jueves, 27 de junio de 2013

QUEMÁ ESE CASSETTE

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Cursé mi secundaria en un colegio que estaba a 60 km. de mi casa. De mañanita. Por eso, para llegar a horario, tomaba el bondi (de la fenecida TAC y luego la Nueva Generación) a las 6:00 de la matina. Ni qué decir, el colectivo era tierra de amanecidos y soñolientos que, con un ojo abierto y el otro cerrado, trepaban al vehículo camino a cualquier parte.
Luego, cuando la tarea acababa, abordaba otro bondi de la misma empresa pero en la dirección contraria, camino a casa.
Los choferes de esos colectivos tenían un cassette, una cinta que era "el cassette". Inconfundible. Conformado por ese pegajoso género denominado "romántico latino". Insufrible, pesado, agotador, "el cassette" circulaba de mano en mano y de copia en copia. Supongo que los bondiseros compartían el gusto por esa equívoca música que se tilda a si misma de sensible y apenas llega a ser cursi, previsible y tosca.
Dentro de "el cassette" revistaban aberraciones tales como Franco Simone (esa canción que ya era mala y terminó de sepultar Vicentico), Valeria Lynch que gritaba con su habitual desmesura "que ganas de no verte nunca más" y nosotros que no queríamos escucharla nunca más, Sergio Dalma buscando apretarse una gurisa poniendo como excusa la naturaleza del baile, Django, Tormenta, Fernando de Madariaga y varios más que podría repetir de memoria y sin soplar: fueron cinco años de tortura continua.
Si señores, cinco años: "el cassette" contaminó la banda de sonido de mi vida durante todo ese tiempo. En esos años el walkman era un lujo y los mp3 una fantasía de ciencia ficción, por lo que no se podía esquivar los persistentes y melifluos balidos que provenían de la cinta.
Yo pensé que, una vez culminados mis estudios secundarios no tendría que volver a oir nunca jamás esa maldita colección de iniquidades sonoras. Pero parece que la vida tenía otros planes.
Una de las veces que hui a las montañas del sur con mi mochila y muy poco más, justo al arrancar el flamante colectivo de larga distancia que me trasladaría a Esquel desde Mendoza, el señor colectivero puso música ¿y qué era? ¡"El cassette"! Allí estaba, más de cinco años después de mi graduación, vivito y coleando, intentando arruinar mi viaje. Por suerte no duró más de 100 km y fue reemplazado por una película igual de mala pero al menos sin la presencia de Valeria Lynch.
Había empujado el recuerdo de "el cassette" al fondo del cajón hasta esta mañana: subí al tren y detrás mío trepó a la formación un vendedor de CDs. Apretó "play" y de los parlantes a todo volumen emergió la voz de Sergio Dalma solicitando "bailar pegados". ¡Por Tutatis! Lo que Ud. sospechan, todos los temas de "el cassette" casi en el mismo orden original habían mutado en CD.
Aunque, hay que decirlo, se habíann agregado nuevas aberraciones a aquellos vetustos atentados a la oreja: ahora, entremezclados con los temas de "el cassette" aparecía Chayanne, Maná y otros claros ejemplos de inseguridad cultural.
He llegado a la conclusión además, que "el cassette" me perseguirá hasta el último día de mi vida. Aunque para combatirlo, ahora sí, tengo un mp3. Pero él tiene cómplices. Maldita sea.
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3 comentarios:

Tilo, 72 años dijo...

¡Maravilloso! Y con la obsolescencia tecnológica re-acelerada se convertirá en cualquier momento en ¡Quemá esa memoria flash, quemá!!!

Saludos

José Pepe Parrot dijo...

Tilo:
Yes, burn the cloud!!!

Unknown dijo...

Parece que aquello de educar al soberano viene fallando compañero...