martes, 13 de noviembre de 2012

LA ZANAHORIA DE BULAT Y EL BIFE DEL OPUS DEI

“El modelo económico basado en el consumo interno se agotó. No tiene nada de malo, cumplió un ciclo, ahora hay que promover de nuevo el de la exportación y de la inversión, como fue entre 2003 y 2007. Pero para eso se necesita más zanahoria que látigo, más conocimiento y menos órdenes.”

...
Esto leía ayer en un artículo del ¿periodista? Tomás Bulat. Semejantes afirmaciones me recordaron una discusión que tuve allá lejos y hace tiempo con un economista del Opus Dei en el lejano pueblo de Mendoza en donde viví hasta hace algún tiempo.
Resulta que, en el marco de un debate sobre el destino del departamento (el equivalente a partido en territorio bonaerense) que tuvo lugar en un club de esa zona me topé con un economista ultraortodoxo. El señor economista, que era del Opus Dei, tenía el aspecto inequívoco de los miembros de esa prelatura: una especie de sacerdote secular vestido con traje de calle, con el infaltable pin de una prestigiosa universidad privada en la solapa.
El eje central del debate era proponer alternativas para que el departamento despegara de su condición “parasitaria”, entendida ésta como la dependencia fiscal y operativa del lugar de la administración central que financiaba a la municipalidad. No se podía, no se puede todavía, autofinanciarse, dada la escasa recaudación impositiva que se obtiene. Y de paso cañazo, mejorar las condiciones de vida de los habitantes que son los que sufren la mishiadura. Los motivos de ese estado de cosas deben buscarse en las sucesivas crisis agrarias que dejaron al lugar culo pa´rriba, la modificación de la matriz productiva que determino la cuasi desaparición de las pequeñas unidades productivas reemplazadas por modos de producción intensivos que concentraron la tierra y expulsaron trabajadores. Además, y el punto central del problema, la ausencia de un proyecto acerca del rumbo a seguir que junte en un acuerdo mínimo a los partidos políticos, incluso cada uno de ellos carece de ese proyecto y en las campañas políticas sólo tienen un arsenal de promesas vacías (sobre este tema me extenderé en otra ocasión, prometido).
Cuando le toco el turno al opusdeista expuso sus propuestas para sacar del ostracismo al lugar, propuestas que podemos resumir diciendo que había que “hacer atractivo” al departamento para que vinieran inversiones, se asentaran industrias y así comenzara a girar un círculo virtuoso que daría por resultado un departamento pujante y lleno de sonrisas. La zanahoria de Bulat. Las medidas que detalló consistían en una batería de exenciones impositivas, disminución de costos laborales ¡a cargo de la municipalidad!, así como lo escuchan el señor proponía que el municipio se hiciera cargo de parte del salario de los obreros rurales de las grandes firmas vitivinícolas para lograr que vinieran en patota al departamento, facilidades para ayudar a esas empresas a exportar, etc. O sea, y en castellano, proponía que para “hacer atractivo” el departamento se financiaran los costos de las empresas que tuvieran la deferencia de venir al lugar. Abrirse de piernas es una expresión cruda pero notablemente más eficaz. Todo esto dicho con la atildada seguridad de quien enarbola una verdad indiscutible.
Pensando que alguien con un poco de lucidez le iba a retrucar esos argumentos, me quedé en silencio digiriendo el discurso en medio del aplauso que le brindaron los incautos de la concurrencia. Como no hubo preguntas, a continuación, sabiendo que iba a arar en el desierto, me dispuse a refutar esas paparruchadas.
Le pregunté en primer lugar si las propuestas no eran parecidas a la “promoción industrial” que tantas satisfacciones había causado en los bolsillos de políticos y empresarios de San Luis. Promoción industrial que consistió en unas exenciones impositivas negociadas bajo cuerda, fábricas con “rueditas” que producían en sus locaciones originales y facturaban en San Luis y que, luego del período de gracia, huían a toda velocidad dejando inmensas estructuras vacías y un reguero de desocupados para sumar a los existentes de ahí y de otros lugares.
Me dijo que si se establecían reglas claras eso no pasaría porque había que controlar y además, la prosperidad de las empresas se derramaría sobre el lugar como se derramó en San Luis.
A lo que objeté que lo que se derramó obedece muy poco a beneficios genuinos y que San Luis más bien se parecía a un Phillips Whirlpool enorme, cosa que explicaba muy bien la aparición de fastuosas obras como el estadio Ave Fénix y el sostenimiento del equipo de básquet GEPU, y así (cabe acotar que el tiempo me da cada vez más la razón, dado que la supuesta pujanza industrial de San Luis se sigue diluyendo y las obras faraónicas continúan apareciendo milagrosamente).
Contestó que eso era evidencia de mal funcionamiento, que fallaron los controles, pero que la propuesta era buena, porque, a pesar de todo, había generado “empleo”.
Objeté que el empleo en realidad había sido tomado por trabajadores industriales ya formados. Trabajadores que en San Luis no existían al momento de establecerse la promoción industrial. Entonces, las plazas, las escasas plazas que aparecieron, fueron cubiertas por obreros industriales de otras provincias y los puntanos casi quedaron excluidos del asunto. Que la promoción no había desarrollado a la provincia porque, asunto básico, las industrias que habían levantado sus galpones en principio no venían a producir y segundo, no desplegaban ninguna actividad que tuviera relación con la matriz productiva original.
