viernes, 26 de octubre de 2012

BACK TO THE MEDIOEVO

"Es inédito en toda la historia de la humanidad vivir de espaldas a Dios, no creer en Él, no ponerlo en el centro de la vida".
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Esto dijo el prefecto de la Congregación para el Culto Divino, Antonio Cañizares, en el marco del Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización.
Además agregó:
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"No da lo mismo creer que no creer. Reconocer a Dios que no reconocerlo. Hoy la urgencia es la realidad de Dios", dijo el prelado, quien añadió que la sociedad vive "como si no existiera" y ello tiene repercusión moral porque "el ser hombre se vive de otra manera si se cree en Dios o no".
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Como punto de partida del análisis de estas peligrosas palabras, indiquemos que este sínodo se lleva a cabo en el aniversario n° 50 del Concilio Vaticano II, que cambió la iglesia católica (por un corto período, hay que decirlo) poniéndola más cerca de los feligreses a los que decía guiar.
El Sínodo de Obispos para la Nueva Evangelización es el reverso exacto del espíritu del Concilio Vaticano II.
El Concilio intentaba poner a la iglesia a tono con una sociedad que cambiaba a pasos agigantados, reflejando sus luchas, contradicciones y búsquedas, asumiendo con seriedad y compromiso la opción preferencial por los pobres, los marginados, aquellos que eran bíblicamente proclamados como sujetos de amor pero que la institución vaticana había desconocido sistemáticamente hasta el Concilio. En otras palabras, el Vaticano II fue una gran autocrítica, un repaso de los errores cometidos por la iglesia católica y además, una guía para enmerdarlos actualizando el mensaje, la forma del mensaje y los destinatarios del mensaje. A la misma vez, el Concilio reconoció la existencia y la misión de muchos católicos que habían puesto en acto la opción por los más castigados: la teología de la liberación por ejemplo que a partir de ese momento fue reconocida como una mirada legítima sobre la forma en que la iglesia católica podía intervenir en la realidad.
El Sínodo para la Nueva Evangelización refuta punto por punto al Concilio Vaticano II (aunque Ratzinger, un enemigo declarado del Concilio diga lo contrario). El Sínodo es el lanzamiento de una nueva cruzada. Las Cruzadas tienen una característica central, la de "llevar la verdad", o, para ponerlo más cerca de la vereda, alumbrar a los que están a oscuras, dando por sentado que hay gentes que están a oscuras y que el cruzado lleva la luz de la verdad. Como verán, el cruzado se propone a sí mismo como un portador de verdad, o sea, de virtud, que va a "convertir" a un mundo que no está teñido de esa virtud. La autocrítica aquí no existe. Lo que hay es una descalificación, una apreciación negativa del mundo. Es el mundo el equivocado, no la iglesia católica. He ahí la razón por la cuál el Sínodo está en las antípodas del Concilio.
El espíritu de cruzada además divide a la humanidad en buenos católicos, en buenos creyentes y no creyentes portadores al menor de un error. Una escisión maniquea que tiene como propósito ocultar los propios errores bajo un manto de falsa piedad. Aunque los purpurados proclamen lo contrario, la iglesia católica no está dispuesta a pensarse en el marco de una sociedad que muta, sino que reviven viejos esquemas, que creíamos superados. Una respuesta ultraconservadora que retrotrae la institución a posiciones preconciliares. Lo extraño del asunto es que este movimiento no hace más que alejarlos del mundo (esa red de nombres propios). Consideran que el cambio es malo, que lo dicho fue dicho de una vez y para siempre y que al hombre sólo le resta ejecutar una hermenéutica vital que lo llevará a la felicidad en tanto comprenda la centralidad de dios en la historia. Casi parezco un teólogo medieval diciendo estas cosas.
Por eso Cañizares dice lo que dice, y lo que dice es grave. Porque coloca las culpas en un lugar distinto al que ocupa, como si la iglesia católica no hubiera tenido responsabilidad alguna por los problemas que envuelven a la humanidad en estos días y además, porque establece que quienes viven "de espaldas a dios" están en un error y qué ese es en realidad el problema, haber abandonado a "dios".
Un dios extraño y aleatorio, que más se parece a la iglesia católica que a una divinidad omnipresente.
Cañizares dice de espaldas a dios, pero en realidad piensa, de espaldas a la iglesia católica.
Y la respuesa es lanzar a los cruzados a evangelizar.
El Concilio transparentó la institución católica para que fuera el amor el eje de la actividad misionera, el Sínodo por el contrario usa el miedo como motor de su propuesta evangelizadora. Ese dios que quieren llevar al mundo es un dios que castiga, que abandona al mundo en tanto el mundo lo ha abandonado.
No es moco de pavo este asunto.
Si hay alguien que ha vivido de espaldas al dios que dice proclamar al mundo, es la iglesia católica. Pero no parece estar dispuesta a revisar los muertos que tiene en el placard.
Lo dicho. Back to the medioevo.

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