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Los tipos no quieren controles, ni pagar impuestos, ni blanquear el trabajo en negro o suspender el trabajo esclavo. Quieren, eso si, hacer lo que tengan ganas, vender sus productos en el mercado interno al precio que se les antoje y, si la "coyuntura" internacional lo propicia, desabastecer la demanda interna para vender todo lo que producen al exterior. Y además desean que toda la ciudadanía los aplauda y eleve cánticos de agradecimiento por tan excelso comportamiento. Y siguen amenazando. Con la vaca atada.