razonamiento conceptual riguroso. Lo
que ha hecho es recubrir su opinión con un supuesto análisis que no
es tal, presuponiendo unanimidad en torno a lo que ella considera
como odio.
Procedimiento que repite para presentarnos un nuevo hallazgo: esta época ha exacerbado el odio. Pero no todos en esta época lo han hecho. Solo los que encarnan los males que Betty considera insoslayables. Otra vez, fundamentación cero. Bien gracias.
Sigamos.
Sin haber
definido parámetro alguno Sarlo indica a continuación que el odio
se ha impuesto al diálogo, cosa que “algunos advierten”
(¿quiénes, dónde, cómo, porqué?). Deriva esta nueva hipótesis
de la nunca explicitada caracterización del odio. La polisemia es
aquí utilizada para reforzar los prejuicios del lector, al que se le
guiña el ojo en actitud de “Ud. Y yo sabemos de qué se trata”.
No hay argumentos que conecten ambos puntos. Apenas una descripción
poco minuciosa, tan general que puede servir para muchos escenarios,
todos ellos, disímiles.
Y aquí
viene el problema mayor:
Sarlo
inclina la balanza sobre el origen de ese odio que no se molestó en
definir, estableciendo que proviene de las características del
gobierno actual. Lo que resta del artículo es una muy mala incursión
en las herramientas lingüísticas (herramientas que Sarlo maneja, no
me cabe duda) para analizar evidencias que no son tales dado que no
se establece en el hilo argumental cuál es la relevancia que poseen
a la hora de explicar el odio como producto de las acciones del
gobierno. Esa relación no se esclarece porque de esa forma queda
abierta a la libre interpretación del lector o lo que es lo mismo, a
sus prejuicios al respecto.
Evidencias
débiles, pobreza argumental y más que nada, un análisis que busca
forzar una conclusión son las dolencias de esta nota.
Pero este
asunto quedaría con una sola pata si yo no tuviera una memoria
molesta y jodida.
Hace varios
años, cinco o seis, ponele, asistí a un ciclo de charlas y
conferencias sobre Juan José Saer que tuvieron lugar en el Malba. En
una de esas conferencias estaba presente Beatriz Sarlo.
La ponencia
que presentó en torno a la figura del escritor indicaba que no era
lícito forzar los textos de Saer para hacerles decir lo que el
investigador quería que dijeran, que no se podían extraer
conclusiones inapelables de evidencias demasiado parciales. Que
muchas veces Saer había sido mal leído y peor comentado porque los
autores de esos abordajes estaban contaminados con los prejuicios de
la subjetividad. Entonces Saer era cualquier cosa menos Saer. Era lo
que sus exégetas querían que Saer fuese, pero Saer se les escapaba
por todos lados.
Algo así.
No pude
menos que pensar en aquella conferencia y la postura que defendió
Sarlo (que comparto, pensando también en Susan Sontag y los límites
de la interpretación) y este pobre texto sobre el odio.
No interesa
a los fines de este post, indicar que no suscribo las opiniones de
Sarlo. Bien puedo no hacerlo y a la misma vez reconocer un ensayo
bien escrito, argumentado, sólido con el que puedo disentir en el
campo de las ideas y con el que puedo confrontar en ese mismo campo.
En esta oportunidad no hay nada con lo que uno pueda discutir dado
que ya se ha cerrado el análisis sin análisis.
Este ensayo
comparte la misma condición de debilidad, por ejemplo, que el
fallido “Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano” o los
artículos de Rolando Hanglin en La Nación. Y Sarlo tiene mejores
armas que los autores mencionados.
Pero ha
decidido no usarlas.
Hablando de
abandonar el diálogo.
Para
concluir:
1.-Con los
prejuicios no se puede discutir, porque son un juicio acerca del
mundo inapelable en tanto que no poseen fundamentación más allá de
la petición de principio que entrañan. Un prejuicio ya ha decidido
que el mundo es así, es una foto que intenta inmovilizar un proceso.
Este artículo de Sarlo opera desde el prejuicio.
2.-No
comprendo, o al menos no entiendo, cómo aquella Sarlo de la
conferencia sobre Saer puede ser la misma que la Sarlo de este
endeble artículo sobre el odio, mejor, sobre lo que Sarlo considera
es el odio. No puedo, que querés que te diga.
...
Nota:
El texto completo del artículo lo leí de ojito en la revista de un compañero de laburo que sospecharán lo que opina de mis opiniones. No pude encontrar un link con la nota completa on line. Si lo consiguen me lo pasan, please.
2 comentarios:
Es una lástima que no podamos leer el artículo. Si lo pudiera conseguir lo escaneo y se lo envío. Un abrazo.
Gustavo:
Yo lo estuve buscando pero son demasiado ratas los de Perfil.
Persistiré a fin de buscar la nota completita.
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