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¡Seis meses! ¡vamos que la vida es una fiesta!. Resulta que en estos días los funcionarios de Cambiemos y sus quintacolumnistas nos repiten cada veinte segundos (promedio) que los orejones del tarro, los grones, los grasas, los "empleados medios" con "sueldos medios" vivíamos una fiesta que era mentira, porque en un país "normal" un coso parecido a nosotros no puede aspirar a comprar plasmas, teléfonos celulares, viajar al exterior, calefaccionarse, tener electricidad y comer todos los días. Era una fantasía populista, dicen los verdugos. No era verdad (aunque a mi los asados me caían tan bien como a cualquiera, por lo que deduzco que la carne que compraba era bastante real).
Ahora, dicen los señores que nos mandan a agarrar la pala cuando nunca en su vida han estado ni siquiera en presencia de esa herramienta, hay que pagar esa fiesta. Hay que ajustarse el cinturón para que, una vez que la locura populista se haya apagado, quizás nos caigan algunas migajas del banquete celestial. Todo muy lindo.
Pero acá esas peticiones de principio no nos impresionan. Ni luz al final del túnel, ni segundo semestre ni la madre en coche y el padre a pata.
Desarmemos esta mentirita de la fiesta que tenemos que garpar.
Y para eso hay que comenzar pensando de dónde sale la riqueza de un país. ¿Del cansancio de Prat Gay? ¿Del sudor de Paolo Rocca? ¿Del dolor de espalda de Franco Macri?. Ni mamado con grog. La riqueza de un país surge del lomo de los laburantes. Son los trabajadores los que crean riqueza agregando valor a la materia inerte. Un ladrillo por sí mismo no sirve para nada hasta que viene un albañil y levanta una pared, que luego será una casa, un local, una fábrica. El valor no está en los materiales ni en las herramientas: está en el trabajo. Es el trabajo el que crea bienes que luego se convertirán en valores de cambio. La riqueza entonces es trabajo social acumulado. Y el capitalista de apropia de ese trabajo social acumulado. No es él quien crea la riqueza. Es el que se la apropia (explicar porqué sería largo y complicado asi que lo dejamos para otro día).
Aclarado el punto de la riqueza disolvamos el chiste de la fiesta. Pero como acá nos encantan las trampas del lenguaje, vamos a tomar el concepto de "fiesta" y lo vamos a poner patas para arriba a fin de tirárselo en la cara a los bodoques que nos quieren engañar con sofismas.
¡Claro que hubo una fiesta! Pero no fueron los años transcurridos entre 2003 y 2015, ni los que mediaron entre 1946 y 1955. Excepto en esos años, Argentina vivió la fiesta de la oligarquía (llamale conservadores, liberales, neoliberales, neoconservadores, peronistas disfrazados, radicales travestidos, etc.). Una fiesta que fue posible porque se apropiaron sin pudor de la riqueza social del país, o sea, del laburo de los orejones del tarro. Una fiesta de una magnitud apabullante: viajaban al exterior a tirar manteca al techo, compraron estancias de miles de kilómetros cuadrados, casas en los lugares más recónditos del país y en el exterior, derrocharon dólares en todas partes, se encerraron en exclusivos countrys y barrios secretos, mandaron a sus hijos a estudiar al extranjero, disfrutaron hasta la náusea de manjares y brebajes cuyos precios eran obscenos, etc.
Mientras tanto, los laburantes, los creadores de riqueza, se morían como perros cagados de hambre y frío, enfermos de todas las pestes que asolan a la pobreza, sin derecho a decir esta boca es mía, intentando mandar a los pibes a la escuela para ver si alguna vez podían salir de la mishiadura, haciendo dieta forzada para llegar a mitad de mes, muriéndose por una gripe mal curada, sin vacaciones, sin casa, sin otro futuro que seguir poniendo el lomo para que la fiesta de los otros continuara eternamente.
¡Claro que había una fiesta! Pero nosotros no estábamos invitados. La pagábamos pero no era para nosotros. Aunque la riqueza salía del sudor de las patas que alguna vez se metieron en la fuente, no la podíamos disfrutar, pese a ser sus hacedores. Porque la distribución de los ingresos nos condenaba a seguir mirando de afuera, la ñata contra el vidrio, la buena vida de los poderosos, los que tenían a Don Dinero agarrado de la cola.
Y aquí vino el paréntesis que ahora nos quieren cobrar con intereses: del 2003 al 2015 la cosa se equilibró un poco. No es que a los que tienen el chupetín por el palito les sacaron todo. No no. Pero los obligaron a que asumieran la responsabilidad de contribuir al bienestar de toda la sociedad. Vía impuestos, retenciones, planes sociales, subsidios al consumo, a los servicios, etc. En criollo: la distribución del ingreso alcanzó a los orejones del tarro que siempre la miraban pasar. Entonces, y con toda justicia, estos orejoncitos pudieron dejar de pensar en sobrevivir para dedicarse a vivir. A tener uno que otro disfrute, a juntar unos mangos para arreglar la casa, para comprarse un auto o cambiar el viejo TV blanco y negro por uno a color, a tomarse quince días de vacaciones en Santa Teresita porque Mar del Plata estaba imposible de gente, etc.
