"La ley no debe ser una copia de la decadencia de una sociedad", expreso muy suelto de cuerpo Don Héctor Aguer, amigo entrañable de Danielito Scioli y arzobispo de La Plata. Y continúa diciendo que la reforma del Código Civil "se acomoda a lo que ocurre, legalizando conductas disvaliosas."
Dado lo anterior, creo que es un buen momento para recordar algo así, "una conducta que se acomoda a lo que ocurre, legalizando conductas disvaliosas"
No hace mucho la iglesia católica cambió su oración principal, el Padre Nuestro. "Actualizó" la parte que decía "perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Ahora dice "perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden". Los santos varones aducen que esta última frase se aproxima con mayor certeza a la sentencia original en arameo.
A mi me parece que, en realidad, esta segunda sentencia se despega de la primera, transformando completamente el sentido del asunto. Porque una deuda es algo bien distinto a una ofensa. Cuando se pide que perdonemos las deudas, las palabras de la oración se articulan con las acciones de Jesús en el templo echando a los cambistas, con las palabras de "déjalo todo" y las del camello por el ojo de una aguja.
Las otras, las que indican "ofensas" carecen de filo. Y al ser tan anodinas y generales, no molestan a los señores que, precisamente, no piensan perdonar una deuda. Los mismos que Jesús había denostado.
La modificación en resumen, dejan libre de culpa y cargo al capitalismo y a los capitalistas, a quienes la iglesia católica oficial no quiere "ofender" ni un poquito así. Y para éso están dispuestos a modificar el sentido del evangelio.
Por eso Don Aguer, a otro perro con ese hueso.