Respondió con astucia que en el caso del departamento, ese problema podía ser evitado dado que las empresas que debían convocarse eran agroindustriales, o sea, relacionadas con la matriz productiva del departamento.
Rebatí diciendo que en ese sentido, el problema no era la actividad, el ramo: el inconveniente mayor era la forma, distinta, que asumía la explotación agraria del departamento y la que llevaban adelante las grandes empresas agroindustriales. La primera arraigaba al obrero a la tierra, le permitía desarrollarse en función de sus saberes y de esa forma desarrollar el territorio y la segunda expulsaba mano de obra aplicando tecnología en forma intensiva y terminaba de remachar el problema que no se solucionaba sino que se agravaba. Más que nada teniendo en cuenta que los métodos de producción intensiva agotan la tierra y los recursos y a cambio, no dejan ninguna compensación impositiva porque se las ha eximido de las mismas.
Entonces contraatacó con la pregunta esperada: ¿qué propone Ud.?
Expuse: en principio comprender cabalmente cuál es la realidad con la que se va a trabajar: cuáles son los saberes de los productores, cuál es el estado de las tierras, régimen de tenencia, el estado de la red de riego, las deudas que pesan sobre los productores, los métodos que se están aplicando en la producción, elaboración y empaquetamiento de los productos, antigüedad de las herramientas de producción, etc. O sea, un diagnóstico exhaustivo. Luego, con esa información (para no laburar sobre arena movediza) formular un proyecto viable que rearticule a los productores con el mercado mediante estrategias que permitan situar la producción sobre ejes que no se vean afectados por las variables habituales que impactan a la producción agrícola: o sea, desarrollar una zona productiva con características diferenciadas, con una producción conformada por productos que no tengan competencia en virtud de sus condiciones particulares, etc., etc.
Luego, consensuar un proyecto o varios proyectos, entre todas las instituciones del departamento y establecerlos, mediante las fuerzas políticas existentes, como políticas de estado que sean acuerdos básicos para orientar el trabajo en la dirección deseada.
Y laburar en función de esos proyectos, tratando de que todas las acciones de cualquier orden se encaminen a concretarlos. Por ejemplo, impulsar la formación de profesionales tales como ingenieros agrónomos, veterinarios, etc., que puedan ayudar a desarrollar la producción agroindustrial, desalentar la venta “a granel” de productos intentando que todo producto cultivado en el departamento sea al mismo tiempo, elaborado, empaquetado y comercializado en el mismo para de esa forma retener el valor agregado y otro montón de cosas así.
Eso que propone es una utopía, me dijo el economista.
A mi no me lo parece, le contesté. Es mucho más utópico apelar a la buena voluntad de una empresa y a su responsabilidad social. Cierto es que mi propuesta requiere mucho más trabajo, mucho más compromiso, y ante todo, una mirada distinta de la economía.
Es lo mismo que le contesto a Bulat. El problema es que el desarrollo no es una consecuencia de la buena voluntad de una empresa, ni de su aprovechamiento de “oportunidades de negocio”. El desarrollo entendido como tal, consiste en desplegar las capacidades productivas del país y proyectarlas hacia adentro y hacia afuera, en un doble movimiento que involucra esfuerzos privados y públicos. Eso que propone Bulat, como lo que proponía el economista del Opus Dei, ya lo probamos: el país fue todo lo “atractivo” que se pudo durante mucho tiempo y terminó vaciado por una razón muy básica: una empresa no viene a desarrollar nada, viene a obtener ganancias lo más rápido posible y con la menor cantidad de controles. No quiere, no está entre sus objetivos promover la industrialización de ningún lugar ni mucho menos mejorar las condiciones de vida de los laburantes. Quiere hacer una diferencia, rápido, si es posible ayer y es más, si esa diferencia está subsidiada mejor (el hecho de que esas ganancias veloces se obtienen en el rubro de servicios me exime de explicar porqué no “invierten” en fábricas o cosas así. Y si desean “invertir” en el rubro industrial, reclamarán flexibilización del obrero industrial, para ser “competitivas”, tal como piden los cretinos locales, que ante todo son capitalistas).
El desarrollo bien entendido necesita mucho laburo, muy complejo, superar obstáculos, articular, consensuar pero además, enfrentarse con quienes impiden por conveniencia o ignorancia, alcanzar los objetivos fijados. No es imposible, pero no es milagroso. No hay milagro, hay mucho sudor y lágrimas.
Un bife atractivo es un buen plato de comida, pero una vez deglutido sólo queda un hueso solitario con la nostalgia de esplendores esquivados.
No hay que dejarse engañar por sofistas como Bulat o como el opusdeista: el camino más rápido, el más simple, es a la vez el más doloroso y al final no hay nada que se parezca a un paraíso.
Nota:
El departamento sigue igual: ni una cosa ni la otra. Exploraron la propuesta veloz del opusdeista (era economista ¿entendés? y hablaba con palabras difíciles y vendía milagros) y se llevaron por delante la renuencia de la administración provincial que consideró que ese camino la llevaba de cabeza a financiar una festichola en la que no participaría y nutriría los bolsillos de algunos vivos, sin lograr otra cosa que un fracaso doble: para el departamento y para el erario provincial (calculo también que no se deslizó el diego correspondiente pero eso lo agrego de mal pensado que soy).
Por supuesto, lo contrario o sea, el proyecto que alentábamos varios y yo, fue supinamente ignorado. Las razones, supongo que son obvias.

