martes, 16 de abril de 2013

SUPERCHERÍAS

Después de leer, hace un tiempo, las opiniones de Horacio González acerca de Bergoglio (alias Francisco), en donde aparece la palabra "superchería" (aumentada hasta el paroxismo por algunos medios) me acordé de un acontecido que ocurrió allá lejos cuando transitaba el campo de la investigación.
Debido a un par de aciertos teóricos me habían otorgado el dudoso honor de integrar una comisión que evaluaba, en un congreso de investigadores de todos los pelajes, los trabajos concluídos o en curso que presentaban los aspirantes a chusmas profesionales.
Rejuntados en una escuela, en cada aula tenían lugar las ponencias de acuerdo al clásico cronograma. La función de la comisión era mensurar la investigación expuesta teniendo en cuenta aspectos metodológicos, instrumentales, etc. Y luego emitir una conclusión (veredicto queda feo).
En eso estaba, digamos, tratando de asimilar semejante responsabilidad cuando se presentó un equipo de trabajo de una universidad privada, católica para más datos. Dos hombres y dos mujeres munidos con abundante material de todo orden: textos, diapositvas, películas, laptop, etc.
Se tomaron su tiempo para acomodar toda la parafernalia. Al frente, en la tarima en donde estaba el escritorio del profesor, colocaron un trípode de madera en donde montaron uno de esos blocks de hojas enormes que se dan vuelta para atrás. En la primera página, se podía advertir una foto de una capilla.
Ahora una aclaración: hace tiempo (no sé si ahora) se había puesto de moda ir a "investigar" un paraje llamado Lagunas del Rosario, en Mendoza, más precisamente en el desierto de Lavalle. El lugar cuenta con un par de hitos cuasi turísticos como la Capilla del Rosario y los Altos Limpios (una alucinante sucesión de dunas que aparecen de improviso ante la vista del visitante) y una población aferrada a los viejos métodos de supervivencia. Calculo que el exotismo que nos habita causaba aquella avalancha pseudo-intelectual aunque hay que señalar que el sitio, su configuración y costumbres merecen todavía un abordaje científico que, con honrosas excepciones, no se ha hecho presente.
Volvamos al asunto: la foto mentada no era otra que la de la Capilla del Rosario. Esto informaba aún antes de comenzar la exposición que el equipo allí adelante había visitado Lagunas del Rosario, haciendo uso y abuso de la cámara fotográfica tal como mostraba la acumulación de imágenes que nos amenazaba desde todos los soportes que tenían a su alcance.
Se apagaron las luces y ante mi sorpresa comenzó a escucharse una canción "instrumental" emparentada con la estética de Vangelis. Una mano escénica disminuyó el volumen de la música y entonces, con voz impostada al estilo locutora de FM, una señorita que enarbolaba un voluminoso apunte tomó la palabra cual si fuera una maestra de ceremonias. Lo que dijo a continuación se grabó para toda mi vida en las neuronas:
"La Capilla del Rosario se alza como una rosa en el desierto en el paraje que lleva por nombre Lagunas del Rosario, en el agreste desierto lavallino.."
Luego de tal presentación me pasé los cuarenta minutos que duró la muestra de fotos y artesanías (que habían encontrado los "investigadores") tratando de descifrar cuál era la relevancia científica de aquella exposición sentimental-turística plagada de lugares comunes tales como "la lucha del hombre por la supervivencia", "la sencillez de aquella gente que resiste las adversidades con buen ánimo", "la digna pobreza que envuelve a los habitantes que encuentran en la fe un refugio", etc.
Cuando terminó el espectáculo, ahito de tanta miel con dulce de leche y luego del silencio que siguió al aplauso (si, aplauso) de los compañeros que secundaban a los expositores me arrojé sobre el líder de aquella comisión de actos escolares con una pregunta inevitable: "-¿Cuál es el objeto de estudio de esta investigación?". "-Las Lagunas del Rosario" me contestó con suficiencia el interpelado. "-Pero las Lagunas del Rosario son un territorio bastante amplio en donde tienen lugar fenómenos sociales diversos en condiciones también diversas y complejas. ¿Qué fenómeno eligieron para estudiar?" Silencio.
"-Lo pregunto de otra manera porque quizás estén usando un paradigma epistemológico distinto ¿qué pregunta de invetigación querían responder?" Silencio.
Volví al ataque: "-Hago esta consulta básica porque quiero saber cuál es el interrogante que los movió a visitar Lagunas del Rosario, pregunta de donde se desprendería la delimitación del objeto de estudio y la elección o construcción de los instrumentos de investigación". Silencio esta vez acompañado por una mirada como de quien escucha hablar en chino mandarín.
Uno de los consultados entonces atinó a responder: "-Queríamos describir las características del lugar y su gente".
"-Para lo cual deberían disponer no de una sola visita sino de varias a lo largo de un período de tiempo no inferior a años y además, contar con recursos amplios y refinados, porque, describir un lugar y su gente es una tarea titánica". Silencio.
Mis compañeros de la comisión evaluadora tampoco decían esta boca es mía. Quizás porque preferían que me inmolara solo.
