miércoles, 28 de noviembre de 2012

INTRODUCCION AL PENSAMIENTO CIENTIFICO II, CATEDRA HECTOR AGUER

"El libro da para pensar, no solo por el problema de la natalidad sino, en general, por lo que significan programas de educación sexual engañosos, como los que se están aplicando en la Argentina. Contenidos de educación sexual en los colegios que, como enseña este estudioso, están reducidos a la problemática biológica de la sexualidad y no encaran el fenómeno humano, delicadí­simo, bello, profundo, que el sentido común de antaño, la razón natural bien fundada en datos cientí­ficos y la Iglesia, siempre han defendido. Pero resulta que aquí­ no se trata de religión sino de ciencia. Esto lo muestra la ciencia. La ciencia muestra que las pretendidas soluciones no son tales."
...
Hablando de engañosas, estas engañosas conclusiones provienen de la boca siempre lista del inquisidor mayor del Río de La Plata, Monseñor en Ejercicio Héctor Aguer. Vienen a cuento de la lectura de un libro de Roberto Volpi llamado ""El Sexo Superado: El crepúsculo de la reproducción sexual en Occidente". Volpi parece ser un investigador dedicado a la demografía y la estadística. No he podido recabar mayores precisiones acerca de su biografía, asi que, si alguien conoce algo más, bienvenido será el aporte (aunque sospecho para qué lado apuntan los cañones del citado).
En ese libro, según Aguer, Volpi indica que el divorcio es la principal causa de la escasa natalidad registrada en Europa, que la educación sexual y el uso de preservativos incrementan los embarazos adolescentes y las enfermedades de transmisión sexual: "No hay eficacia alguna verdaderamente demostrable del preservativo contra la transmisión de enfermedades de origen sexual y contra los nacimientos y los abortos en la edad adolescente" dice Don Aguer que dice el libro y acá estamos dispuestos a creerle.
Luego desgrana una perorata acerca del dogmatismo, con el falso argumento de que los dogmas contemporáneos (el económico por ejemplo, pero hay varios más a los que la Iglesia Católica aplaude con el mayor entusiasmo, participando de ellos con deleite) hacen que la iglesia no sea dogmática porque se opone a ellos con su propio dogma, con lo que tendríamos al menos el enfrentamiento entre los dogmas, si es que disentir con la Iglesia Católica configura un dogma. No es un dogma, por ejemplo, apoyar la economía de libre mercado, porque la iglesia católica cree en el libre mercado. No creer en el libre mercado es un dogma, eso sí, comunista para más datos, populista, tercermundista, subversivo, etc. Vemos con este ejemplo de ternura cómo se produce el desplazamiento de significado del término que, de ahora en adelante, indica no asentir respetuosamente con la cabeza cada vez que la madre iglesia declare santo algún sector que la apañe.
No es el objetivo de este humilde post debatir con Volpi, mitad porque el libro no lo leí y me guio por lo que dice Aguer. Entonces, el debate es con Aguer (como casi siempre hacemos acá, en donde los dogmas se pasean en paños menores sin que a nadie se le mueva la peluca).
Aguer dice "Programas de Educación Sexual Engañosos". No se me ocurre cuál debería ser la naturaleza de esos programas para ser engañosos. Sugerir por ejemplo que los niños nacen de un repollo o que el sexo es un pecado fuera del matrimonio. También serían engañosos si, en vez de educar al sujeto para que conozca su cuerpo, para que no le tenga miedo, para que no piense que el sexo es algo sucio que requiere arrepentimiento y absolución, lo impulsaran a sospechar que tiene que mortificar el cuerpo, negarlo y reducirlo a un simple objeto de escarnio. Se me ocurre que el engaño sería más profundo si le propusieran en esos programas una ética sexual basada en dogmas religiosos que no todos comparten, sosteniendo que esa es la versión del sentido común y lo que manda la naturaleza. Ahí sí, claro que serían engañosos. Decir todo lo anterior me trae algunos recuerdos que no puedo borrar ¿qué será che?
Luego indica Aguer que antaño se enseñaba sobre la sexualidad "el fenómeno humano, delicadí­simo, bello, profundo, que el sentido común de antaño, la razón natural bien fundada en datos cientí­ficos y la Iglesia, siempre han defendido".
Si se me permite una alusión a mi propia educación, el sentido común de antaño no me enseño una mierda de todo éso. Al contrario. ¿Fenómeno humano, delicadísimo, bello, profundo? Las pelotas. Lo que intentaron enseñarme fue a tener miedo del cuerpo, de sus reacciones, de su desarrollo, de su crecimiento. Miedo a mi propio cuerpo y miedo al cuerpo del otro. Miedo a "pecar" por tener un cuerpo y no saber reprimirlo convenientemente. Eso si que trataron de enseñarme y me costó un buen tiempo y más de un disgusto comprender que me habían macaneado fiero y parejo. ¿Por qué trataron de entrenarme para tener miedo? Porque el control de ese miedo, el manejo de una conciencia culpable es el fundamento del poder de la Iglesia Católica. Sin eso, sin el miedo no hay poder posible.
No se dejen engañar por la prosa florida de Aguer. No le interesa un centavo la vida, ni el desarrollo integral de los sujetos, ni nada de éso: lo que quiere es no perder el control de las conciencias. Él y muchos de sus jefes que en eso andan desde el Sínodo para la Nueva Evangelización del otro día, que fue el reverso ideológico del Concilio Vaticano II, cosa que Escrivá de Balaguer y su buen amigo Juan Pablo II hubieran aplaudido hasta dejarse las manos en carne viva.
Prosigo:
¿Razón natural bien fundada en datos científicos? Si, como no. Si hay algo que la iglesia católica no acepta son hechos bien fundados en datos científicos. Ni qué decir que el sentido común se lleva a las patadas con dicho conocimiento, por lo que la frase de Aguer es una contradicción que camina. Lo de razón natural merece una mención de honor en el cuadro del animismo. La razón de lo natural, claro, así pueden creer que comer un cacho de pan borra los horrores cometidos.
Y para cerrar el galimatías que corona la torta: Aguer, que ha insultado a la ciencia en todas las oportunidades que se le han presentado ahora recurre a ella para justificar sus dogmas. Mirá que lindo. Resulta que, si la ciencia dice cosas que a él le agradan, esa ciencia es válida. No sirve cualquier otra ciencia, sólo la que avala sus conclusiones. ¿No es un puema?
No sirve para nada que haya cientos de miles de estudios, investigaciones, etc., que niegan sus conclusiones. Esa ciencia puede ser descartada. Pero lo de Volpi, que es ciencia y no religión, es palabra santa. Perdón, palabra científica, que es palabra santa según Aguer.
Impecable.
Ni el falsacionismo de Popper, ni los paradigmas de Kuhn, ni el obstáculo epistemológico de Bachelard, nada, suspéndanlon a todos: ahora se viene el Teociencismo de Aguer.