Y con eso no estaban derrochando nada. Simplemente disfrutaban del fruto de su laburo. Porque por fin una parte de la riqueza social que producían con su esfuerzo les volvía al bolsillo. Un cacho más. Aunque los poderosos nunca dejaron de amarrocarla. Pero una porción algo más grande del ingreso llegaba a los hogares para que fueran más hogares y menos refugios de miseria.
Insisto: lo anterior no era más que justicia. Porque es justo que la riqueza que el laburante produce la pueda disfrutar el laburante. Y eso no es una fiesta.
Pero, ese poco menos de ingreso que recibiían (la famosa "rentabilidad") los enfureció. La oligarquía que cree provenir en línea directa de alguna divinidad y considera que sus privilegios son derechos naturales puso el grito en el cielo: ¡cómo es posible que ese negro tenga un celular! ¡Cómo es posible que se vaya de vacaciones a la costa y encima tenga que pagarle esos días! ¡Horror! ¡Un insulto a los valores occidentales y cristianos!.
Entonces, usando los medios que conocemos de sobra, lograron quitar del medio a ese "régimen" que los había obligado a distribuir la riqueza que crean los laburantes.
Entonces, usando los medios que conocemos de sobra, lograron quitar del medio a ese "régimen" que los había obligado a distribuir la riqueza que crean los laburantes.
Y ahora nos vienen a decir que ese tiempo fue una "fiesta" y que tenemos que pagarla.
Tengo noticias para esos señores: desde hace décadas les estamos pagando a uds. la fiesta Su vida holgada y parasitaria la garpamos los laburantes. Cuando el trabajador puede disfrutar de su vida viviendo y no sobreviviendo no está de fiesta: es un acto de justicia.
4 comentarios:
Dormidano:
Por estos días y después de leer algunos comentarios cargados de furia y agresividad, digo que el enemigo no es mi compañero de trabajo o mi vecino del frente que antes de las elecciones me decía que Zannini es un nazi. En todo caso es -mi obligación- como ciudadano que piensa diferente, sacarlo de su error.
El razonamiento engañoso es el enemigo; cuando sí, también, concurrente y resultante de la mentira descarada que se puede comprobar cuando los hechos contradicen a la promesa, lo dicho, el relato. Que si es pertinaz y consuetudinario; entonces se hace costumbre, se establece el sentido común.
El sentido común es bueno para reconocer que no hay que avanzar con luz roja en el semáforo. O que si un perro nos muestra sus dientes y gruñe es posible un inminente ataque, sólo para eso y no más.
Resulta que mientras el sentido común seguirá funcionando bien para el caso del semáforo o el perro, enfrentado no a la mentira demostrada (que dado el caso y demostrada la mentira serían hechos contrastados y comprobados) sino a la verdad construidas a partir de algún imaginario más o menos de época y vertidas por los medios, entonces el sentido común sucumbe. Y en el caso que describe el post, "la fiesta", deja a los -justamente- invitados a la fiesta creyendo en que son culpables de algo (que no saben que es) pero que se merecen algún punitorio por aprovechados. Y eso sucede así porque el sentido común les dice que si son tan pocas las veces que fueron invitados a "la fiesta" es porque no lo merecen.
Saludos y buen fin de semana.
PD: Lo acompaño en el sentimiento de post anteriores:reducidos a la micromilitancia.
¡¡¡Pero Dormi!!!, deje de joder!!, acaba de avisarnos que mañana empieza el 2do, semestre, los pajaritos cantan, las viejas se levantan y lloverán, lloverán los dólares y usté poniendo cara de traste?. Por dió...
Sonría, mau lo ama y mariu no lo quiere preso a pesar de estas cosas feas que escribe, a ver, batamos palmas, pongámonos alegres, soñemos con la cachavacha alonso en bikini, mañana empieza la revolución!!!, por fin!!!. Gracia dió...
Oh mera casualidad que venga con toda la liturgia espiritual y de positivo pelotudo, que la gobernadora diga que no estabamos en condiciones de tener ciertos servicios o adquirir ciertos bienes un dia y al otro se junto con la iglesia evangelica a orar. oh la culpa, la puta culpa de tu culpa la gran culpa...oh si esa cosa ese imperio de la culpa de las religiones para bastardearnos el cerebro y el alman. Oh si vivimos una mierda toda una obra de satan y ahora tenemos que redimirnos. Y no se aceptan ningun tipo de objecion.
Como dice el colega de nudo ajustado Don Temer "no piense en crisis, trabalhe"
Quieren esclavos, ni mas ni menos.
Y ahí es en donde los agarramos de los huevos:
¿A ver globotomizadito de mi corazón, que es un país normal, y dame un ejemplo ad hoc?
¿Suiza o Haití?
¿Países depredadores?
¿Países depredados?
¿Que país marca la norma,eh?
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