"-Debo suponer entonces que la visita ha sido exploratoria y que, a partir de la misma, uds. construirán el objeto de estudio, el marco teórico que lo sustente, los instrumentos de investigación necesarios ajustados al objeto y luego los pondran a prueba en un primer momento para evaluar su funcionamiento y luego de las modificaciones, volverán al lugar una vez más para concretar la inmersión en la empiria." Silencio.
"-Si esta fue una muestra general acerca de las condiciones de arranque de una investigación debo decir que sobran fotos y peticiones de principio. Aún antes de poder dar cuenta de sus afirmaciones han juzgado la intencionalidad de las actitudes de los habitantes del lugar sin tener ningún elemento de jucio concreto que pueda respaldar sus impresiones. Las fotos, por cierto muy lindas, no responden a ningún intento sistemático de construcción del objeto de estudio. El criterio que parece haber guiado su mirada es turístico y por tanto lo que han captado es de algún modo la superficie visible que el sentido común no permite perforar mediante la actividad investigativa. Si esto fue un comienzo debo sugerir que vuelvan a empezar guiados por estatutos científicos, normativos o instrumentales, dejando de lado consideraciones pertenecientes al universo de la ética y moral católica". Silencio.
El rostro de los interpelados mostraba a la vez sorpresa, desprecio y cierta soberbia que no alcanzaba a explicarme, teniendo en cuenta la crítica que había lanzado al ruedo.
Los otros evaluadores declinaron emitir algún tipo de opinión. El grupo recogió sus petates y salió del salón portando el mismo silencio que los había envuelto desde la primera pregunta. No quedaba otro grupo para evaluar y la reunión final tendría lugar una hora después por lo que también salimos a estirar las patas.
Necesitado de cafeina me dirigí presuroso al consabido buffet y me senté en una mesa solito mi alma, a devorar un libro que me tenía loco "Le carrefour du Labyrinthe" volumen 1, de Cornelius Castoriadis.
En eso estaba cuando un atildado individuo, envuelto en un traje que costaba un año de mis ingresos me pidió permiso para sentarse en mi mesa. "-Adelante" dije yo. No pude dejar de advertir que en su solapa tenía ensartado uno de esos elegantes pines que entregan o venden las universidades privadas.
Apenas estuvo ubicado me preguntó si yo era el que había estado en la presentación de la comisión que habló sobre Lagunas del Rosario. "-Exacto" contesté.
"-Me parece que lo suyo fue demasiado riguroso" me dijo. "-Apenas están comenzando a investigar, quizás habría que tener más contemplación, destacar la actitud más que la pertinencia, para que no se desanimen".
"-No tienen porqué desanimarse, todavía no han comenzado a investigar. Apenas arranquen seguro se podrá tener alguna contemplación con ellos" contesté, entre curioso y molesto por el lobby al que estaba siendo sometido.
"-Ud. no puede pedirles que abandonen su fe, su moral y ética para investigar" dijo lanzándome una mirada como de familiar de la inquisición.
"-No les he pedido que abandonen su fe, les solicité que investiguen desde estatutos científicos sin lanzar apreciaciones que no pueden sustentar con hechos." respondí más molesto que antes.
"-Su planteo está repleto de prejuicios" me dijo "-Como Ud. no es creyente pretende que todos los demás no lo sean. Se puede investigar sin dejar de creer, guiados por la ética cristiana".
"-Claro que se puede investigar sin dejar de creer, pero el investigador no se guía por lo que su fe indica sino por lo que la razón sistemática le permite ver y comprobar". repliqué.
"-Ud. no puede desafiar a dios de esa forma", espetó y acto seguido se levantó yéndose ofuscado del buffet.
Uno de los evaluadores silenciosos que me había acompañado en la mesa de idems, luego de observar la escena vino a sentarse (y a interrumpir nuevamente mi lectura)
"-¿Sabés quién es ése?"
"-Qué se yo".
"-Es el padre de la minita que expuso"
"-¿Y?"
"-Es el rector de la universidad XXXX..."
"-¿Y?"
"-Está enojado porque criticaste a la hija"
"-¿Y?"
"-Tiene llegada al obispado..."
"-¿Y?"
"-Te va a dejar a la miseria en todas partes"
"-No hay problema, yo ya me gané el infierno hace mucho" dije y me levanté para ir al baño.
Mientras me ocupaba en esos menesteres me puse a pensar en el famoso "contexto de descubrimiento", contexto que había saltado a mi cara en un apacible congreso de investigadores.
Pensé en la palabra "supercherías" y creo que ese día por fin la entendí.

4 comentarios:

Unknown dijo...

Lo más llamativo no es la soberbia que muestran sino que la suele proyectar en el interlocutor que les pide algún grado de rigor en su inverstigación.Para ellos el soberbio es él.

Unknown dijo...

Mientras escribo este comentario escucho en la tv que Moria Casan se define como una ajedrecista dialéctica.
La pelotudez es como un fractal.
Se repite a sí misma a diferentes niveles de detalle.
Si estos nenes de papá se autodefinen como investigadores, Lanata y Majul como periodistas de investigación, y Moria como ...eso
no puedo menos que pensar que todo responde a un mismo patrón.
Un abrazo.

José Pepe Parrot dijo...

Iris:
Lo pensé mucho y le digo que no es la fe lo que movía la crítica del señor entrajado sino su soberbia, como Ud. señala.
El dios que el tipo mentaba era más bien una excusa para la prepotencia.

José Pepe Parrot dijo...

Atilio:
Probablemente.
La pelotudez es endémica me decía un tipo del que hoy, si me dan las neuronas, ecribiré algo.