6 comentarios:

Moscón dijo...

Interesante la parte catastrófica que enlaza el escaso porcentaje de nacimientos en Europa debido al divorcio,¿produce esterilidad el divorcio?,de ser así mi´jo,mejor no se case porque la principal causa de divorcio es estar casado.

José Pepe Parrot dijo...

Moscón:
No tengo muchos datos del tal Volpi. Pero calculo que debe ser hermanito de Malthus...

Daniel dijo...

Esta gente ni siquiera saltó a la Edad Moderna. Está enclavada en el Medioevo. Creo que a la Pando que hoy andaba en Tribunales vivando a Astiz y el Tigre Acosta le puede interesar el trabajo de Agüer.

José Pepe Parrot dijo...

Daniel:
Debe ser amigos, se lo garanto.

ram dijo...

Volpi, es el nombre de unas pastillas, de menta, creo; es probable que nuestro dicharachero monseñor piense que son anticonceptivas, lo que explicaría el permanente fracaso de sus teorías, tìpicas del estilo "ballet leído", de Les Luthiers.
aguer y el sexo, Dormi, largue la pornografía.

José Pepe Parrot dijo...

Ram:
Eso me olvidé de decir: así como yo estoy empeñado en escupirle el asado a Aguer, Aguer está obsesionado con el sexo, de una manera tal que uno puede sospechar que no se lleva bien con el celibato. Pero eso es de mal pensado que soy nomás, me voy a ir derechito al infierno, ya tengo hasta el número sorteado.