ADEPA, fiel a su costumbre tuerta (que lindo es usar los argumentos del contrincante) ensalza la respuesta del Papa a la carta del megalómano Leuco (evitando decir, eso sí que el Papa igual va a recibir a CFK y que Leuco no le marca la cancha en nombre de nadie).
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Ahora bien, yo leo y releo la carta que le mandó el Papa y te juro que no veo lo que ADEPA ve. ¿Será que soy una bestia yo? Mi torpe comprensión lectora me indica que Pancho le pidió a Leuco que se calmara. Que practique la mansedumbre. Hasta detecto cierta ironía entre líneas.
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Por otro lado quiero responder a ADEPA (que ni en pedo se dará por enterada dado que yo tengo un bloscito en el medio de la nada mesma): yo no lo agravié a Leuco (modo megalómano), me reí de él y de su locura epistolar. Eso si, no me reí con él sino de él. Quizás ahí esté al agravio. O quizás en lo que ADEPA señala como si nada: "las constantes reacciones de funcionarios del gobierno nacional frente a la crítica periodística". Yo no soy periodista ni mucho menos, pero si hay algo que ADEPA y sus protegidos no hacen es "una apuesta al diálogo, al debate franco de ideas, que se apoya en la premisa de que el otro puede tener razón."
Acotó algo, por si Pancho no se dió cuenta (modo megalomano otra vez). ADEPA pretende indicar que el Papa se equivoca, aunque lo dice sutilmente: "en la premisa de que el otro puede tener razón".
Si acá no fuéramos tan desconfiados, ese datito lo dejaríamos pasar.
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