miércoles, 10 de julio de 2013

LA INSOPORTABLE LEVEDAD DE LA INMORALIDAD

Luego de que "el piquetero" Luis D´Elía dejara a la producción de Jorge Lanata con los pantalones en los tobillos, su investigador estrella, Gabriel Levinas se lanzó como un loco a través de Twitter a defender sus acciones y las de Lanata en torno al affaire Codarín.
Uno de los tweets que disparó fue el siguiente:
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Hay una diferencia considerable entre "credibilidad" y verdad. La tarea de un estafador por ejemplo, es tratar de ser creíble a como de lugar. De esa credibilidad depende el éxito de su estafa. La víctima le cree al estafador y de esta forma es engañado.
La verdad no depende de la credilidad del sujeto. Por ejemplo: en los días previos al asesinato de José Luis Cabezas, el ex policía Pedro Avio recibió una amenaza de un oficial en actividad: "En una estación de servicio, cuando nos íbamos de Dolores después de ver al juez Bernasconi, el oficial principal Juan Carlos Salvat me ordenó que me fuera de Las Toninas porque si no me iba a pasar lo mismo que le iba a pasar al cazador de noticias que nos viene a molestar todos los años." Avio, que venía precedido por una fama de no creíble, le comunicó este dato a la abogada Elba Témpera, antes del asesinato de Cabezas. La abogada no le dio mayor crédito. Días más tarde escuchó la noticia del asesinato de José Luis Cabezas y, según cuenta el libro "La Bonaerense" de Ricardo Ragendorfer y Carlos Dutil, se le llenaron los ojos de lágrimas.
Algo similar ocurre con este tweet de Levinas que confunde los tantos: lo importante no es la credibilidad de Luis D´Elía (la credibilidad tal como es presentada por Levinas implica la activación a priori de una serie de prejuicios que, en función de la falacia ad hominem, darían por mala cualquier cosa que diga o haga D´Elía, sin mayores evidencias que la petición de principio que opera como axioma).
Lo que realmente interesa es la verdad.
Si Luis D´Elía dice la verdad, no si le creo o no.
Todo lo demás cae dentro de la ética de Doña Rosa que Levinas intenta enardecer para desviar la atención.
Y es decididamente inmoral.
Sospecho que Levinas y Lanata podrían aprender algo de Carl Bernstein y Bob Woodward, los periodistas de The Washington Post que investigaron el escándalo Watergate. Pero ¿para qué no?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Impecable Dormi, y le digo: Levinas ES doña Rosa, mal medicada y peor atendida.

Gringoviejo

Daniel dijo...

Levinas es una vieja sometida.

José Pepe Parrot dijo...

Anónimo:
Satamente.
Es la moral y la ética de Doña Rosa pero con mucho más soberbia.
Cosa que se puede comprobar cuando uno lee las explicaciones de Levinas en Twitter, que pueden resumirse en "es verdad porque yo lo digo y a D´Elía no se le puede creer nada porque es un piquetero negro de La Matanza".
Hay mucho racismo involucrado, mucho.
La verdad, bien gracias.

José Pepe Parrot dijo...

Daniel:
Puedo sospechar quién es el sometedor...