Aquella vez en Estambul
Marcelo Daniel Fernández Olivares
Marcelo Daniel Fernández Olivares
¿Recuerdas a Daisy? La rubia. Esa mujer que derramaba belleza. Era tan hermosa Pit, que cuando pasaba caminando por la vereda de la 5ta. Avenida, el tránsito se detenía. La encontré hace dos años en Estambul, por el asunto aquel de los diarios del Almirante Backer. No la había visto en cuatro años Pit. Y allí estaba. Intacta, un torbellino de sensualidad en medio de esa ciudad infecta.
La seguí Pit. La seguí hasta un bar. Sabía que Daisy coqueteaba con el enemigo. ¿Doble agente? No lo sé. Pero estaba fascinado con ella Pit. ¿Comprendes?
Ella llegó al tugurio de Tunak. Un cuchitril grasoso y lleno de humo. Iba apurada. Entró casi corriendo. Su falda se agitaba con el movimiento de sus piernas. Estaba hipnotizado Pit. Me dije, este es el momento. Entré sin dudarlo detrás de ella.
En el café media docena de hombres miraban en dirección a los baños. Como una ráfaga fui tras ella. Parecía un adolescente Pit.
Entonces la ví. Pit, juro que jamás me sentí peor. Ni cuando mi perro Bull murió aplastado por aquel anciano en silla de ruedas. Pit, mi alma explotó en mil pedazos como un vidrio alcanzado por un certero adoquinazo.
Pit: ella salía del baño de hombres.
No Pit. Nunca le pregunté. Lo que fuera Pit. Ella salía del baño de hombres.
4 comentarios:
Carajo. ¿Y Pit qué dijo?
Sorpresas te da la vida!!!
Me gustó
Besosss
Maia:
Ahí no la puedo ayudar. Pit es un tipo muy reservado
Ale:
Satamente.
Muy bien usada la palabra sorpresa.
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