10 comentarios:

Rob K dijo...

¿Algún parecido con la ensambladora subsidiada de Tierra del Fuego?

José Pepe Parrot dijo...

Rob:
Ninguna casualidad.
Cuéntole que en San Luis persiste el esquema, aunque ahora en forma subrepticia, dado que se negocian exenciones impositivas otorgadas hace mucho tiempo y que se prorrogan retroactivamente.
De todas formas, para los que leen carteles de los hermanos Xilium en Capital Federal, San Luis sigue siendo otro país. Será por eso que tienen un cabildo y una pirámide de mayo, quizás quieran independizarse.

ram dijo...

¿Qué se puede producir en Tierra del Fuego?, vinos?, aceitunas?.
Además, es zona de frontera y más o menos crítica, que no puede estar deshabitada ni vacía, o sí?.
Mendoza o San Luis sí tienen producciones concretas y posibles, la milonga que menciona Dormi es acerca de cómo, quiénes y para qué las producciones. Nada comparable a Tierra del Fuego, ni de casualidad (lo que tampoco quiere decir que el "modelo" en Tierra del Fuego sea el apropiado).
Y lo de San Luis, tal vez convenga verlo desde el punto de vista de las impunidades surtidas, con las "fábricas" con rueditas, truchas, ¿alguien terminó en cana?, porque la estafa, quiero suponer, sigue siendo delito, o no?: hubo alguna multa, indemnización por el choreo fiscal?, delito también, digo yo, bah!.

Larabi dijo...

El tema de las economías regionales es TODO un tema y tal vez uno de los desafíos pendientes de este gobierno. No digo que no se estén haciendo cosas y la responsabilidad no es sólo de los gobiernos, pero desde hace unas 3 o 4 décadas que vienen en picada. Sin una solución sustentable en el tiempo. Soy de la idea que dicha solución viene por el lado que Ud. planteó en aquel debate, en la misma se incluyen a varios actores : trabajadores, dueños de la tierra, municipios, gobernación, universidades / generadores de conocimiento, capitalistas (o quien sea que ponga la tarazca), mercados, etc etc. y justamente, por ser una solución de varios es complicada, pero no imposible.
Vivo en Cipolletti, RN, donde el pequeño productor está desapareciendo, las chacras son compradas por empresas grandes, y las que están cerca de los cascos urbanos se lotean...
Muchas veces me pregunté :¿será que tiene que desaparecer el pequeño productor al no haberse podido adaptar a las circunstancias?

Rob K dijo...

A ram: entiendo esa diferencia y no veo ningun problema con la radicación de industria en TdF mientras sea de genuina producción; no parece ser el caso del ensamblado de componentes electrónicos donde lo único nacional es el empaque.

ram dijo...

¿Qué es "genuina" producción?, ¿simplemente no ensamblar?. De nuevo, ¿qué se puede producir "genuinamente" en TdF?. Nada o casi nada.
Hay una cuestión que no se está considerando, todo bien con la justicia y la protección al pequeño productor pero, ¿y la escala?. ¿Cómo se hace para producir más, mejor, variado y económicamente sustentable?. El productor es un átomo suelto o ya hay que pensar que DEBE asociarse con los átomos sueltos como él?.
Lo neoliberal es suicida pero hay todo un ancho mundo por delante...

José Pepe Parrot dijo...

Ram:
Presos por lo de San Luis, no, nadie. De hecho en San Luis hay una bruta y mastodóntica concentración de poder en el ejecutivo que anula el judicial y el legislativo. De hecho las persecuciones y cosas por el estilo son habituales.
Sobre Tierra del Fuego, hay ahí todo un debate, que por suerte, parece que hemos emprendido.

José Pepe Parrot dijo...

Larabi:
Yo, por fuera de lo que considero que puede ser una solución, no le veo la punta al ovillo.
Más que nada porque competir en el mismo terreno con firmas muy grandes con espaldas financieras enormes es un suicidio. Por eso es que la propuesta encaraba para el lado de la producción diferenciada y sin competencia pero con compradores ávidos de productos no tan industrializados o industrializados bajo otros parámetros.
Y sí, es un esfuerzo conjunto, a lo largo de un tiempo no despreciable y que tiene que ser coordinado. Si señor, súmamente complejo.

José Pepe Parrot dijo...

Rob:
Coincido.

José Pepe Parrot dijo...

Ram:
Una de las respuestas es la producción diferenciada, con valor agregado per se, que no ingrese en el terrero en el que las empresas enormes pisan fuerte y sin piedad.
A una tremenda economía de escalas y métodos intensivos, uno puede oponer una producción diferenciada concentrada en la calidad del producto bajo parámetros distintos y no tanto en la cantidad, que en este sentido vendría siendo enemiga del objetivo central. Colocando la producción bajo un paraguas semejante se puede esquivar el choque con las empresas agroalimenticias gigantes que inundan el país.
Además, trabajando sobre productos diferenciados, uno no está definitivamente atado a los vaivenes del mercado sino que los costos de producción se justifican por las condiciones finales del producto.
Algo así, me estoy acordando de memoria de la justificación del proyecto aquel.